Posted by : Unknown martes, 27 de enero de 2015






Capitulo 1: ¿Bienvenida a Japón?

Por fin había llegado el gran día y no sabía si reír o llorar. Llevaba tiempo soñando con ese tan ansiado viaje, preparando las cosas una y otra vez, metiendo y sacando las cosas de la maleta sin parar… y ahora, no  sabía si quería dar ese paso…

Mimi Tachikawa se cogió de los pelos en un intento vano de calmar la ansiedad que empezaba a sentir e intentaba pensar con claridad. Sí, se iba a ir de Nueva York ese mismo día hacia Japón durante un año entero gracias a una beca de la Universidad, no iba a ver a sus padres y a sus seres queridos en mucho tiempo y además Japón se encontraba al otro lado del mundo…

La joven sintió otra vez un agujero en el estómago al pensar en todas esas cosas y sintió el impulso de echarse a llorar de forma histérica, era la primera vez que se marchaba de su casa tanto tiempo y ahora no se sentía preparada para ello. Pensó con rabia en el momento que decidió solicitar aquella beca de estudios en el extranjero y se maldijo a sí misma, ¿por qué no lo pensó antes? Ahora estaba sufriendo terriblemente y no quería ir.

De repente, alguien llamó a la puerta de su habitación distrayéndola un momento de su angustia, abrió la puerta su padre que la estaba sonriendo ampliamente, pero ella pudo ver en sus ojos el brillo de la tristeza que realmente sentía y eso la hizo sentirse peor:

- ¿Estás preparada, Mimi?- le preguntó su padre sentándose al lado suyo en su cama.

- Sí… solo queda marcharnos al aeropuerto…- contestó ella sin ningún entusiasmo.

- ¿Estás nerviosa?- preguntó él.

- ¿Tanto se me nota?- dijo ella intentando sonar más natural.

- No te preocupes Mimi, seguro que todo va a salir bien- dijo su padre con una sonrisa de seguridad en su rostro- conectarás enseguida con tus compañeras de piso y seguro que harás muchos amigos, sé que tú eres muy sociable y encantadora.

Abrazó a su padre con fuerza, notó cómo volvía a recobrar el entusiasmo y las ganas de enfrentarse a esa nueva etapa en su vida, el miedo iba retrocediendo dando paso a una alegría muy grande. Su padre notó ese cambio con ese abrazo y le dijo:

- Tu madre y yo vamos bajando tus maletas y te esperamos en el coche, pero no tardes.

Ella asintió y él entonces abandonó su habitación. Mimi se levantó de su cama y se acercó a su acomodador, se contempló en el espejo por un segundo y agradeció no haberse puesto a llorar, no quería estropear su trabajo de la mañana maquillándose. Vio que su precioso pelo castaño liso caía sobre sus hombros sin enredos ni imperfecciones y sus ojos marrones le devolvían una mirada de emoción y nerviosismo.

Ella asintió y él entonces abandonó su habitación. Mimi se levantó de su cama y se acercó a su acomodador, se contempló en el espejo por un segundo y agradeció no haberse puesto a llorar, no quería estropear su trabajo de la mañana maquillándose. Vio que su precioso pelo castaño liso caía sobre sus hombros sin enredos ni imperfecciones y sus ojos marrones le devolvían una mirada de emoción y nerviosismo.

Por fin se reunió con sus padres en el coche y se alejaron de allí, Mimi vio cómo su casa se alejaba lentamente hasta perderse de vista tras doblar la esquina, dio un suspiro, no sabía cuándo volvería a su casa otra vez.

Oyó de repente el débil gimoteo de su madre y frunció el ceño, llevaba desde primera hora de la mañana llorando a lágrima viva o soltando gemiditos de angustia y la ponía nerviosa. Se paró a pensar en la de veces que podría haber ido más sitios y haber hecho más cosas pero por culpa de la sobreprotección de su madre nunca lo había podido hacer, ya solo recordó cómo se tomó lo de vivir un año en Japón y sintió que empezaba a hervirle la sangre, ya tenía 20 años y tenía suficiente edad para poder valerse por sí misma…

Llegaron al aeropuerto al fin con tres horas de antelación y una vez sacaron las maletas se dirigieron a la entrada de la terminal y una vez dentro, para su sorpresa se encontraban sus amigas y Michael, Mimi no se lo podía creer y corrió a abrazarles:

- Pero si me despedí ayer de vosotros, ¿cómo es que habéis venido hasta aquí?

- Fue una despedida muy corta pensando que nos veremos dentro de un año…- dijo Stacey su mejor amiga- y te hemos traído esto.

Le entregaron un cuaderno y ella lo abrió, para su sorpresa vio que habían pegado un montón de fotos de ellos desde que se conocían acompañadas de un montón de dedicatorias y frases, Mimi las miró con los ojos llenos de lágrimas las abrazó con fuerza:

- ¡Os voy a echar mucho de menos!

Ellas también lloraron juntas como ella y la abrazaron entre todas más fuerte delante de todos los pasajeros que iban y venían a su alrededor.

- ¡Chicas! Siento interrumpir este momento tan conmovedor, pero necesito hablar con Mimi a solas- dijo Michael de repente.

Las chicas se separaron de ella y la dejaron marchar con él, Mimi siguió a su novio hasta un lugar más apartado y él entonces le dijo:

- Mimi… no sé cómo decirte esto… pero te voy a extrañar muchísimo… no sé si podré estar sin ti tanto tiempo.

- Lo sé, cariño- dijo ella acariciando su mejilla- pero es una oportunidad que no puedo rechazar… te escribiré todos los días y te llamaré siempre que pueda…

- Si lo entiendo, pero aún así…- Michael entonces tomó de su cuello el colgante que le habían regalado cuando cumplió 18 años y se lo entregó a Mimitoma, ten esto para cuando te sientas mal, te puedas acordar de mí…

Mimi lo cogió incrédula, Michael estaba muy apegado a ese colgante y sabía lo mucho que significaba para él, así que se lo puso y le dijo:

- Tranquilo… siempre lo llevaré conmigo.

Tras eso, se fundieron en un largo beso lleno de sentimiento y cariño, Mimi notó cómo las lágrimas emergían de sus ojos cerrados y decidió cortar ese beso antes de hacerle sufrir a él también.

Michael lo entendió y no insistió más, tomó de la mano a su novia y volvieron a acercarse al grupo que les esperaban. A partir de allí, Michael y sus amigas no podrían acompañarla más y al mirarles por última vez en mucho tiempo sintió otra vez ese ya característico vacío en el estómago.

Entonces su padre la tomó del brazo sacándola de su mutismo y le dijo:

- Es hora de entrar, se está haciendo tarde.

Ella asintió y le dio un último abrazo a sus amigas y a Michael, con éste último su abrazo duró mucho más y más fuerte, le echaría mucho de menos.

Mientras ella hablaba con Michael, sus padres habían facturado su equipaje y ya le tendían su billete. Era el momento de pasar al otro lado y ya debía de hacerlo por fin sola. Miró a sus padres. Su madre empezó a llorar de manera desconsolada como solía hacer cada vez que tenía que despedirse de su hija o su marido, y su padre la miraba con un gesto de resignación en el rostro.

Los abrazó con fuerza a ambos y notó cómo su madre hipaba silenciosamente intentando disimular el llanto en público. Sonrió ligeramente, ella nunca cambiaría aunque lo intentase. Una vez se separó de ellos, no sabían que decirse, era una situación muy incómoda y los tres evitaban mirarse:

- Bueno… creo que ya debo cruzar el control, si no, se hará tarde.

- Cuídate hija- dijo su padre tomando a su mujer por los hombros para intentar consolarla y tomó con su mano libre la derecha de su única hija- y recuerda que cualquier cosa que necesites ya sabes que puedes contar con nosotros aunque estés al otro lado del mundo.

Mimi se rio por el comentario y abrazó a su padre con fuerza. Miró por última vez a sus queridas amigas y al amor de su vida y ya por fin avanzó hacia delante sin volver a mirar atrás porque sabría lo que pasaría, sabía que si volvía la vista solo un momento más no podría seguir caminando…

Tras casi 12 horas de insufrible viaje cargado de nervios e incertidumbre, Mimi había llegado al fin al aeropuerto de Tokio. Con resignación, siguió al resto de pasajeros a la salida del avión para llegar a la terminal.

Se sentía muy cansada y pudo ver que ya era de noche, consultó el reloj del aeropuerto y cambió la hora del suyo enseguida. Ya no se encontraba en Estados Unidos. Se puso a recordar que tenía que hacer en ese momento y recordó que un representante de la agencia que contrató para que le ayudaran a encontrar alojamiento y a instalarse en el país estaría esperándola a la salida de la terminal, así que se quedó más tranquila.

Pasó los últimos controles y tras obtener su visado recogió sus maletas y se aproximó a la salida. Pudo ver que allí múltiples personas esperaban al otro lado y se dispuso a buscar el cartel que en teoría llevaría el representante para que pudiera reconocerle.

Por suerte, lo halló rápidamente y se acercó a él, era un hombre japonés vestido con traje y corbata y llevaba consigo un cartel de la agencia. Mimi sonrió, las cosas estaban yendo bien de momento.

- ¿Señorita Tachikawa?- le preguntó aquel hombre en japonés.

- Sí soy yo- contestó ella.

- Acompáñeme, por favor. La llevaremos a su nueva casa.

Siguió a aquel hombre hacia el aparcamiento subterráneo del aeropuerto. Mientras caminaba empezó a fijarse en todo a su alrededor, había muchísimos carteles publicitarios con luminosos colores y escritos en japonés, ella comenzó a leerlos con bastante facilidad, cosa de la que se alegraba así su vida sería mucho más fácil.

Subió al coche en el asiento trasero y saludó al conductor de la empresa, una vez todos subieron, el coche arrancó y se alejaron de allí.

Por el camino, Mimi no dejaba de mirar por la ventanilla intentando recordar cada último detalle de los lugares por los que pasaba, pero le resultó imposible, tanta luz y bullicio le hacían sentirse mareada. Dejó de mirar por la ventana y se acomodó en el asiento, estaba deseando llegar al lugar que a partir de ese momento sería su hogar durante un año y tenía muchas ganas de conocer a sus compañeras de piso, esperaba que fueran más o menos como ella y pudieran congeniar enseguida.

El coche paró frente a un edificio de viviendas bastante luminoso y no demasiado viejo para su alivio. Bajó del coche solo con su equipaje de mano y su abrigo en la mano y los dos agentes le ayudaron a bajar sus maletas. Una vez todo estaba junto a ella, uno de ellos le indicó:

- Sígame por favor, aún tenemos que tomar el ascensor.

Mimi obedeció y tomando una de las maletas avanzó siguiendo al hombre que ya llevaba su otra maleta, Se internaron en el edificio, que era muy luminoso y bastante grande, cosa que le dio bastante alegría a la joven. El ascensor era un poco viejo pero lo importante era que funcionara, así que entró sin pensarlo más:

- ¿Puedo saber qué piso es?

- El tercero, en la puerta segunda.- contestó el hombre de memoria- mire ya hemos llegado.

Ambos salieron del ascensor y se encontraron con un largo pasillo que daba a la calle con unas grandes cristaleras, las viviendas se encontraban en el mismo lado que el ascensor. Buscaron la puerta segunda con la mirada y se hallaba justo al lado del ascensor, había un pequeño letrero de presentación que rezaba "Takenouchi-Yagami", esas serían sus compañeras a partir de ahora.

El hombre que venía con ella llamó al timbre de la casa y ambos esperaron a que respondieran. En un momento, oyeron unos pasos torpes apresurados que avanzaban hacia la puerta, se oyó entonces el sonido de la puerta intentar abrirse, pero ésta no se abrió e inmediatamente oyeron una maldición mientras daba la vuelta a la llave y por fin podía abrir la puerta.

Ante ella, se encontraba una chica joven, Mimi la observó detenidamente sorprendida, era una chica muy guapa, alta y delgada con el pelo corto y castaño como ella y llevaba el flequillo recogido con horquillas, tenía los ojos grandes y marrones claros, pero no fue eso lo que más le llamó la atención, aquella chica llevaba un corto camisón blanco de tirantes que apenas dejaba a la imaginación y ambos se habían quedado impresionados ante la desvergüenza de aquella chica que no parecía importarle estar casi desnuda delante de dos desconocidos. Los miraba con desconcierto y preguntó:

- ¿Puedo ayudarles?

- Vengo a traer a una alumna de intercambio de Estados Unidos- contestó el agente ante el silencio de Mimi- creo que si fueron informadas sobre ello…

- ¡Ah sí!- contestó la chica dándose con la mano derecha en la cabeza- la alumna americana.

Miró a Mimi un momento y se acercó a ella dándole un abrazo para el desconcierto de la joven americana, ya que había estudiado que los japoneses rehuían del contacto afectivo y esa chica acababa de romper con todos los estereotipos existentes:

- Bienvenida a Japón y a nuestra casa- dijo la chica sonriendo- soy Yagami Hikari pero puedes llamarme Kari, parece que seremos compañeras de piso, ¿cómo te llamas?

- Mimi Tachikawa- contestó Mimi aún atónita.

- ¡Ah!- gritó la chica- ¿pero no eras americana? Tienes un apellido japonés.

- Sí bueno…- contestó Mimi- mis abuelos eran japoneses pero toda mi familia nació y vivió en Nueva York desde siempre.

- ¡Qué bien!- dijo Hikari emocionada- viviremos con una japo-americana- miró a las maletas de Mimi y dijo- te mostraré cuál es tu habitación.

Ayudó a Mimi a meter las maletas y entonces el agente miró a Mimi y le dijo:

- Bueno señorita, le entrego su juego de llaves y espero que su estancia en nuestro país sea del todo agradable- hizo un reverencia y se marchó cerrando la puerta.

Una vez sola, Mimi avanzó hacia el salón principal solo cargando con su equipaje de mano, Kari ya se había llevado sus maletas quién sabía dónde. Cuando vio el salón se quedó impresionada, era más grande de lo que se había imaginado pero sus muebles eran bastante viejos aunque parecía que podrían aguantar varios asaltos, se acercó al gran ventanal que tenía frente a ella que daba a una enorme terraza, miró a través de ella encontrándose con la increíble y enorme ciudad de Tokio, llena de luces y ruido…

- Así que tú eres la norteamericana- oyó una voz detrás de ella.

Mimi se dio la vuelta sobresaltada y se encontró con una chica que acababa de entrar en la sala, era una chica también muy atractiva, solo que no era tan alta como Hikari y mucho más delgada, era pelirroja con la melena por los hombros y sus ojos también eran marrones. Aquella chica la estaba mirando fijamente, como intentando descubrir algo horrible en ella solo con la mirada, pero su mirada era como indiferente, como si realmente no le importase quién era ella.

- - dijo Mimi haciendo una reverencia al estilo japonés- encantada, soy Mimi Tachikawa.

Oyó entonces la risa burlona de aquella chica y levantó la cabeza para verla:

- No hagas eso, por favor- dijo ella- no todos los japoneses saludamos así, son esos típicos estereotipos estúpidos.

Tras decirle eso, se sentó en el sofá que chirrió de forma horrible al sentir el peso, tomó una cajetilla de tabaco que había en la mesa y comenzó a encenderlo.

- Perdón, aun tengo mucho que aprender- dijo Mimi sintiéndose ridícula.

- No te preocupes- contestó la chica- soy Takenouchi Sora. Siéntate si quieres.

- No, gracias. Hikari llevó mis maletas a mi habitación y tengo que…

- ¡Oh estabas aquí!- la cantarina voz de Hikari prorrumpió de repente en la habitación- bueno ya conoces a Sora, es buena compañera aunque fuma demasiado… Ven, te enseñaré tu habitación.

Cogió de la mano a Mimi y la llevó hasta su habitación. Era la habitación más alejada del salón, cuando Hikari encendió la luz se encontró con una habitación bastante espaciosa, pero carente casi en su totalidad de muebles y sus paredes blancas carecían de brillo y eran aburridas. Vio que había una cama al lado de la ventana con unos sencillos edredones, un armario empotrado lleno de perchas y una mesa con una silla. Mimi la miró al principio con un poco de pesar, pero luego entró en ella y pensó sonriendo "ya le daré el toque Mimi".

- ¿Te gusta?- preguntó Hikari desde la puerta.

- Bueno… solo necesita algunos pequeños cambios para que sea perfecta- contestó Mimi sonriendo.

Hikari sonrió también. A Mimi le agradaba esa chica tan alegre y adorable, esperaba tener una buena relación con ella y con Sora.

De repente, sonó el timbre y ambas oyeron como Sora se había levantado a abrir la puerta y al rato gritó:

- ¡Kari! Es Daisuke, que ya ha venido.

Ella de repente fue corriendo hacia el salón como alma que lleva el diablo, Mimi intrigada dejó sus cosas allí y la siguió. De repente, se encontró con la escena de su nueva compañera besando a un chico con ansia y toda la pasión que tenía en medio del salón, Sora solo refunfuñó y se volvió a sentar en el sofá, no parecía gustarle mucho lo que estaba ocurriendo.

Y entonces sin mediar más palabra, ambos se tomaron de la mano y entraron el habitación de Hikari cerrando la puerta tras de sí dejando a Mimi totalmente atónita.

- Acostúmbrate yanqui- dijo Sora de repente- y no creo que sea el único, Kari es muy liberal y cada día está con uno diferente, lo que me sorprende es que éste haya vuelto otra vez… debe de ser bueno follando…

Mimi la miró escandalizada, no podía creerse que hablara así de su compañera de piso y tampoco podía creerse que aquella dulce chica con la que había estado hablando hacía escasos cinco minutos pudiera haber cambiado tan radicalmente.

- ¿Pero no es su novio?- preguntó Mimi sin podérselo creer.

- ¿Novio?- preguntó Sora mirándola burlona- Kari no sabe que es tener novio, no le gustan las ataduras.

- ¡Ah, bueno!- dijo Mimi sentándose en el sofá junto a Sora- supongo que cada uno hará lo que quiera…

- ¿Te molesta?- preguntó Sora encendiendo su tercer cigarro desde que Mimi había llegado.

- ¡No que va!- se apresuró Mimi a contestar- solo que no estoy acostumbrada…

- Entiendo- dijo Sora dando una larga calada a su cigarrillo- eres la típica niña de un solo novio modosita y puritana.

- Bueno… si lo quieres decir así- dijo Mimi completamente desconcertada ante aquella contestación tan sincera y sin tapujos.

De pronto, un móvil comenzó a vibrar con una música bastante atronadora encima de la mesa, Mimi le prestó atención y vio que era un móvil bastante pasado de moda y viejo. Sora lo cogió con rapidez y descolgó:

- ¿Sí? ¿Ahora, de verdad? Bueno de acuerdo no tengo nada mejor que hacer… ¿Dónde vamos? Ajá… Vale… en cinco minutos estoy allí. Hasta luego.

Cortó el teléfono y se levantó del sofá como un rayo buscando algo, su chupa de cuero negra, se la puso con rapidez y se dispuso a salir de allí, pero de repente se paró enfrente de ella y le dijo:

- ¿Te apetece conocer la noche de Tokio, yanqui? Iremos a beber hasta que no podamos más, seguro que te diviertes…

- Suena bien- dijo Mimi- pero estoy cansada del viaje y el cambio de hora, además quisiera ordenar mis cosas antes de irme a dormir…

- Como quieras- dijo Sora cogiendo su bolso- mañana nos vemos entonces, por cierto, bienvenida a Japón. Tras decir eso cerró la puerta tras de sí.

Ya sola en el salón, Mimi suspiró largamente. Le habían ocurrido un montón de cosas en menos de dos horas que llevaba en aquel país, se sentía saturada de situaciones extrañas y no sabía que pensar de nada. Consultó su reloj, eran las 12 de la noche y si se iba ya a dormir y descansaba al día siguiente vería las cosas de otro modo.

Así que se dirigió a su habitación y antes de cerrar la puerta se dijo a sí misma "Bienvenida a Japón norteamericana" aunque realmente le resultaba irónica aquella última frase.

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