Posted by : Unknown domingo, 25 de enero de 2015






Capitulo 11: Epilogo

- ¿Papi? ¿Por qué guardas los juguetes? – Dijo una pequeña niña rubia que estaba a punto de romper a llorar – ¡Yo quiero seguir jugando contigo!

Natsu colocó todos los peluches, muñecas y demás cosas que tenía la pequeña en una gran caja cerca a una cama – Ya es tarde cariño, tienes que dormir y si no lo haces tu madre se enojará conmigo – Miró a la niña. Le rompió el corazón verla con esa carita triste, caminó hacia ella y la cargó en sus brazos – Hey pequeña no llores, a papá no le gusta ver a su hijita llorando.

La pequeña rubia hacía todo lo posible por no soltar lágrimas – ¡N-No voy a llorar, y-y-yo s-seré fu-fuerte c-como mi p-papi!

Natsu miró con ternura a su pequeña hija, era la viva imagen de su madre. Una mini Lucy que había heredado todo lo físico con respecto a su madre, pero en cuanto a su conducta no se parecía en nada a ella, eso lo había heredado de él. Y eso le gustaba porque prácticamente ambos se entendían mucho. Lo malo era que gracias a su hiperactividad, se quedaba jugando hasta altas horas de la noche, cosa que a Lucy no le gustaba.

Así que como todo padre que odia ver a su pequeña hija de 4 años a punto de llorar por no poder jugar más ya que era muy tarde y debía dormir, rápidamente la colocó en la cama y le hizo cosquillas. La pequeña soltó grandes carcajadas, haciendo que las ganas de llorar se le fueran al instante.

- Jajaja ¡Papi! ¡Ya no! – Decía la pequeña mientras se reía más fuerte. Natsu dejó de hacerle cosquillas, la debilidad de ella eran las cosquillas, al igual que su esposa.

- ¿Ya no quieres llorar? – Natsu le sonrió a la pequeña.

La pequeña negó con la cabeza suavemente.

Natsu sacó suavemente los zapatitos de su hija, la arropó y la abrigó con las grandes mantas que tenía.

La pequeña rubia lanzó una mirada extraña a su padre – Papi, ¿Por qué me tapas con la manta si no tengo sueño?

- Tienes que dormir preciosa, mañana será un gran día, ¿no te lo dije?

- ¡Iremos de vacaciones a Magnolia! – Dijo la niña emocionada alzando sus manos.

- ¡Y con todos tus tíos perdedores! – Dijo Natsu haciendo referencia a sus amigos.

- ¡Aye! – La pequeña saltó de su cama.

- ¡Natsu! – Se escuchó la voz de Lucy no muy lejos de allí – ¡Haz dormir a la pequeña porque si no mañana no se levantará!

Tanto al padre como a la hija se les hizo la piel de gallina. Cuando Lucy se enfadaba daba miedo.

Natsu miró a la pequeña rubia – ¿Ya lo ves? Mamá se enojará si no te pones a dormir.

La niña hizo un puchero mientras se echaba en la cama, Natsu volvió a taparla con la manta rosada.

- ¡Pero no tengo sueño!

Natsu suspiró, hacer dormir a su hija le tomaba más trabajo de lo que pensaba.

- Entonces te contaré un cuento, ¿vale?

- ¡Aye!

De pronto un pequeño gato azul apareció saliendo debajo de la cama y saltó hacia Natsu.

- ¡Happy! – Dijo Natsu sonriendo – ¡Aquí estabas!

- ¡Quiere escuchar el cuento de papi!

- Muy bien – Dijo Natsu mientras se sentaba en la cama y dejaba a Happy a su lado – ¿De qué quieres que sea el cuento?

La pequeña se quedó pensando hasta que se le vino una idea a la cabeza.

- ¡Ya sé! – Dijo emocionada – Quiero saber cómo fue la historia de papi y mami.

Natsu respiró mientras todos los recuerdos vividos con Lucy y sus compañeros se le vinieron a la mente. Sonrió – Había una vez una princesa llamada Lucy Heartfilia, que vivía en una gran mansión – Estaba haciendo una mini adaptación a su historia verdadera.

- ¿Es esta mansión? ¿Es nuestra casa? – Preguntó la pequeña.

- Sí cariño – Prosiguió – Pero ella estaba triste, ella era una fantasma que quería encontrar a su príncipe azul, y sin embargo no había nadie que estaba dispuesto a casarse con ella. Y así fueron pasando los años y la hermosa mansión se convirtió en una tenebrosa y terrorífica. Lucy seguía manteniendo su belleza, pero por el tiempo pasado se veía más demacrada y pálida.

La pequeña miraba atenta a su padre, sin querer perderse ningún hecho que iba a contar. Ambos no sabían que Lucy estaba detrás de la puerta, escuchando y sonriendo.

- Entonces un día de primavera, un joven ladrón llamado Natsu estaba robando una joya importantísima de la ciudad de París, y al no encontrar un escondite se dirigió corriendo hacia la tétrica mansión, sin saber que allí se encontraba una fantasma y que por esa razón, la gente no acudía a ese lugar.

- Pero papi, ¿Hace cuánto fue eso? ¿Muchísimos años?

- Eh…fue hace… ¿diez? ¿Nueve años? – Se quedó pensando hasta que entendió la broma de su hija al ver que ella estaba a punto de reírse – ¡Hey yo no soy tan viejo! ¡Tengo 29 años!

- ¡Pero mami es más joven que tú!

- Eso es porque nos llevamos casi dos años – Dijo Natsu con el ceño levemente fruncido – Pero sigo igual de joven y apuest-

- ¿Me estás llamando vieja y fea? – Dijo Lucy levemente enojada, entrando.

Natsu sabía que tanto él como Lucy, no habían cambiado casi en nada, seguían teniendo la apariencia de jóvenes, sólo se refería a que ella estaba un poquito más vieja porque su cuerpo ya no era el de una adolescente de 17 años, ahora era una esbelta y hermosa mujer de 27 años.

Pero aunque él le explique eso, ella no se iba a salir de su enojo.

- ¡Mami! – Dijo la pequeña emocionada – ¡Papi está contando la historia de ustedes! ¡Ven!

Lucy sonrió ante la ternura de su hija, miró a Natsu. Dejaría pasar su enojo esta vez.

- Y bien ¿qué tanto se demoran? – Dijo Lucy sentándose en el otro lado de la cama mientras miraba a su pequeña hija – Ya casi ha pasado una hora, deberías dormir cariño.

- ¡Me dormiré si papi termina de contarme la historia de ustedes! – Dijo la pequeña.

- Bien – Dijo Natsu suspirando, iba a resumir la historia porque en serio su hija tenía que dormir. Si no, no se podría despertar al día siguiente puesto a que era muy dormilona como él.

- El ladrón se escondió en la mansión y conoció a la hermosa princesa fantasma – Dijo mirando a Lucy mientras ella le devolvía la sonrisa – Al principio le dio un poco de miedo, pero luego se dio cuenta de que Lucy no era mala. Entonces se hizo su amigo y le prometió que la liberaría de ser fantasma, le presentó a sus amigos y tiempo después, ambos se enamoraron y ella dejó de ser fantasma, ya que había encontrado a su verdadero amor. Eso fue todo ahora si a dormir preciosa.

- ¿Tan corta? Pero-

- Tienes que dormir linda – Le interrumpió Lucy arropándola.

- Quisiera saber qué paso luego – Murmuró la pequeña

- Oh bueno – Dijo Natsu – Luego de eso vivimos aquí en París con los demás, conseguí trabajo, nos quedamos en la mansión y la renovamos para que tenga luz eléctrica, cocina con gas, etc. Lucy se acostumbró a vivir en una ciudad moderna, nos casamos, tuvimos a una linda niña y vivimos felices para siempre.

Lucy suspiró – ¿Ya terminaste Natsu?

- Sep – Dijo Natsu mirando a la pequeña – Ahora si, a dormir preciosa.

- Algún día quisiera encontrar a mi verdadero amor – Dijo la pequeña fantaseando.

Natsu frunció el ceño, poniéndose celoso de lo que acababa de escuchar – ¡Hey eres muy joven y muy linda para tener novio!

- Okay papi – Dijo la pequeña bostezando.

Natsu se acercó y besó la pequeña frente de su hija – Que tengas dulces sueños linda, duerme bien.

Lucy besó también la frente de la pequeña – Duerme bien cariño, te quiero.

- Te quiero mami, te quiero papi – Dijo la niña cerrando suavemente sus ojos.

Lucy se dirigió a la salida de la habitación. Natsu caminó despacio y apagó la luz, cerró la puerta de la habitación de su pequeña y se dirigió hacia su habitación, donde estaba Lucy.

Al llegar la encontró mirando las estrellas desde la gran ventana, como lo hacía cuando tenía 17 años. Sonrió y se acercó hacia ella, envolviéndola en sus brazos.

- Hey – Dijo Lucy volteando a verlo, sin dejar de abrazarlo – Te saltaste la parte de cuando conocimos a Poluchka y de la boda donde desaparecí y cuando-

- Prefiero no recordar eso – Dijo Natsu mirando a los ojos de su amada – Prefiero recordar los momentos felices que pasé junto a ti.

Lucy sonrió – Me gusta este lugar, me recuerda cada noche que pasé junto a ti mirando a las estrellas.

- Es cierto – Dijo Natsu mirando a las estrellas – Aquí fue nuestro primer beso.

Lucy besó suavemente los labios de Natsu. Le encantaba cuando él le decía cosas románticas.

- Y también fue nuestra primera vez.

- ¡Natsu! – Dijo Lucy sonrojada.

Natsu rió, sabía que ella se sonrojaba y se ponía toda tímida como si fuera adolescente. De todas maneras su linda esposa no perdía esa esencia de dulce chica inocente que conoció en el pasado.

- ¿Qué? ¡Pero si es verdad!

- ¡Es verdad! Pero…

- ¿Pero qué? – Natsu volvió a acercarse a su amada mientras la besaba en los labios, rozando su lengua con la de ella, sintiendo mágico ese momento de tener a Lucy cerca de él. De saber que la tenía y que nunca iba a alejarse de él.

Sin darse cuenta los dos amantes ya se encontraban echados en la cama, besándose a la luz de la luna y de las estrellas, sintiendo la pasión que tenían y que siempre se demostraban día a día, transmitiendo sus sentimientos de cariño, de amor y de entrega.

Fue hasta en ese momento en que Lucy se dio cuenta que Natsu estaba por quitarle el camisón de seda.

- ¡Natsu! ¡Ahora no!

Natsu gruñó – Pero Luce…

- Recuerda que tenemos que descansar, mañana viajaremos ¿no? Además que tendremos que mirar a nuestra pequeña bebé mientras juega con los hijos de los demás y-

- Sí ya entendí – Dijo Natsu – Pero no tengo sueño.

Lucy se dio una palmada en su frente, era un dolor de cabeza lidiar con su hija y con él, eran iguales.

- ¡Pero qué puedo hacer! No puedo contarte un cuento y-

- Tus ojos son cafés ¿no? – Interrumpió Natsu

- No, son chocolates.

- Pero parecieran que son chocolates – Natsu miró a los ojos de Lucy – Tienes café en la mirada, será por eso que no tengo sueño.

Lucy rió ante la estupidez de Natsu.

- ¿Qué puedo hacer para que tengas sueño? – Le preguntó con una sonrisa.

- Pues… – Dijo Natsu mirando a Lucy – Tienes que besarme hasta el amanecer.

Y dicho esto la besó, dispuesto a tenerla entre sus brazos y a demostrarle lo mucho que la amaba.

Porque estaba seguro de que el amor traspasaba el tiempo, espacio y límites.

Y que ahora, gracias a Lucy, creía en los fantasmas y en el amor.

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