Posted by : Unknown
martes, 27 de enero de 2015
Capitulo 2: Extrañas Compañías
Un nuevo día despertaba en la capital japonesa, amanecía un día soleado y bastante caluroso para tratarse de mediados de septiembre. La joven norteamericana se levantó de su nueva cama sintiéndose recuperada de todo cansancio, se incorporó y miró a través de la ventana, al ver los rayos del sol penetrar a través de ella, sintió una emoción y alegría que no recordaba en mucho tiempo.
Se levantó y comenzó a colocar su ropa en el armario, ya que la noche anterior no había tenido fuerzas para nada y también colocó todas las cosas que había traído para intentar dar un toque más personal a su nueva habitación.
Lamentó que no hubieran llegado las cajas que había enviado semanas antes con toda su ropa de cama y toallas, las iba a necesitar, pero esperaba comprar algunas cosas hasta que llegasen.
Una vez terminó de poner en orden las cosas, abrió la puerta de su habitación y al llegar al salón se encontró con una imagen terrorífica. Todos los muebles estaban movidos de manera poco ordenada y por todas partes había botellas de vino y de otras bebidas alcohólicas vacías o casi terminadas, algunas estaban sobre la mesa unas junto a otras, pero otras estaban tiradas en el suelo cuyo líquido estaba desparramado por la alfombra y suelo e incluso rotas y sus pedazos se encontraban por toda la casa, además de todo eso dos ceniceros encima de la mesa principal se hallaban rebasados de ceniza y colillas y éstas se caían de ellos manchando la mesa.
Pero eso no fue lo único que allí encontró, allí en el sofá tapada con la funda que cubría el sofá se hallaba Sora dormida, su pelo naranja estaba despeinado y tapaba su rostro, pero se la notaba bastante pálida y su respiración bastante pausada, cosa que le asustó. Se acercó a ella y empezó a llamarla:
¡Sora! ¡Sora!
Sora solo se dio la vuelta dándole la espalda mientras emitía gruñidos de desaprobación, pero Mimi no cesó de su empeño y siguió llamándola tirándole del brazo, hasta que ella suspiró derrotada volteándose a mirarla con los ojos confusos y con cara de sueño:
Yanqui, ¿qué haces en mi habitación?
Aquella pregunta la pilló totalmente desprevenida y contestó con cierta ironía:
Bueno no sabía que el salón era tu habitación, creía que era un espacio común de la casa.
¿El salón?- preguntó Sora incorporándose y mirando el salón sin terminar de creérselo- ¿Qué hago yo aquí?
No sé- dijo Mimi levantándose- pero aquí parece que ha habido una estampida de rinocerontes furiosos, ¿no habías salido?
Sí…- dijo Sora, pero de repente sintió una punzada de dolor agudo en la cabeza y se llevó las manos a la cabeza- ¡Ay qué dolor de cabeza!
Anda espera aquí que voy a traerte una pastilla- dijo Mimi resignada- ¿Dónde las tenéis?
En el armario de encima del fregadero de la cocina- dijo Sora.
Mimi entró en la cocina por primera vez desde que había llegado, era pequeña pero bastante luminosa y los electrodomésticos eran bastante modernos, solo que cuando entró la encontró totalmente caótica con un montón de ropa y trapos tirados, el suelo con manchas de comida y la cocina sin limpiar. Mimi suspiró, no entendía cómo solo dos personas podían ensuciar tanto.
Abrió el cajón que Sora le había indicado y de repente le cayó en la cabeza un paquete de sobres para el estómago, miró el cajón confundida y vio que estaba tan lleno de cosas que en cualquier momento temió que se le cayera todo encima, así que decidió buscar con cuidado de no tocar nada.
Por suerte, pudo leer en una de las cajas la palabra cabeza e intuyó que sería ese, así que lo tomó y cerró el cajón y si no era ese que lo buscara Sora.
Cuando entró otra vez en el salón con un vaso de agua en una mano y la pastilla en otro se encontró con que Sora miraba fijamente las botellas como si creyera que podría moverlas con el pensamiento. Se sentó a su lado entregándole lo que llevaba que aceptó de inmediato tragándose la pastilla rápidamente, en ese momento apareció Kari por la puerta con la misma cara de resaca que Sora, cuando las vio a las dos en el sofá las sonrió y se sentó a su lado:
Hola chicas- saludó mientras bostezaba.
Hola Kari- contestó Mimi, pero al ver que no decía nada sobre el caos que había en el salón le preguntó- ¿Qué ha pasado aquí?
¡Ah!- dijo Kari- bueno que a las 3 de la mañana vinieron Sora y sus amigos con un montón de bebidas alcohólicas que ya habían cerrado los bares y querían seguir bebiendo y Daisuke se marchaba en ese momento, pero al final nos quedamos los dos con ellos bebiendo hasta que se marcharon a las siete de la mañana, ¿no oíste nada?
No que va- dijo Mimi sin acabar de creerse que hubiera habido una fiesta en su casa y no se hubiera enterado de nada.
Estarías muy cansada- dijo Kari- íbamos a ir a llamarte por si querías tomar algo, pero pensé que quizás estabas muy cansada por el viaje y te dejamos tranquila, pero descuida que cerramos la puerta del salón que da a las habitaciones con llave para que nadie fuera a molestar.
Gracias- dijo Mimi ahora comprendiendo porque no había oído nada.
¿Sora qué haces ahí echada?- preguntó Kari.
No sé- dijo Sora- me despertó la yanqui esta mañana y estaba aquí.
Puff… la verdad es que estabas bastante ebria- dijo Kari-con decirte que empezaste a gritarle a la televisión y a besuquearte con tu amigo Keigo…
Joder…- dijo Sora tomando de la mesa su paquete de cigarros para llevarse uno a la boca- recuérdame que no vuelva a beber nada nunca más.
Creo que ya es la milésima vez que tenga que recordarte ese juramento- dijo Kari poniendo los ojos en blanco.
Mimi las escuchaba sorprendida, no terminaba de entender por qué hablaban con tanta naturalidad sobre algo cómo borracheras, resacas y fiestas descontroladas. Pero trató de pensar sobre ello antes de juzgarlas y debería esperar a acostumbrarse.
Bueno chicas- dijo ella intentando cambiar de tema- deberíais desayunar y yo voy a comprar todo lo que necesito…
Por cierto- dijo Sora recordando algo- se me olvido decírtelo ayer, hace dos días encontramos en el buzón una tarjeta del departamento de envíos, creo que son tus cosas y debes de ir a buscarlas.
¡Ah!- dijo Mimi más aliviada- creí que no habría llegado.
Mimi- dijo Kari- nos vamos contigo, aun no conoces la zona y además…
¿Eh?- dijo Sora interrumpiendo- ¿desde cuándo yo estoy incluida en tus planes? No sé si te acuerdas Hikari, pero me encuentro fatal.
La culpa es tuya por beber tanto y dormir en el sofá- contestó Kari ignorando que su compañera cuando estaba molesta la llamaba con su nombre completo- así que vístete y nos vamos.
Para la sorpresa de Mimi, Sora se levantó del sofá y se dirigió a su cuarto sin rechistar, pero dio un portazo que se oyó por toda la casa. Kari solo sonrió y dijo:
No te preocupes por ella, suele ser un poco huraña y algo distante, pero es buena persona y seguramente aunque no lo demuestra está deseando ayudarte a que te instales…
De repente su móvil sonó interrumpiendo su conversación, lo miró un momento y lo cogió:
¡Hola Yuki! Sí estoy bien… no ayer estuve en casa toda la noche… es que ya por fin llegó mi nueva compañera americana… ¿Quedar esta noche? No puedo lo siento… aun quiero ayudarla a instalarse y esas cosas… Sí, te llamaré mañana… Adiós.
Cortó el teléfono y lo tiró en el sofá dando un suspiro de fastidio. Mimi sentía curiosidad por todo lo que había dicho, pero no se atrevía a preguntarla, Kari pareció notarlo y le dijo:
Siento haberte utilizado de excusa… es que bueno… Yuki y yo solemos acostarnos juntos a veces pero él cree que hay algo más y es muy celoso.
¿Y no hay nada más?- preguntó Mimi.
No, solo nos lo pasamos bien, no sé por qué tiene que malinterpretarlo todo- dijo Kari fastidiada- los hombres son odiosos.
¿Y no has tenido ningún novio?- preguntó Mimi acordándose de lo que le había dicho Sora la noche anterior.
Bueno he tenido varios, pero no me dura ninguno, son muy pesados y me canso enseguida- dijo Kari-¿Y tú tienes novio?
Sí- dijo Mimi acordándose de Michael- se llama Michael y llevamos dos años juntos.
¿Has venido desde el otro lado del océano con novio? Jo chica, qué poco te va a durar…- Sora acababa de entrar en el salón ya vestida.
¿Por qué?- preguntó Mimi- Solo va a ser un año y volveremos estar juntos.
Sora la miró sin que lograra convencerla, pero no dijo nada. Mimi vio que ya se había vestido, iba muy sencilla con unos vaqueros rotos por las rodillas, una camiseta negra de tirantes y unas sandalias de verano, a pesar de la sencillez de su indumentaria Mimi reconocía que su compañera era muy guapa por naturaleza aunque pasase completamente de su aspecto y de todo en sí.
¿Nos vamos ya?- preguntó ella mirando la puerta.
¿No tenéis hambre?- preguntó Mimi dándose cuenta por fin del hambre que tenía.
Sí, vamos a desayunar- dijo Kari levantándose del sofá- ¿Qué tenemos Sora?
No sé… leche quedará y no se sí galletas o cosas por el estilo- dijo Sora como si no le importase demasiado.
Bueno ya mirare yo… ven conmigo Mimi que te explicaré cómo tenemos todo organizado.
Siguió a Kari hasta la cocina y mientras ella le explicaba las cosas esenciales, sacaba las cosas para desayunar, no encontraron gran cosa pero al menos lo suficiente para poder comer algo las tres.
Se sentaron las tres en la mesa del salón y desayunaron silenciosamente, cuando terminaron Mimi se incorporó para recoger las cosas, pero vio que sus compañeras no se movían ni intentaban a ayudarla:
No hace falta que lo hagas- dijo Kari- luego si eso recogemos todo esto, ¡vámonos ya!
Tras decir eso, tomó sus llaves y abrió la puerta, Mimi y Sora la siguieron al exterior cerrando la puerta tras de sí.
Por fin Mimi pudo sentir la vida de Tokio en todo su esplendor, era tal cual se lo había imaginado, lleno de gente, tráfico, trenes… todo se movía a un ritmo frenético y sin descanso, contemplaba maravillada aquel trasiego imparable y levantó la cabeza mirando maravillada aquellas anchas calles y edificios altos…
¡Vamos yanqui, que seguro que estos edificios no son tan altos como los de Nueva York!-oyó que Sora le gritaba y ella solo sonrió y contestó.
Es que me encanta todo… es tan grande y tan activo.
Ambas al oírla se rieron y siguieron caminado, Mimi corrió hacia ellas para alcanzarlas. Se adentraron en un supermercado que había en la esquina, Mimi tomó una cesta para ella sola ya que necesitaba muchas más cosas, pero sin embargo Sora y Kari cogieron una para las dos y empezaron a meter en ella un montón de comida basura, dulces y bollos, ella las miraba escandalizada ante la cantidad de calorías que pensaban comer y preguntó:
¿Pero solo vais a comprar eso?
¡No, claro que no!- dijo Kari riéndose- ahora compraremos ensaladas y verduras y algo de comida preparada para mí.
¿No coméis carne?- preguntó Mimi.
Yo no- dijo Sora- soy vegetariana y no tomo nada de carne y Kari no sabe cocinar y todo se lo compra hecho.
¿No sabes cocinar?- preguntó Mimi a Kari preocupada- ¿Solo comes comida preparada?
Bueno…- contestó Kari avergonzada- solo llevo los meses de verano viviendo sola, aun no he aprendido…
No te preocupes entonces- dijo Mimi sonriéndola- a mí se me da muy bien cocinar, así que si quieres te puedo enseñar.
¿En serio? ¡Gracias!- dijo Kari abrazándola con cariño. Mimi ya había vivido en primera persona los arrebatos de afectividad de la muchacha, así que solo le dio unas palmaditas en la espalda.
Por fin compraron todo lo que necesitaban y lo dejaron en la casa, Mimi vio con disgusto la visión del salón lleno de botellas de alcohol y los muebles movidos, Sora se dio cuenta de ello y dijo:
Sí, casi que mejor vamos a recoger esto Kari.
Os ayudo- dijo Mimi contenta.
En un momento recogieron todas las botellas en bolsas y limpiaron la alfombra y los muebles, que los volvieron a colocar en su sitio. Contemplaron las tres con satisfacción lo diferente que estaba la sala, entonces Kari dijo:
Bueno ya que hemos arreglado la casa, vámonos a la calle otra vez, tenemos que enseñarle a Mimi todos los sitios donde vamos.
Kari abrió la puerta de la casa otra vez enérgicamente y sus compañeras la siguieron cerrando otra vez la puerta. Mimi volvió a sentir el bullicio de la calle y volvió a ponerse de buen humor, sus dos compañeras decidieron llevarla a un restaurante de sushi donde solían ir cuando no tenían nada que cenar. Nada más entrar allí vio que se trataba del típico restaurante de comida japonesa pequeñito y con varias personas sentadas frente a la barra unida a las cocinas, el camarero nada más verlas las saludó con familiaridad:
¡Buenos días chicas! ¿Venís a comer?
¡Hola!- dijo Kari con su acostumbrado entusiasmo- sí, venimos a comer aquí con nuestra compañera norteamericana, Mimi éste Matsumoto Kouichi, es nuestro camarero favorito.
Encantado Mimi- dijo él haciéndole una reverencia propia de Japón- bienvenida a Japón.
Gracias- dijo ella devolviéndole la reverencia- encantada.
Nos vamos a sentar al fondo, pediremos lo mismo de siempre, ¿no Kari?- interrumpió Sora la presentación.
¡Sí, lo de siempre!- dijo Kari y volviéndose a Mimi le dijo- ya verás, te va a encantar.
Mimi asintió y se sentaron las tres en una mesa al fondo del establecimiento, mientras esperaban Sora y Kari comenzaron a contarle cosas sobre su vida.
Entonces Mimi se enteró de que Kari tenía 19 años y estudiaba Magisterio de educación infantil, ya que le encantaban los niños pequeños, sus padres vivían en Tokio, pero siempre estaban viajando a causa de su trabajo por todo el mundo y casi nunca los veía y tenía un hermano mayor que estudiaba Derecho. Pero lo que más le sorprendió es que Kari estuvo el primer año en una residencia universitaria femenina, pero se hartó y se marchó de allí sin que sus padres lo supieran y se fue a vivir con Sora que era la mejor amiga de su hermano mayor desde la infancia:
¿Pero cómo te marchaste de la residencia sin que tus padres lo supieran? ¿Y el dinero?
Mis padres tienen tan poco tiempo para pensar en mis gastos que me van ingresando todos los meses la cantidad correspondiente para pagar la residencia, que es superior a lo que pago yo de alquiler así que no tengo problemas de dinero- le explicó Kari con una naturalidad que asustaba.
¿Pero no deberías decirle a tus padres que estás viviendo en un piso?- preguntó Mimi.
Imposible- negó Kari rotundamente- me obligarían a volver a la residencia, pasaran de mí pero cómo sus amistades se enteraran de que vivo sin control sería la hecatombe para ellos… pero yo prefiero vivir a mi aire y Sora es buena compañera, así puedo llevar a mi casa todos los chicos que quiera…
Mimi no sabía que pensar, no quiso pensar en qué ocurriría si a ella le pasase algo y sus padres no supieran dónde está…
Después supo más de la vida de Sora, tenía 21 años y estudiaba Bellas Artes, trabajaba por las tardes de camarera para poder pagar el piso y no se hablaba con su madre, no quiso hablar de ella más, solo dijo que tenía una floristería allí en Tokio, pero que no se hablaban desde que ella se marchó de casa a los 18 años:
Es mejor estar sin ella- dijo Sora encendiendo un cigarrillo- yo me las arreglo muy bien sola y no la necesito, no nos llamamos ni por Navidades.
Ni Mimi ni Kari dijeron nada, preferían no decir nada sobre ello ya que era un asunto del que no le gustaba hablar demasiado, Kari entonces miró a Mimi y le preguntó:
¿Y tú, Mimi? ¿Cómo fue tu vida antes de venir?
Bueno- dijo ella buscando por dónde empezar- mis abuelos paternos son japoneses pero se marcharon a Estados Unidos muy jóvenes, por lo que mi padre conoció a mi madre en Nueva York y allí nací yo. Acabo de cumplir 20 años y estudio Japonés, pedí una beca para venir a estudiar aquí de forma inmersa y como sé hablarlo desde pequeña me la concedieron. Tengo novio que se llama Michael y tenemos la misma edad.- buscó en su bolso la foto que había cogido antes de marcharse y se la mostró.
¡Qué guapo es tu novio!- dijo Kari mirando la foto- ¿Tú qué piensas Sora?
Muy yanqui- dijo simplemente Sora dando una calada al cigarrillo.
Vale- dijo Kari riéndose- eso significa que te parece guapo.
Sora no dijo nada y Mimi se echó a reír. En ese momento les trajeron la comida y Mimi reconoció enseguida de qué se trataba aquel tipo de sushi, lo tomó con los palillos con maestría y se lo llevó a la boca, masticó un poco y enseguida notó ese sabor que tanto le gustaba de ese pescado y dijo:
¡Delicioso! Mucho mejor que el que comía en Nueva York.
Está muy bueno- dijo Kari llevándose un trozo a la boca- para mí este es el mejor restaurante donde lo preparan.
Tengo que aprender a prepararlo, entonces- dijo Mimi- un día de estos os cocinaré algo mío, me encanta cocinar.
Mientras no tenga carne…- dijo Sora también comiendo provocando la risa de las dos.
Y siguieron comiendo mientras hablaban animadamente, Mimi no pensaba que iba a conectar tan bien con sus dos compañeras y se alegró de su buena suerte con ellas, pero aun quedaba empezar en la nueva facultad, el curso comenzaría en tres días y se sentía nerviosa porque las cosas también le fueran bien.
De repente, su móvil comenzó a sonar, lo cogió del bolso y sonrió, era Michael y de repente cayó en la cuenta de que no había llamado ni una vez a nadie desde que había llegado, descolgó y dijo:
¡Hola!
Por fin Mimi- dijo Michael desde el otro lado con tono de fastidio- llevamos intentando llamarte toda la tarde.
¿Sí?- dijo ella extrañada- lo siento estaba con mis compañeras que me estaban enseñando las cosas.
¿Qué tal todo?- preguntó él ya más contento.
Muy bien, todo muy bien- dijo ella- pero ya te contaré más tarde que si no te va a costar un montón.
Cierto- dijo él- pues entonces te dejo y en cuanto puedas conéctate al skype y hablamos más tranquilamente.
De acuerdo- dijo ella- ¡Te quiero!
Y yo- contestó él- te echo de menos.
Yo también- dijo ella- un beso.
Colgó el móvil y entonces le asaltó una duda que debía preguntar a sus compañeras:
¡Chicas! Tenéis conexión a internet, ¿no?
¡Claro que sí!- dijo Kari.
De acuerdo, necesito internet para poder hablar con mis padres y Michael, pero yo pagaré lo que me corresponde, no os preocupéis.
Eso pensábamos nosotras que hicieras- dijo Sora sonriendo sarcásticamente, de repente se levantó y añadió- bueno chicas, ya tengo que entrar a trabajar, así que os veré por la noche.
Sí- dijo Mimi- yo quiero pasar por mi facultad y luego por la oficina de envíos a buscar mis cosas.
Vale, yo te acompañaré a los dos sitios- dijo Kari- no tengo nada que hacer y los dos sitios están lejos para que vayas tú sola.
Gracias Kari- dijo Mimi realmente agradecida.
Ya…- dijo Sora riéndose- ¿no será una excusa para no quedar con Yuki? Porque esta mañana te oí darle largas como cada día.
¡No es cierto!- dijo Kari gritando como una niña- de verdad que quiero ayudar a Mimi.
Sora se echó a reír y no la hizo más caso, fueron las tres a pagar pero tuvieron que ayudar a Mimi ya que aun no se aclaraba con los yenes, cosa que le hacían sentirse avergonzada.
Salieron de allí y Sora se fue por la derecha y ellas por la izquierda en dirección a la boca de metro, Mimi sonreía, se sentía muy contenta, no solo estaba en la ciudad de sus sueños sino que además vivía con dos chicas encantadoras con las que tendría muy buena relación, su estilo de vida era un poco diferente al suyo pero confiaba en que podrían llegar a ser buenas amigas muy pronto.