Posted by : Unknown martes, 20 de enero de 2015



Capitulo 1: La novia fantasma y el Ladron


Corría y corría, esquivaba a las personas que impedían su paso, chocaba con algunas, pero no paraba de correr.

Dobló una esquina, esperando que la policía lo dejase de seguir, sin embargo, lo seguía siguiendo.


- Mierda – Dijo el joven encapuchado, preparándose para correr otra vez, visualizó una reja y la trepó, esa reja daba camino hacia una parte más alejada de los suburbios más pobres de la ciudad de París.

Se encontraba casi solo, en una zona desolada, habían casas degradadas y en mal estado. La policía no dejaba de seguirlo. Se estaba cansando de tanto correr, pero eso no impedía que él siga corriendo. Temía ser capturado y no poder salir de la cárcel. Por primera vez se arrepintió de robar una joya de alto
precio, sólo para sacar más dinero y así salir de su pobreza.


Dobló otra esquina, la policía había perdido su paso. "Bien" pensó, pero no hay que cantar victoria, de seguro no tardaban en encontrarlo. Debía de encontrar una salida o un escondite. Pero rápido.

Miró a todos los lados posibles, casas desoladas y pobres, arbustos secos, nada.

Hasta que vio algo que podría hacerlo esconder de su crimen. No muy lejos de allí, en una zona bastante descuidada y abandonada, se encontraba lo que
había sido la gran mansión Heartfilia, que de muy seguro en los tiempos de los nobles del siglo XVIII debía de ser muy cuidado por la aristocracia, pero ese
es otro tema.


El joven criminal encapuchado se dirigió corriendo hacia las viejas y oxidadas rejas que abrían paso hacia la antigua mansión.

Con suerte las pudo abrir por lo antiguas y descuidadas que estaban. Cerró las rejas para no marcar su evidencia y corrió por el gran jardín, donde al centro de este se divisaba una gran pileta vieja, el jardín estaba seco y lleno de ramas resecas de los árboles que rechinaban y movían con el fuerte viento, donde
no se podían apreciar ninguna rama ni hoja verde. Un ambiente casi tenebroso y lúgubre, que a cualquier persona haría regresar por el camino donde había comenzado, pero para él eso no era tan importante ahora.



Subió rápidamente los pequeños escalones que daban hacia la entrada. Cuando estuvo por entrar a la gran mansión por la gran puerta principal, se dio cuenta de que estaba cerrada con una especie de candado oxidado, pero fuerte – Mierda, tengo que encontrar otra salida – Susurró buscando a los alrededores de la mansión abandonada y vieja.

Cuando en eso visualizó una pequeña puerta cerca de la parte trasera de la mansión, se encontraba mal sellada por maderas en muy mal estado por el tiempo que había pasado, como si alguien las hubiera puesto para que nadie entre a aquel lugar. Al chico no le importó ese detalle e intentó sacarlas, hasta que logró sacar la mayoría. Abrió la puerta y la cerró para que la policía no se cerciore de que alguien había entrado a la zona abandonada y desolada.

Suspiró y se deslizó por la puerta hasta quedar sentado en el piso. Se quitó la capucha de su gran chaqueta color negra, dejando ver su corta y puntiaguda cabellera rosada. Sacó de su bolsillo la joya carísima que había robado hace unas horas, por suerte no se rompió ni se rajó, según lo que había escuchado de su colega Gray, ese collar con diamantes grandes, era una reliquia antigua de los aristócratas de la época de la monarquía francesa.

Había acordado con Gray – que también era ladrón – que ambos iban a robar piezas de sumo valor para poder salir de la pobreza que tenían a causa de viajar a Francia por una beca de estudios, junto con sus compañeras Juvia, Erza y su compañero Gajeel. Todos de 18 años. Y sin embargo, habían sido engañados, haciendo que llegaran a Francia y que las personas que les habían prometido la "beca de estudios", lograran quitarles toda cosa de valor, quedándose sin dinero.

Luego de ver la magnífica joya y guardarla en su bolsillo, se dispuso a ver la mansión. Más que mansión, parecía una especie de palacio antiguo. Pero con diferencia de que los muebles principales y espejos del salón principal habían sido robados o sacados, porque el gran salón se encontraba casi vacío.

Comenzó a caminar con paso lento. Los candelabros de arriba se veían viejos y oxidados, parecía que en algún momento se iban a caer. Visualizó varios cuadros de ricos nobles de aquella época, pero el que más le llamó la atención fue el enorme cuadro de una pared, en donde parecía que una familia noble aristócrata se encontraba en el gran jardín, contando con que éste estaba muy bien cuidado y lleno de flores. En la descripción de abajo decía: "Familia Heartfilia". Al parecer, estos habían sido los dueños del lugar en donde él se encontraba. Vio que había una pareja adulta de nobles aristócratas, con una vestimenta del siglo XVIII, junto con una chica joven, no más de 20 años, rubia, no muy alta y de unos grandes ojos color chocolate, que se supone que era su hija. La chica era hermosa, llevaba un gran vestido de color celeste. Parecía una princesa. Aunque no se podía apreciar la imagen tan nítidamente por la gran cantidad de polvo que había en el lugar. Él estaba seguro que esa señorita, hija de ricos nobles, podría haber sido una de las jóvenes aristócratas más hermosas en esa época.

Se fue a investigar un poco más de esa zona. Se preguntó por qué no la mantenían en cuidado si era una mansión. Tal vez podrían hacer un sitio donde los turistas podían visitar a menudo o un museo, o Dios sabe qué otras cosas hubieran podido hacer con la mansión.

Lo que más le llamaba la atención era que en los otros grandes salones, todo estaba intacto, empolvado, pero intacto. Se preguntó también por qué la gente de los alrededores no se le había ocurrido robar, habían muchas cosas de valor. Se fue al gran comedor, donde los platos finos y las copas estaban sobre la mesa, todo elegantemente ordenado, como si en aquel momento estuvieran en una celebración importante. Habían viejas botellas de vino sobre la mesa.

Tuvo la tentación de robar unos cuantos platos y copas. Eran finos, de la nobleza alta. No había nadie allí y nadie se daría cuenta.

Estaba por coger una pequeña copa hasta que sintió una presencia extraña, como si alguien más estuviera allí en el mismo salón.

Por un momento pensó que era la policía que lo estaba buscando, así que volteó bruscamente para saber quién era.

No vio a nadie. Subió los hombros. Tal vez fue su imaginación paranoica de temer ser capturado.

Cogió la pequeña copa, la vio detenidamente. De plata, fina, muy empolvada, pero bien detallada y  hermosa.

- ¿Es usted un invitado? – Se escuchó una voz femenina no muy lejos de allí, sorprendiendo al joven.

Sorprendido y atemorizado porque alguien lo descubriera, volteó rápidamente a ver de quién provenía esa voz delicada. Sin embargo, no encontró a nadie.

Miró a los alrededores. No vio a nadie. Un poco de temor comenzó a invadirse dentro de él, no es que fuera una persona miedosa. Él no creía en fantasmas, pero sus amigos y la mayoría de personas que había conocido durante toda su vida sí creían, y siempre les contaban historias, historias que él no creía para
nada.


Pero ahora él estaba comenzando a dudar. Estaba dudando si estos existían o no.

Negó con la cabeza levemente. No, él no era esa clase de chicos ingenuos que creían en  estupideces.

Ignoró lo que había escuchado hace un momento y se dispuso a limpiar suavemente la pequeña copa, quitando gran cantidad de polvo con la manga de su chaqueta negra para poder guardarla.

- Le pregunté si es que usted es un invitado – Se escuchó otra vez esa voz, pero más cerca de él.

Se le vino un nerviosismo, llenándole de hormigueo en todo el cuerpo. Al parecer no debió de haber ignorado lo anterior. Siendo valiente volteó para ver de quién se trataba.

Vio a la chica más hermosa que pudo haber visto en su vida.

Llevaba un largo vestido antiguo, totalmente blanco del siglo XVII, como el de una novia, un poco escotado, pero estaba en muy buenas condiciones, se veía sedoso; su cabello rubio estaba amarrado en un peinado elegante y tenía unos grandes ojos achocolatados. Parecía una muñequita de porcelana que vendían en las tiendas más caras de la ciudad.

La chica llevaba el ceño levemente fruncido – ¿Q-quién es usted? ¿De qué familia proviene? ¿E-es usted un invitado? – Dijo con voz miedosa.

El joven no sabía qué hacer ¿Qué hacía una chica linda vestida de novia en medio de un lugar abandonado de la ciudad? ¿Y por qué rayos quería saber de qué familia venía?

Se le vino a la cabeza las probabilidades del por qué ella estuviera allí, pero recordó la imagen que vio hace unos minutos.

La hija de los nobles Heartfilia. La chica con el vestido celeste. Los ojos chocolates.

Abrió los ojos. ¿Sería posible?

No, no puede ser. Él no cree en fantasmas.

Tal vez sería una ladrona también, pero que sabía actuar de indefensa.

- Soy Natsu – Dijo el joven descaradamente alzando la copa – Y pienso robarme esta copa ahora mismo.

- ¡N-no puede robársela! – Dijo con más miedo la joven – ¡En unos momentos empezará mi boda! ¡No puede arruinarla!

¿Boda? ¿De qué mierda hablaba esta chica?

- ¿Qué? – Dijo Natsu incrédulo – No hay ninguna boda por aquí ¿Es que acaso no ves que el ambiente está abandonado?

- ¡No! – Protestó la chica – Deje esa copa en su lugar, o tendré que llamar a los guardias.

Natsu suspiró y dejó la copa en su lugar, esta muchacha loca lo estaba hartando.

Sintió un poco de pena por la chica, tal vez alguien la había drogado y la había traído hasta la lúgubre mansión. Tal vez había sido una de esas chicas ingenuas que viajan al extranjero solas y son ultrajadas.

Pero bueno, ahora necesitaba robar para conseguir salir de ese país junto con sus amigos. Ya después se ocupará de salvar a la chica.

- Mira – Le dijo Natsu – No hay ninguna boda ¿sí? – Si no lo iba a dejar tranquilo por las malas, tendría que hacerlo por las buenas – Todo está desolado y empolvado, no sé muy bien la historia de esta mansión, pero alguien te debió de engañar que aquí había una boda, así que ¿por qué no mejor te vas por donde regresaste?

La chica lo miró atónita.

- ¿Usted no sabe de quién es esta mansión? – Le dijo con un tono disgustado – ¡Esta es mi mansión! ¡Soy Lucy Heartfilia! Hija del noble duque Jude Heartphilia y la duquesa Layla Heartfilia – Natsu abrió los ojos – ¡Y en estos momentos mi boda estará a punto de comenzar! ¡No puede arruinarla!

Natsu abrió los ojos sorprendido, la joven lo miraba furiosa.

"Familia Heartfilia" Recordó el nombre del gran cuadro que había visto.

Se frotó las sienes, volteó y cerró los ojos, intentó rezar, aunque por el nerviosismo, no pudo hacerlo, intentó relajarse, se convenció a sí mismo y recordó que no había tomado ningún tipo de alcohol en los últimos días ni lo habían drogado, que los fantasmas no existían y que esas historias eran puros cuentos baratos sacados de la imaginación de alguna persona estúpida que tenía mucha imaginación; y ni mucho menos de que estaba loco. Se tranquilizó un poco, volvió a mirar a donde se encontraba la chica que se hacía llamar Lucy Heartfilia. Esperando que sólo fuera un producto de su imaginación.

Y en efecto ella seguía allí, con esa expresión enojada. Natsu bufó, esto no podía ser posible. Iba a intentar convencerse que los fantasmas no son reales y que ella es una chica que sabe mucho de historia francesa antigua y que sólo quería espantarlo.

- Si estás jugando a ser la hija de los nobles duques, pues ya déjalo niña, no me gusta perder el tiempo.

- ¡Yo no sería capaz de jugar con eso! – Alzó la voz la muchacha – ¡Guardias! – Gritó con alguna esperanza de que alguien viniera.

Sin embargo no vino nadie.

"Esta chica loca está hablando tontería y media" Pensó Natsu auto convenciéndose de que ella era una persona real "Mejor la llevo a la salida, robo lo necesario y me largo de aquí"

- Mira, no quiero ser mal educado, pero sería mejor que… – Se acercó hacia ella, para poder agarrar su mano, sin embargo, no pudo agarrarla, traspasó su mano, como si fuera una ilusión óptica – ¿Pero qué mier-

- ¡No diga palabras soeces! – Dijo la chica asustada alejándose de Natsu, hasta que se dio cuenta de que no pudo sentir el tacto de la mano del chico – ¿Por qué no pude sentir su mano?

Natsu miró sorprendido a la joven, no podía tocarla, esto ya no era normal, la miró bien, si era un fantasma de la verdadera señorita Lucy Heartfilia, debía de decir el año en donde ella creía que estaba, así estaría seguro. Si no estaba equivocado, esta mansión era del siglo XVIII, y él sabía un poco de historia francesa antigua, específicamente sólo un poco de la revolución y esas cosas. No por nada se ganó una beca de estudios, aunque él era más hábil en matemáticas y letras que en historia, pero bueno, ese es otro tema.

- Disculpa – Le dijo Natsu con voz temblorosa, temiendo a lo que la señorita le iba a responder – ¿Puedes decirme en qué año estamos?

- Pues, hoy estamos 11 de julio de 1789 – Le dijo Lucy con desconfianza – Hace poco he cumplido los 17 años, y ahora se celebrará mi boda para poder salir de Francia con mi familia y escapar de la revolución.

Natsu miró estupefacto a la joven. En realidad, actualmente se encontraban en el año 2013, en pleno siglo contemporáneo.

La chica no era en realidad alguien de allí, su acento y vocabulario "muy formal" no era de la época que las chicas de esa edad usan usualmente en la actualidad, y su vestimenta de novia no era de su época.

Había dicho la fecha exacta en donde en la época de la chica, se estaba produciendo la revolución francesa. Ella había dicho su nombre completo, su estatus social, su edad, ¡Todo encajaba!

Natsu Dragneel ese mismo día descubrió que los fantasmas en realidad sí existen, pero no como la gente le decía.

Había tenido la "suerte" de haber conocido a un fantasma de una chica ingenua, un poco loca y sobre todo, hermosa. Pero aunque ella sea "diferente", no dejaba de causar en él un poco de miedo, por ser alguien que no tiene vida.

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