Posted by : Unknown domingo, 25 de enero de 2015






Capitulo 8: Amour

Natsu Dragneel no sabía qué sentir en ese mismo momento.

Hace no mucho de dos minutos, Poluchka había acabado de decir la única solución para que por fin Lucy sea libre y feliz como él y todos sus amigos ansiaban para su amiga fantasma. Pero lamentablemente, no todos se tomaron la noticia como esperaban, un silencio inundó la biblioteca, sus amigos miraron tristemente al peli rosa, ellos estaban en contra de tal solución, pero era su amigo el que decidía. Natsu estaba confuso y había tenido una rara emoción al saber que Lucy lo amaba, cosa que lo hacía sentir más…vivo, pero ¿Morir? ¿No habría otra solución? Él siempre se había preguntado cuándo llegaría su muerte, y siempre esperaba a que fuera cuando sea anciano, no cuando estaba en plena juventud, eso sería terriblemente  espantoso. 

El silencio siguió inundando la sala, Poluchka respiró profundamente y decidió tomar la palabra.

- Lucy es el único fantasma aquí – Prosiguió – Ella fue la única persona que fue asesinada sola en la mansión, si hubiera sido diferente se habrían encontrado con más fantasmas.

- T-Tía – Habló Jellal nerviosamente – Disculpa si te interrumpo pero… ¿Estás segura que no hay otra solución para liberar a Lucy?

Todos voltearon a mirar a Poluchka con esperanzas de que ella les dijera otra cosa, pero sin embargo ella negó con la cabeza – Lo único que ella deseaba cuando ella estaba viva era encontrarse con su alma gemela y ser feliz – Hizo una pausa y dirigió su mirada hacia Natsu – Natsu, sé que para ti será difícil admitirlo porque tal vez no te has hecho esta pregunta, pero ¿la quieres?

Natsu se quedó en silencio y con una expresión dudosa asintió con la cabeza, haciendo que sus amigos tomen una expresión de sorpresa.

- Entonces si eliges matarte – Dijo Poluchka – Tendrías que hacerlo simulando una pequeña ceremonia de bodas dentro de la mansión, en donde todos nosotros seamos cómplices de tu entrega de amor por Lucy. Antes de que la beses, tendrás que tomar un veneno, acabando con tu vida.

- ¡Natsu no lo hagas! – Dijo Erza llorando mientras era abrazada por Jellal, quien la consolaba. Ella se hundió en el pecho de éste – ¡Eres como mi hermano menor! ¡No soportaría que te mates!

Jellal abrazó fuertemente a Erza e intentó calmarla mientras ella se aferraba más a él. Natsu vio a sus amigos con tristeza, él sabía que los haría sufrir mucho si elegía matarse.

- Tía – Dijo Levy tímidamente – Si Natsu se mata…no habrían posibilidades en que él se convierta en un fantasma ¿o sí?

- Si Natsu en verdad ama a Lucy no se convertirá en fantasma cuando muera, porque estaría cumpliendo su cometido de ver a su amada feliz y libre, por lo tanto él también sería libre, no un fantasma.

Todos se quedaron en silencio, ahora tenía más sentido. Natsu sintió incomodidad al sentir todas las miradas tristes de sus amigos, escuchaba los llantos de Erza y los lagrimeos de Juvia, seguido por las palabras de consuelo que Gray le daba a esta. Sentía impotencia, dolor, escalofríos, duda, confusión. No sabía  exactamente qué decir ni cómo actuar en ese instante, no quería pensar en nada, porque lo único que tenía en su mente era cierta chica de cabellera rubia.

Así que decidió irse de la sala para evitar todo ese ambiente lleno de tensión y tristeza, dejando a sus amigos y a Poluchka solos. Se dirigió a la habitación de Lucy, quería ver si se encontraba mejor, pero se llevó con la sorpresa de que ella no estaba allí, consternado se fue a ver a todas las habitaciones de la mansión, abriendo cada puerta y llamándola, pero no la encontró; buscó en el salón principal, debajo de las escaleras, la  cocina, los pasillos, nada.

Suspiró pesadamente rendido de buscar a la fantasma que de seguro se había escondido en algún lugar de la mansión en el que él no podría encontrarla, se dirigió al jardín a respirar aire fresco, caminó por el área verde, sonrió al recordar lo muy feliz que fue al ver a Lucy llena de alegría por ver el jardín como estaba antes, se sentó en una banca que estaba cerca a la gran pileta y arrancó un pequeño clavel blanco. Le hacía recordar a ella, tan blanca, tan pura, tan pequeña e inocente, así como era ella, él la había conocido y juraba que ella era la chica más perfecta que había conocido en su vida.

- Así que me estabas buscando.

Sorprendido, se giró al reconocer la suave voz. Lucy estaba a unos metros detrás de él, parada y con una mirada triste y melancólica.

- ¡Lucy! – Natsu se dirigió hacia Lucy – ¿En dónde estabas? ¿Cómo te sientes? ¿Ya estás mejor?

Lucy miró extrañada a Natsu – ¿Cómo lo haces?

Natsu la miró extraño – ¿Qué?

- ¡No te hagas el tonto! – Dijo Lucy un poco molesta – ¿Cómo haces para estar tan bien y preocuparte por mí? Cuando en verdad ahora lo que más importa eres tú… – Suspiró – Escuché todo Natsu y ¿sabes qué? No tienes por qué hacerlo, no te sientas obligado…sé que no me quieres y por lo tanto no lo hagas porque no me gustaría para nada que te mates por obligación…así que mejor – Soltó lágrimas – ¡Mejor anda y vuelve a tu vida rutinaria para regresar a tu país y déjame tranquila!

Lucy no soportó más y se fue hacia la mansión llorando, se sentía humillada al saber que Natsu sabía claramente lo que ella sentía por él. Y le ponía furiosa que Poluchka le diga semejante solución, pensando que él no sentía nada por ella y que por la presión de Poluchka o por pena hacia ella, él terminaría matándose, cosa que ella no soportaría y no se lo perdonaría nunca.

Natsu se quedó solo en el jardín, sintiendo una gran presión en el pecho. ¿Lucy me quiere? ¿Piensa que yo no la quiero? Se preguntaba mentalmente ¿Qué he hecho para que se enoje? Sentía angustia, si bien detestaba que Lucy llorara, pero odiaba que ella se enoje y llore por él haciendo que ahora todo apuntara hacia él. Se preguntaba también si en su anterior vida había hecho mal para tener tanta presión de parte de Poluchka y Lucy.

Así que suspiró y se sentó en la pequeña banca, mirando una vez más el pequeño clavel blanco que le hacía recordar tanto a su querida y triste fantasma.

-¿No vendrás con nosotros? – Preguntó Gray preocupado.

Natsu miró su reloj, eran las seis de la tarde y todo se estaba oscureciendo.

- Quiero quedarme – Miró a Gray – Quiero quedarme con Lucy, ya sabes, ella no está bien del todo, necesita mi apoyo y además… quiero pensar bien sobre…

Gray sonrió y dio una pequeña palmada en el hombro de Natsu como símbolo de hermandad – No tienes por qué decirlo, todos ya sabemos a lo que te refieres.

- Chicos, todos están listos para irse – Se acercó Erza, que de repente miró a Natsu tristemente – Natsu, te quedarás ¿no?

Natsu asintió con la cabeza. Erza lo abrazó.

- Perdona mi actitud de la mañana, es que-

- Lo sé Erza – Interrumpió Natsu abrazándola también – Sé que yo soy como tu hermano menor, y descuida – La miró a los ojos – Yo te considero también una hermana, solo que tú eres la mayor – Le sonrió.

Erza sonrió, se deshizo suavemente del abrazo y se limpió una lágrima.

- Eres un gran amigo – Le dijo Gray haciendo que Natsu lo mire extraño, era raro entre los dos expresarse cariño – Y hemos pasado por tantas cosas que también te considero un hermano, oh y no te preocupes, sé que tú también me consideras uno así que no te molestes en decirlo – Bromeó haciendo que Natsu soltara una pequeña risa – Y no te preocupes Natsu, si en verdad amas a Lucy y estás dispuesto a hacer lo posible por salvarla, nosotros te apoyaremos en cualquier decisión que tú tomes.

Natsu miró incrédulo a sus dos amigos ¿En serio? ¿Apoyarlo en cualquier decisión que tome? ¿Aunque sea la muerte?

Una vez más miró a sus amigos y los abrazó, los había conocido desde la secundaria estudiando juntos, y así crearon lazos de amistad que con el tiempo y sus experiencias se fueron tornando más fuertes. Y ahora, con todo este problema, sabía que no estaba solo, tendía a los mejores amigos que lo apoyaban en todo y no importaba si era una locura.

- Oigan dejen los abrazos para después, parece que están celebrando la legalización de la relación homosexual entre Natsu y Gray – Interrumpió Gajeel arruinando el momento de amistad de sus tres amigos que lo fulminaban con la mirada – Hey no se enojen, sólo bromeaba – Dijo sonriendo y corrió a abrazar a sus amigos que seguían abrazados, imitando un abrazo familiar – ¡Oye Juvia ven únete!

- ¡Juvia también quiere unirse al abrazo! – Juvia se fue con una velocidad impresionante a abrazar a sus amigos.

Jellal, Levy y Poluchka veían el momento tristemente, sabiendo que esa era como una despedida emocional para ellos.

- ¡Yo también quiero abrazo! – Wendy salió debajo de la mesa abalanzándose entre los jóvenes que se estaban abrazando, haciendo que pierdan el equilibrio y caigan al piso.

- ¡Oye Wendy! – Le reprochó Jellal – ¿Cuántas veces te he dicho que no seas imprudente?

- Oigan chicos, perdonen por interrumpir el momento pero el autobús no demora en pasar por la avenida y nos estamos demorando en ir hacia allá – Dijo Levy.

Una vez que todos se despidieron y se fueron hacia la salida, Natsu se quedó solo en el salón principal con Poluchka.

- ¿No vas a ir? – Le preguntó Natsu.

- Sí, solo que antes de hacerlo tengo que decirte algo.

Natsu miró a la mujer de avanzada edad con una expresión extraña, se supone que ya le dijo todo ¿Qué más faltaba decirle?

- Seré bastante breve, así que no te preocupes – Prosiguió – Sólo yo pude sentir su tacto por ser una médium, pero te diré otra cosa. Si en verdad la amas, podrás sentir su tacto también, así que no te asustes – Después de haber dicho esto se fue junto con los demás jóvenes que estaban afuera de la mansión, dejando solo a Natsu con una expresión dudosa.

Natsu suspiró profundamente. Otra vez estaba solo, aunque pensándolo bien siempre lo había estado, desde que era pequeño no había tenido a nadie, ni a papá ni a mamá. Siempre había estado así, solo.  Completamente solo. Y solo así había salido adelante.

Miró a su alrededor y recordó la primera vez que entró al lugar, estaba lleno de polvo, de telarañas, tenía un aspecto tenebroso y lúgubre. Con su encendedor, prendió un candelero y se dirigió a la cocina,  específicamente al gran comedor, en donde conoció a Lucy. Se colocó en el lugar y cogió la copa que hace casi un mes iba a robar. Rió internamente cuando recordó lo ridículo que se sintió haberse espantado de Lucy, de un alma tan pura e inocente que no haría daño a nadie.

También recordó cuando ayudó a Lucy a ya no sentirse sola, cuando él fue su primer amigo y hasta ahora el mejor para ella. Recordó cuando le presentó a sus amigos y que poco a poco dejaron su miedo al ver que ella no causaba daño.

Guiándose por la luz del candelero, recorrió toda la mansión, recordando paso a paso los momentos en el que vivió con Lucy en ese mes, en cómo la novia fantasma ganó el corazón del ladrón. Sonrió cuando Lucy le leía con su melodiosa voz su obra favorita de Shakespeare: Romeo y Julieta, le encantaba escuchar su voz leyéndole, deleitándose con cada palabra que ella decía en las noches, cuando miraban las estrellas, lo graciosa que ella se veía al espantarse de una pequeña araña, olvidando que ella estaba muerta y no podía hacer nada, lo linda que era cuando le sonreía y lo hermosa que era cuando despertaba a su lado mientras ella no dejaba de mirarlo.

Sin darse cuenta Natsu estaba subiendo las escaleras, hacia la habitación de la rubia, ¿Entonces esto se siente? ¿Esto es estar enamorado? Se preguntaba una y otra vez.

Dudó una vez más. En su vida, nunca lo había estado y se había prometido no amar. Juraba nunca amar a nadie, sus padres nunca lo habían hecho con él y lo abandonaron, todos lo ignoraban, excepto sus amigos, a los que guardaba un gran cariño especial.

¿Amaba en realidad a Lucy? Pensó y volvió a recordar una vez más todos esos momentos que atesoraba en su memoria. Y allí lo entendió todo, él no podía vivir sin Lucy, sabía que si no moría tal vez sus amigos estén bien, pero él no, y le costaría muchísimo olvidarla. Sabía que ella lo amaba, y él estaría dispuesto a darlo todo, todo por ella, por verla feliz, por verla libre. Daría hasta su vida por ella, porque la amaba, y para el amor no existe tiempo, ni espacio y mucho menos límites.

Además sus amigos se tenían unos a otros: Gray tenía a Juvia, Erza estaba un poco colada por Jellal y éste también, y estaba seguro que Gajeel terminaría estando con Levy.

Vio la gran puerta que estaba frente a él y entró a la habitación donde solía dormir con Lucy. Sonrió, ella estaba allí, en la oscuridad, mirando a las estrellas como de costumbre. Cerró la puerta, colocó el candelero en la pequeña mesita de noche y se puso al lado de la rubia, mirando también a las estrellas.

- Pensé que te habías ido – Lucy rompió el silencio con un semblante un poco serio sin dejar de mirar a las estrellas – ¿Son lindas no?

- Sí, cada vez que las veo me hacen recordar a ti – Dijo Natsu contemplando las pequeñas estrellas que iluminaban la noche.

Hubo un pequeño silencio. Lucy frunció el ceño.

- Mejor te hubieras ido…si lo piensas bien hubiera sido mejor para ambos, tú podrías rehacer tu vida y yo me quedaría aquí, estaría a salvo y estoy acostumbrada a estar sola, además-

- Lucy, ninguno de los dos estaría bien si me voy.

- ¡Pero qué dices! ¡Claro que estaríamos bien! Además que-

- Lucy, deja de auto convencerte de que todo irá bien sin tenernos a nosotros mismos, ¿no lo entiendes?

- ¡Deja de decirme todo eso! – Gritó levemente Lucy – ¡Me haces daño!

Natsu miró a la rubia, se acercó un poco más a ella pero Lucy se lo impidió.

- No te acerques… – Se alejó y miró al suelo – ¿Podrías…irte? Por favor Natsu.

Natsu recordó las palabras de Lucy cuando la conoció. Qué ironía, al principio ella le pedía que se quedase y ahora le rogaba que se fuera. Sabía que ahora ella estaba enojada y no le apetecía hablar con él, así que dejaría que la tormenta se calme para volver a hablarle y confesarle sus sentimientos.

Sin decir más se dirigió hacia la salida, dispuesto a dormir en el suelo del salón principal. Pero un sollozo de parte de la rubia le impidió dejar la habitación.

- Espera – Le dijo Lucy tapándose la cara con las manos – Perdona mi mala educación... – Se dirigió hacia Natsu – Quédate.

Natsu sonrió y volteó a mirarla – ¿Ya terminaste? ¿Ya no me gritarás?

Lucy se intentó limpiar las lágrimas pero fue en vano, salían más lágrimas de sus ojos.

- Odio ser tan llorona.

- No te preocupes – Le dijo Natsu – Aunque llores te ves bonita.

Lucy lo miró y se sonrojó.

- Natsu, no tienes por qué morirte – Suspiró, y miró a los grandes ojos de su amado – Y-yo seré feliz si tú lo eres.

Natsu miró tiernamente a Lucy, ella era tan linda.

Se acercó lentamente a ella – Entonces déjame ser feliz a tu lado, que no me gusta verte llorar.

Por instinto intentó limpiar con sus dedos las lágrimas que rodaban por las pálidas mejillas de la rubia y los dos jóvenes se sorprendieron. Natsu logró sentir a Lucy, podía sentirla al tocar su suave y fría mejilla, las heladas lágrimas que salían de sus hermosos ojos achocolatados. En ese momento recordó las palabras que Poluchka le había dicho: "Si amas verdaderamente a Lucy, podrás sentir su tacto". Cogió con sus dos manos el rostro de Lucy y con sus pulgares limpió el resto de lágrimas. Lentamente se acercó más a ella y besó su mejilla, luego su frente y luego su otra mejilla.

- Natsu – Susurró Lucy cuando se dio cuenta de que sus labios estaban por unirse con los labios del peli rosa.

Natsu la calló con un beso. Un beso que le llenó todos los sentidos, haciendo que ambos jóvenes se expresaran su amor mediante la unión de sus labios y el dulce sabor de sus lenguas explorando sus bocas. Sintiendo lo que es entregarse a uno, a darse amor, a amar y ser amado, y a nunca querer estar separado del otro.

Sin darse cuenta siguieron dándose besos en la cama de Lucy, expresándose mediante suaves caricias el cariño que se tenían uno al otro.

Lucy jadeó un poco, Natsu se separó de ella para tomar aire, y se echó a su lado, abrazándola, como si no quisiera separarse de ella.

- No me dejes – Dijo Lucy.

- No lo haré – Natsu le dio un pequeño beso en la cabeza – Nunca.

- Prometiste que me harías feliz.

- Y lo haré – Natsu la miró a los ojos – Quiero verte feliz Lucy.

- Yo…yo quiero ser feliz a tu lado.

- Entonces me casaré contigo.

Lucy lo miró sorprendida – ¿Estás seguro que-

- Lo estoy – Afirmó Natsu besándola suavemente en los labios – No quiero estar sin ti Lucy – Susurró.

- ¿Me amas? – Lucy miró los ojos de Natsu.

Natsu miró profundamente a los grandes ojos chocolates de Lucy y asintió – Sí, con todo mi corazón – Dijo besándola apasionadamente una vez más. Demostrándole que con un beso podía decirle todo su amor. Saboreando sus dulces labios, sintiendo el cielo, haciendo mágica esa noche para ellos dos.

Natsu estaba decidido: Moriría por Lucy y sería libre con ella. Así los dos serían felices, y ni la muerte podría separar su amor.

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