Posted by : Unknown lunes, 2 de febrero de 2015



Capitulo 21: Reencuentro

En ningún momento de su vida se había sentido tan feliz como en ese momento, Yagami Taichi se encontraba junto a ella sonriendo como nunca le había visto sonreír.

Su sonrisa era diferente, se le notaba más cálido y aquello se le contagiaba haciéndola sonreír de forma abierta e incluso con cierto nerviosismo por el extraño cosquilleo que sentía en el estómago cuando él simplemente tomaba su mano o le sonreía abiertamente solo a ella.

Era un sueño. No podía creerse que él estuviera junto a ella, que atrás hubieran quedado sus incesantes errores, que no existiera la distancia que les
separaría irremediablemente tarde o temprano y que él la quisiese de la misma manera con la que ella lo quería.

- Nunca creí que esto se hiciese realidad- dijo ella casi en susurro pero suficientemente audible para él.

Él se rio ligeramente al oírla y pasó su brazo por la cintura de ella para acercarla más a él mientras ella le abrazaba con cariño y recostaba su cabeza sobre su pecho. Pudo notar cómo su corazón latía ligeramente apresurado y cómo su pecho subía y bajaba al compás de su respiración. Aquella situación le producía un sentimiento de bienestar que hacía tiempo que no sentía, era esa sensación de sentirse tan cerca y tan afín a una persona la que le hacía estremecerse y le producía unas profundas ganas de llorar de pura felicidad.

- Es realidad, Mimi- dijo él separándola ahora de su cuerpo para mirarla a los ojos- Te quiero más de lo que nunca quise a nadie.

Al mirar sus ojos pudo ver en ellos un brillo especial que le decía todo. Él sentía lo mismo que ella y nunca podría haber pensado llegar a ser tan feliz como en ese momento. Se quedaron largo rato perdiéndose en la mirada del otro, ella nunca lo había visto tan atractivo como en ese momento y deseó estar aún más de lo que estaba cerca de él.

- Te quiero Tai- le susurró ella en su oído.

De repente, él tomó su rostro con su mano y la acercó a él uniendo sus labios en un largo y dulce beso que produjo una tempestad de sensaciones en el interior de la chica, sentía escalofríos por todo el cuerpo y una sensación de electricidad que la hacían estremecerse bajo el beso de él. Deseaba más de él y sabía que no podría parar…

De pronto, aquella imagen desapareció como si se evaporase hacia la nada. Mimi se estremeció y de un golpe se despertó encontrándose con simple y deprimente oscuridad. Confusa, trató de ubicarse en espacio y tiempo, tardó un rato en darse cuenta de que se encontraba en su habitación de Estados Unidos y en Navidades.

En cuanto vio que se había despertado de un sueño realmente profundo, se sintió totalmente abatida y frustrada. Otra vez soñaba con él y cada vez aquellos sueños se volvían más y más reales, pronto no sabría diferenciarlos.

Se sentó en la cama con las piernas extendidas y trató de recuperar la calma tras aquel despertar tan brusco, respiró varias veces lentamente y a la vez volvió a evocar aquel último sueño. Siempre era lo mismo, desde que había llegado a Estados Unidos no había sido capaz de pasar una noche tranquila, aquellos sueños le asaltaban por la noche y la dejaban al despertar con una terrible sensación de desazón.

Por el día trataba de pensar de forma racional para intentar convencer a su subconsciente de que aquello era una locura y que no podía seguir deseando a Tai, pero por las noches le jugaba malas pasadas evocando recuerdos con él y situaciones que ella misma deseaba en el fondo de su ser.
Enfadada una vez más consigo misma, recogió sus piernas hasta que estuvieron pegadas a su cuerpo y escondió la cabeza entre ellas. La sensación de ahogo y de vacío en su interior era muy intensa y tenía que eliminarla lo más pronto posible.

Quería llorar, estaba harta de aquella situación que parecía no tener salida por ninguna parte. Se sentía en medio de una batalla entre lo que debía hacer y lo que ella realmente quería, sabía claramente que quería estar con él pero no podía dejarse llevar por aquellos sentimientos egoístas, solo al recordar sus ojos con aquella mirada de decepción y frialdad sentía ganas de llorar con fuerza.

Trató de echarse otra vez para intentar volver a dormirse, se repitió a sí misma varias veces no pensar en Tai ni una vez y volver su mente a otra cosa que nada tuviese que ver, así ella pensaba que dejaría de soñar con él.

Finalmente, logró no sin esfuerzo conciliar el sueño y cuando abrió los ojos observó sorprendida que ya era de día y se alegró de que al menos no volvió a soñar con nada que pudiese recordar. Se incorporó pesadamente e intentó levantarse, pero tenía aún mucho sueño y no se sentía con fuerzas para moverse.

Sentía que los ojos le pesaban y un ligero dolor en las sienes, siempre le solía ocurrir cuando había dormido poco y se lamentó en su fuero interno. Se iba a marchar de vuelta a Japón esa misma tarde y lo que menos le apetecía era dormitar en el asiento del avión destrozando su cuello.

Volver a Japón. Mimi no sabía si quería o no volver ahora, estaba aterrada por lo que pudiese encontrar empezando por Tai y acabando por Kari. Le alarmaba el hecho de no haber hablado con Kari en todo ese tiempo y que Sora tampoco le hubiese dicho nada sobre ella cuando habían hablado, suponía que a esas alturas ella ya sabría lo que le había hecho a Tai y seguramente no estaría muy contenta sabiendo la relación que tenían ambos.

De repente oyó que llamaban a la puerta. Ella consultó el reloj de su mesa de noche y vio que aún era un poco pronto para empezar a hacer cosas para irse al aeropuerto, así que extrañada preguntó:

- ¿Sí?

En ese momento, apareció por la puerta su madre. Estudió su rostro y vio que parecía extrañada e incluso un poco preocupada, cerró la puerta lentamente y le empezó a decir en voz baja:

- ¡Mimi! No te lo vas a creer, pero acaba de venir Stacey. No sé qué querrá así que no la he dejado pasar del salón y si tú no quieres verla, no tendré inconveniente en echarla de aquí.

- ¿Stacey?- preguntó Mimi alarmada, no le parecía un buen comienzo de día después de la noche que había pasado.

- Si no quieres verla, no te preocupes- contestó su madre- no tienes por qué hacer esfuerzos si no estás segura.

Pero Mimi negó con la cabeza y se levantó de la cama. Buscó en el armario algo más apropiado para ponerse, no quería que Stacey la viera recién levantada, quería sentirse totalmente segura de sí misma cuando se enfrentase a ella. No le dijo a su madre nada acerca de lo que iba a hacer, simplemente cuando ya estuvo preparada se volvió hacia ella y le dijo:

- Mamá, esto es algo que quiero hacer yo sola, aunque grite o llore no vengas… quiero solucionar esto por mí misma.

Satoe asintió sin objetar nada y salió de la habitación para perderse por la casa y oír lo menos posible aquella conversación.

Mimi salió de su habitación y cerró la puerta tras de sí. Avanzó lentamente por el pasillo en dirección hacia las escaleras que la llevarían hasta la que fue su mejor amiga. Una vez que alcanzó las escaleras, respiró con profundidad para tranquilizarse y así disminuir el ritmo de los latidos de su corazón que ahora le golpeaban con fuerza el pecho haciéndola incluso algo de daño.

Finalmente, se decidió a bajar a un ritmo lento, sus piernas no querían dejarla avanzar más, estaba realmente nerviosa por lo que iba a enfrentarse.

Conocía a Stacey y sabía que ella no sería tan comprensiva como Michael o quizá ni la dejaría explicarse.

En el salón se encontraba la susodicha esperándola sin haberse sentado en ninguna parte, las miradas de ambas chicas se encontraron y Mimi notó hostilidad en la mirada de su amiga, pero no se dejó amilanar, ella había actuado mal, pero su amiga peor por haberse metido entre Michael y ella. Así que intentó sonar lo más fría posible y trató de hacer notar con su mirada que se sentía tan molesta como ella.

Bajó los últimos peldaños de la escalera y Stacey se acercó a ella desafiante, notó que tenía ganas de pelea y aunque ella no solía tolerar ese tipo de comportamientos, esta vez pasaría por alto sus principios, era una cuestión de orgullo y no pensaba dejarse ganar:

- Hola Mimi- le saludó Stacey- quería hablar contigo, pero tu madre no me ha dejado entrar más allá de aquí.

- Este sitio me parece adecuado para lo que quiera que tengas que decirme- contestó Mimi de forma sarcástica.

- ¿Te estás burlando de mí?- preguntó Stacey que parecía dispuesta a enfrentarse a ella.

- Para nada- contestó Mimi con una sonrisita de indiferencia que la asustó en su fuero interno al verse demasiado parecida a Sora- ¿De qué quieres hablarme?

Stacey pareció serenarse un poco y decidió empezar a hablar, pero para nada apartó su mirada desafiante de Mimi que también la miraba enfadada por su actitud:

- Ya sé que ahora estas de buenas con Michael y que has logrado engañarlo con tus formas dulces y encantadoras, pero a mí no me engañas, sé que vas a intentar recuperarle porque te has quedado sola y no soportas que los demás seamos felices.

Mimi entonces miró a la chica que tenía delante de ella boquiabierta, simplemente no podía creerse lo que estaba oyendo. Le dieron unas ganas irresistibles de reírse a carcajadas de ella y también de abofetearla y gritarla hasta dejarle claro lo que pensaba, pero finalmente se decantó por lo primero y se rió con ganas de lo que Stacey había dicho ante su mirada incrédula:

- No sé de dónde has sacado semejante tontería, pero bueno, como chiste ha sido algo bastante gracioso- contestó Mimi cuando logró de dejarse de reír.

Stacey la miraba sin ser capaz de decir nada, en ese momento no reconocía a aquella chica que allí mismo se estaba riendo de ella en su cara. En su vida había visto a Mimi de esa forma tan sarcástica y ácida, parecía como si se le hubieran cambiado en la aduana y esa chica fuese otra. Pero ello no la hizo retroceder, al contrario, la incitó más a decir todo lo que pensaba:

- No es ninguna tontería- comenzó a decir- no soy tonta y sé lo que ocurre, como te mandó a la mierda el tío con el que estabas en Japón ahora quieres que Michael vuelva contigo para no estar sola, ¿verdad? Pues no te lo permitiré, amo a Michael y tú no te interpondrás entre nosotros…

- No pienso hacer eso- contestó ella cansinamente, estaba empezando a enfadarse de verdad.

- ¡Por supuesto que sí!- gritó Stacey y cada vez decía más cosas sin sentido- como si no fuese verdad que te tiraste a otro en Japón y te largó en cuanto pudo y ahora te sientes mal…

- ¡No hables de lo que no sabes!- dijo de repente Mimi ahora sí que furiosa y deseando golpear a la chica- ¡no me acosté con nadie en Japón, no pienso volver con Michael y mucho menos Taichi me dejó!

- ¡Anda!- exclamó Stacey triunfante- así que el gran desconocido se llama Taichi.

- Pues sí- dijo Mimi y esta vez dejó que todo lo que sentía saliese a la superficie- y también te diré que ojalá hubiera seguido a lo que realmente sentía y hubiera decidido estar con él, porque le quiero. Le quiero y no importa que no le vuelva a ver más porque seguiré queriéndole hasta el fin.

Stacey no decía nada, estaba algo avergonzada por haberse portado así con Mimi al saber lo que ella realmente sentía, pero los celos que sentía ante el miedo de que Michael no la quisiese eran demasiado grandes como para poder arreglar los problemas con Mimi.

Por otro lado, Mimi estaba fuera de sí y no pensaba tardar en echar a Stacey de su casa, estaba dispuesta a arreglar las cosas con ella pero había entrado en un terreno por el cual no pensaba pasar, no le importaba que se metiese con ella, pero el solo hecho de haber insinuado que Taichi la había dejado de mala manera la ponía furiosa. Ya estaba dispuesta a echarla de su casa, cuando de repente se acordó de algo y dijo:

- ¡Quiero que te largues de mi casa, Stacey! No quiero que vuelvas a hablarme nunca más, pero antes quiero que le des esto a Michael.

Tras decir eso, pasó sus manos por el cuello y desató el nudo que ataba uno de sus collares, lo miró por última vez antes de dárselo, era el collar que Michael le había dado antes de marcharse a Japón que era tan especial para él. Sabía que a Michael no le hubiese importado que ella lo tuviese, pero era hora de dejar las cosas claras:

- ¡Toma!- dijo mientras se lo lanzaba a las manos- es el colgante de Michael, espero que ahora te des cuenta de que no pienso interferir en tu vida amorosa- al ver que Stacey solo lo miraba sin decir nada prosiguió- ahora quiero que te vayas de mi casa y no vuelvas.

Stacey siguió sin decir nada, simplemente se dio la vuelta y se alejó de Mimi para finalmente cerrar la puerta detrás de ella sin mirar atrás.

Después de que Stacey desapareciera, Mimi se quedó en el salón con la mirada perdida, no sabía qué hacer ni qué decir, se sentía tan devastada que no tenía fuerzas ni para llorar, solamente quería llegar de una vez a Japón y olvidar todo aquello.

Mientras tanto, al otro lado del Pacífico, ya la tarde avanzaba a ritmos agigantados. Era un día especialmente frío que incluso la proximidad al mar era incapaz de evitar, había vuelto a nevar pero apenas había dejado marca de su paso y las calles estaban parcialmente libres de nieve.

Tai y Kari caminaban por una de las calles más importantes del distrito de Odaiba, donde sus padres tenían su residencia oficial y donde ellos habían crecido hasta que finalmente pasaron a la Universidad.

Ambos hermanos iban cargados de bolsas de regalos y volvían a casa de sus padres, pero los dos mantenían una larga e intensa discusión desde que habían salido de su casa:

- No me puedo creer que hayas aceptado hacer algo así- decía Kari con enfado- vamos, es que ni siquiera puedo creerme que lo hayas sopesado como posibilidad, ¿dónde está tu orgullo?

- No entiendo qué es lo que te parece mal- contestaba él mientras cargaba con el mayor número de bolsas.

- El hecho de que sigas empeñado en que ella vuelva contigo- dijo Kari- ¡Por dios Taichi que te rechazó en el último momento y te humilló! ¿O acaso no te acuerdas de los últimos días?

Sí que se acordaba, cómo para olvidar algo así. Entendía que su hermana se sintiese así porque desde niños siempre habían estado muy unidos y se habían protegido mutuamente.

En un principio no quiso contarle a Kari lo que había pasado con ella, no quería que su hermana tuviese problemas con Mimi. Pero la verdad no duró mucho tiempo oculta a los ojos de Kari, después de todo era la persona que mejor le conocía, así que un par de días después de que Mimi se fuera, su hermana le tomó por sorpresa y sentándose cara a cara le preguntó:

- ¿Cuándo me vas a contar lo que pasó con Mimi?

- No sé de qué me hablas- contestó él molesto por tener que enfrentarse a ese tema cuando no se sentía con fuerzas para ello.

- Sí sabes de qué te hablo Tai- dijo ella impaciente- el otro día me dijo Sora que Mimi le había contado una cosa muy importante y no me quiso decir el qué, me dijo que hablara contigo.

Tai suspiró derrotado, no le apetecía nada hablar sobre ese tema y mucho menos con su hermana, pero al ver que ella no pensaba moverse de su sitio hasta que él no le contase todo lo que había pasado, se acercó más a ella y dijo:

- No me siento especialmente orgulloso de lo que pasó, pero bueno si quieres saberlo, te lo contaré.

Y tras decir aquello, se lo contó todo sin omitir ningún detalle por muy vergonzoso que le resultase. Mientras hablaba, observaba el rostro de Kari que cambiaba irremediablemente a un gesto de incredulidad e indignación, de repente, ella no le dejó terminar de hablar y dijo casi gritando:

- ¿Cómo es posible que te haya hecho eso?

Él solo se encogió de hombros un tanto deprimido, Kari lo notó y se acercó a él para abrazarle como cuando eran pequeños. Para su sorpresa, él no la rechazó como solía hacer a menudo si no que se dejó abrazar por ella sin decir nada. No podía creerse que Mimi le hubiese hecho algo así a su hermano, ella que siempre le había contado todo y había confiado en ella…

Sentía como cada vez se enfadaba más a medida que se imaginaba aquella escena, ella había estado completamente segura de que Mimi quería a su hermano tanto como él a ella, pero parecía estar equivocada, había jugado con Tai como había querido y encima no había tenido la decencia de contárselo a ella.

- No puedo creerlo… Ahora sí que no sé qué decir, estoy totalmente indignada.

- ¡Por eso no quería contártelo!-exclamó él notando los sentimientos de Kari en el ambiente- sabía que te pondrías así…

- ¿Y cómo quieres que me ponga, Tai?- contestó ella enfadada- creí de verdad que ella también te quería, creí que éramos amigas… ¡creí que no haría algo así!

- Yo nunca dije que la quisiese- dijo Tai ligeramente avergonzado.

- Ya, pero que no lo digas no quiere decir que no sea verdad- respondió Kari simplemente.

Tai se rio de forma nerviosa apartando la vista de Kari y ello pareció suavizar un poco la tensión que había creado lo que le acababa de contar.
 
Sin embargo, Kari no lo olvidaba, estaba tan enfadada que no sabía cómo iba a reaccionar en cuanto la viera aparecer por la puerta. Odiaba gritar o montar escenas, para ella eso era como rebajarse a otro nivel que no le gustaba, era una persona serena y tranquila, pero no pensaba dejar pasar aquello por alto. Durante esos días antes de preguntarle lo que había ocurrido, había visto a su hermano muy decaído y aquello no tenía ningún sentido, ya que siempre había sido un chico muy enérgico y positivo y más aún desde que tenía aquella relación con su compañera.

Le había visto por primera vez en su vida como un alma errante que no sabe a dónde dirigirse y sin ninguna pizca de energía. Ella se sentía frustrada por no comprender qué le pasaba y pensó que estaba así porque quizá ella se había ido. Pero al enterarse de la verdad, se sintió como si se lo hubiese hecho a ella y por primera vez estaba demasiado enfadada como para pensar con frialdad sobre el asunto, no sabía lo que iba a decirle cuando volviera.

Y encima ahora cuando quedaban horas para que Mimi volviese a Japón, su hermano le soltaba aquella sarta de tonterías acerca de que pensaban entre todos conseguir que Mimi volviese con Tai después de todo lo que había hecho. Ella no estaba para nada de acuerdo con eso y durante toda la tarde habían tomado y retomado el tema una y otra vez sin conseguir que él comprendiera la gravedad del asunto:

- ¿Es qué no lo entiendes, oni-chan?- trató por milésima vez que él recapacitara- estás comportándote como un niño idiota, si no te quiso cuando tuvo la oportunidad, mucho menos te querrá ahora…

- No me estoy comportando como nada Hikari- dijo él ya empezando a cansarse de hablar del mismo tema- yo sé que ella sí que me quiere y necesito ver que he hecho todo lo que estuvo en mi mano para que ella esté conmigo, no solo lo pienso yo lo piensan todos y no entiendo por qué tú no eres capaz de verlo como todo el mundo.

- No quiero que te vuelva a hacer daño, Tai- dijo Kari mirándole entristecida- sufrí mucho estos días viéndote como un alma en pena y no quiero volver a verte así…

- Estaré bien- dijo él conmovido por lo que ella había dicho- no me gusta verte sufrir por mí, Kari.

Y sin importarles que estuviesen en medio de la calle, ambos hermanos se abrazaron con cariño, los dos necesitaban sentirse apoyados el uno por el otro más que nunca. Ninguno de los dos se había dado cuenta de lo necesarios que eran para el otro en ese momento y aquel vínculo fraternal que siempre habían tenido volvía a florecer en ellos.

Kari entonces comprendió lo que su hermano sentía de verdad y se apartó de él un poco para decirle entre sonrisas:

- De acuerdo Tai… haz lo que consideres mejor…- se quedó mirando al vacío y tras una sonrisa dijo- ¿recuerdas cuando era pequeña y me solía poner enferma? Tú siempre estabas conmigo para cuidarme cuando nuestros padres nunca estaban…- vio que él sonrió ante ese recuerdo y prosiguió- Quiero que sepas que hagas lo que hagas siempre estaré contigo como cuando yo era pequeña estabas tú conmigo.

- Lo sé- contestó él sintiéndose muy contento por oírla.

Entonces se fueron alejando de aquella calle, ya por fin cambiando el tema por primera vez desde que habían salido a comprar. Pero Kari a pesar de haberle dicho a Tai que hiciese lo que él quisiese, ella seguía viendo mal lo que Mimi había hecho y no pensaba cambiar de postura.

Mimi estaba fuera de sí, nunca nada le había hecho enfadar tanto como lo que le había pasado por la mañana. Pensaba en Stacey y sentía deseos de golpearla, no entendía nada lo que había pasado y eso la hacía enfadar más aún.

Su madre había pasado por el salón en cuanto Stacey se había marchado y Mimi comenzó a contarle todo lo que había ocurrido totalmente indignada y dando gritos como una histérica sin parar de moverse de un lado a otro. Satoe la escuchaba también sin terminarse de creer la actitud de Stacey, pero finalmente sonrió al entenderlo todo y cuando Mimi dejó de despotricar contra Stacey dijo:

- ¿Sabes Mimi? Creo que deberías darle tiempo a Stacey para que recapacite, no creo que todo eso lo haya dicho queriendo realmente.

- No sé mamá- dijo ella- pero por ahora no quiero saber nada de ella.

- Está bien cariño- contestó Satoe sonriendo y para alivio de Mimi no habló más del tema.

Ella ya sabía lo que su madre pensaba porque también lo pensaba, Stacey tenía celos de ella por miedo a perder a Michael, pero en ese momento no le importaban sus motivos. Estaba muy molesta por su estúpida actitud y que se hubiese tomado la libertad de decirle todas aquellas cosas sin que supiese nada sobre ella y mucho menos sobre Taichi.

Taichi. Solo el haber oído aquellas injustas palabras de la boca de su amiga sobre él aún la ponía más furiosa. ¿Quién era ella para hablar así de él sin conocerle de nada? Sin darse cuenta, evocó aquel último día con Tai, su rostro invadido por la decepción y el desengaño y aquel último regalo que le hizo antes de decirle que no volverían a estar juntos… Cualquiera que supiese la verdad de lo que había ocurrido entre ellos se hubiese puesto de la misma manera que ella.

De repente, llamaron a su puerta y ella la abrió para ver quién era. Se trataba de su padre que le dijo sonriendo:

- Mimi, ya nos vamos al aeropuerto, ¿está tu maleta lista?

Ella asintió firmemente y consultó su reloj, al ver que ya era la hora de partir dio un último vistazo a su habitación en busca de algo que se le pusiese olvidar, al ver que todo estaba en su lugar tomó su bolso y salió de su habitación.

Mientras bajaba las escaleras, inspeccionaba su bolso en busca de algo que fuera a dejar en casa o si algo se le había olvidado. De repente su mano dio con una foto y sorprendida la sacó de allí y la miró. Era la foto de Michael y ella que había metido en su mochila antes de marcharse a Japón.

Sonrió ante los recuerdos que le proporcionaba aquella foto, pero sabía que ya no tenía caso tenerla con ella así que le dijo a su padre:

- ¡Papá! Voy a dejar esto aquí… creo que sabrás por qué.

Su padre miró la foto por un segundo y sonrió al cogerla y reconocer a los allí retratados:

- Bueno, pues la dejamos aquí y ya está. Es una pena que las cosas se tornaran de esa manera… pero si al menos seguís siendo amigos supongo que estará bien.

Mimi sonrió y miró por última vez aquella foto que ahora tenía su padre entre sus manos. Ahora sí que por fin todo volvía a su cauce y era libre para empezar su nueva vida de soltera sin ninguna atadura ni  culpabilidades, debía seguir adelante intentando buscar lo mejor posible la felicidad que ella sola había despreciado y disfrutar lo máximo posible lo que le quedaba en el país del sol naciente.

Así que se colocó su bolso otra vez sobre su hombro y se dirigió a la puerta de salida seguida por sus padres que la ayudaban a llevar sus maletas hasta el coche en dirección al aeropuerto.

- ¿Estás seguro que quieres venir con nosotros, Taichi?- preguntó Sora intrigada.

Tai asintió. En ese momento se encontraban en casa de ellos, Sora había ido a hacerles una visita y allí estaban los cuatro bebiendo y charlando animadamente. Eran altas horas de la noche y no tenían ninguna prisa por salir a la calle o terminar con la reunión. Las copas ya habían hecho su trabajo y todos sufrían las consecuencias de ellas, no dejaban de reírse y de hablar más de la cuenta.

- No quiero que crea que sigo enfadado y me repela- dijo él- al menos que me vuelva a considerar su amigo.

- ¡Ese es mi Taichi!- contestó Matt que era el que más perjudicado iba- ¡pronto tendremos boda en Japón!

Todos se quedaron mirándole como si fuera raro, Tai no quería contestarle e Izzy pasó de decir nada por si acaso su amigo se daba cuenta de que estaba allí y empezaba con él. En cambio Sora le miraba amenazadora y le dijo:

- Espero que eso de "mi Taichi" sea fruto del pedo que llevas porque como no sea eso vete preparándote, gilipoyas.

- ¡No seas celosa, Sorita!- contestó Matt intentando acercarse a ella sin éxito- yo solo tengo ojos para ti.

- ¡Déjame en paz!-gritó ella dándole con la mano donde pillase- ahora no intentes arreglarlo.

Pero él insistía y acabó abrazando a la chica que pronto dejó de luchar y se pudo observar que a pesar de que fingía indiferencia por aquel acto afectivo, se veía que ella también le correspondía y se sentía a gusto junto a él. Tai no comprendía por qué sus amigos no salían juntos en serio si cualquiera era capaz de ver lo muchísimo que se querían.

Matt y él había hablado sobre ello un día que habían estado los dos solos y el propio rubio se había sincerado con él:

- Te aseguro que yo sí que la quiero Tai… pero ella quiere ir más despacio y no voy a hacer nada en contra.

- Bueno- contestó Tai- tú ya sabes que lo que ella y yo tuvimos fue hace demasiado tiempo y que me alegraría un montón por vosotros dos.

- Lo sé Tai- dijo Matt- yo sé que tú piensas en Mimi a pesar de que ella se decidiese por su novio… pero yo pienso que tarde o temprano se dará cuenta de lo que siente por ti y podréis estar juntos.

- Eso espero- dijo él mirando al vacío recordando a la vez aquellos días que había pasado con ella- la verdad es que no entiendo porqué ella se resiste tanto a salir contigo cuando se ve que siente lo mismo por ti…

El rubio solamente se encogió de hombros con una mueca de resignación y no dijo nada más sobre ello.

Se paró a pensar en aquello, muchas veces habían pensado que no comprendían a las mujeres y después de lo que le había pasado a él con Mimi y la indecisión de Sora con Matt las comprendía aún menos.

Solo esperaba que todo lo que Sora decía pudiera hacer posible que Mimi volviese con él. Aunque lo había intentado, no había sido capaz de olvidarla.

Recordaba aquella última noche con mucho pesar, en aquel momento sintió mucha impotencia al ver que ella se alejaba de él para siempre y también mucha rabia por haber creído que realmente él sería el elegido.

Durante todos esos días había intentado hacer como si nada hubiese pasado, intentando hacer ver que no le importaba lo que había pasado, decidió esconder dentro de sí mismo todo lo que sentía tras una coraza de orgullo e indiferencia, pero se culpaba a sí mismo por no haber sido suficientemente bueno para mantenerla junto a él y también la culpaba a ella por no decidirse y haber estado con él y su novio a dos bandas cuando él jamás le habría hecho algo así.

Pero aún así, no podía dejar de pensar en ella y en todos los momentos que había pasado con ella, sonreía pensando en sus ojos cuando le miraban con aquella felicidad extraña que le producían aquellas sensaciones en su interior y le había hecho tan feliz.

La recordó de diversas formas desde la primera vez que la vio en aquel parque mirándole extrañada por lo que le dijo hasta el último día que la había visto cuando lloraba frente a él por lo que iba a hacer. 
 
Simplemente no podía dejar de pensar en ella de ninguna manera y necesitaba volver a sentir su cuerpo
abrazado al suyo y sus preciosos ojos marrones mirando a los suyos con todo aquel cariño que sentía de ella.

- Bueno niños- dijo Sora de repente sacándole de sus pensamientos- deberíamos irnos a dormir que mañana tenemos que recoger a una norteamericana en apuros.

Los chicos asintieron y fueron yendo cada uno para sus habitaciones respectivas, Sora ese día se quedaba allí y se dirigió junto a Matt a la habitación de éste último y al rato no se oía nada en toda la casa.

Tras un insoportable viaje lleno de turbulencias y cambios de horas, se anunció el aterrizaje inminente sobre el aeropuerto de Tokio. Mimi se alegró y se apresuró a volver a colocarse el cinturón de seguridad para iniciar el aterrizaje.

Mientras el avión empezaba a colocarse en posición para sobrevolar la pista que le indicaron los controladores, Mimi notó el descenso de presión en los oídos y aquel familiar vacío en ellos que solía resultarle muy molesto. Metió su cabeza entre las piernas para intentar evitar aquella sensación y deseó que el avión aterrizara cuanto antes.

Pronto sus deseos se hicieron realidad y las ruedas del avión tocaron suelo japonés, pero aún así ella decidió relajarse. Aún tardarían un poco en hacerles salir del avión por lo que no empezó a sacar sus cosas del compartimento superior como hacían las demás personas formando una larga cola en el pasillo.

Suspiró tranquila, hacía unas horas se había despedido de sus padres en el aeropuerto Kennedy y habían despegado puntualmente de allí para llegar a la hora estipulada a la isla nipona. Ya era el día siguiente al que había salido de Estados Unidos y se sentía muy cansada y somnolienta, bostezó largamente sin darse cuenta, odiaba esos viajes que desbarataban todo los días de viaje y no soportaba el jet lag.

Cuando ya al fin empezaron a salir todas las personas del avión, tomó su equipaje de mano y se unió a la cola de personas que salían de allí.

Caminó lentamente junto a los demás pasajeros en dirección a la cinta de las maletas. Esperaba que Matt y Sora ya estuviesen esperándola al otro lado porque no tenía muchas ganas de estar sola allí esperando… De repente se acordó de que había quedado con Sora de que la avisaría con el móvil en cuanto llegasen, así que decidió encenderlo.

Mientras las maletas esperaban a salir, ella encendió el teléfono y para su alegría allí estaba la llamada de Sora señalándole que ya estaban allí y que podría irse en cuanto recogiera sus maletas. Su maleta salió casi de las primeras y se apresuró a recogerlas para salir de allí cuanto antes.

Llegó a la puerta de salida y la atravesó esperándose encontrar a Sora y a Matt allí, pero casi le da algo en cuanto vio a quienes estaban allí, no solo estaban Sora y Matt, sino también Izzy y Tai.

Nada más que lo vio, sintió que le daba un vuelco al corazón y se puso nerviosa, Tai estaba allí y no sabía qué hacer, no se esperaba algo así, ¿qué hacía él allí? ¿Había decidido pasar página y no estaba enfadado con ella?

No estaba segura de qué hacer, si ir hacia allí o salir corriendo en dirección al interior del aeropuerto. Vio que todos la habían visto y la saludaban de forma alegre y ruidosa como era común en ellos y la gente los miraba extrañados.

Mimi se fijó en Tai, él la miraba como los demás, como si se alegrarse de verla, nada especial. Mientras caminaba hacia ellos no sabía si alegrarse o sentirse molesta, ¿por qué no estaba molesto con ella y estaba tan tranquilo como si nunca hubiese pasado nada? ¿Acaso ya la había olvidado y no le importaba nada de lo que le había hecho?

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