Posted by : Unknown jueves, 5 de febrero de 2015






Capitulo 28: Teenager Dream

Era tarde y el sol ya empezaba a decaer en un anaranjado y ardiente crepúsculo. Cada vez era más temprano cuando el sol los abandonaba perdiéndose en aquel alejado horizonte que parecía nunca tener fin, el verano los estaba dejando.

Hikari sintió cierto pesar ante esa realidad, aquel verano había sido el mejor de todos sin duda y no sentía ninguna gana de regresar al colegio, aunque su hermano mayor se burlase de ella diciéndole que lo que ella hacía no era nada en comparación con lo el que él hacía en su curso dos años por encima.

- ¡Hikari!- oyó de repente una voz que la sacó de sus cavilaciones.

Volvió la cabeza y se encontró frente a ella con un niño rubio muy bajito y con unos enormes ojos azules. Era Takeru, su mejor amigo de toda la vida que demandaba un poco de atención por su parte.

Ella le sonrió demostrándole que tenía toda su atención. Él, al notarlo, bajó la mirada ligeramente abochornado por que ella le miraba tan directamente y empezó a balbucear más para sí mismo que para ella:

- Como este año yo me voy a mudar a otro lugar, me gustaría que supieras… que supieras…

- ¿Qué seremos amigos para siempre?- preguntó ella sin dejar de sonreírle.

- Sí… bueno- dijo él ligeramente decepcionado por la respuesta de su amiga- pero no es eso… yo… Hikari… yo te quiero mucho.

- Yo también te quiero mucho Takeru- dijo ella- eres el mejor amigo del mundo.

- ¡No!- dijo él de repente asustándola- no como amiga… Hikari, yo te quiero como… novia.

- ¿Como se quieren ellos?- preguntó Hikari señalando a una pareja de novios que caminaban por allí cerca cogidos de la mano.

- Sí…- dijo él sonrojándose violentamente.

Ninguno de los dos dijo nada, todo eso era nuevo para los dos a sus ocho años de edad y no sabían cómo debían actuar. De pronto Takeru tomó de la mano a Hikari para su sorpresa y se inclinó hacia ella depositando un suave beso en su mejilla.

- Ojala pudiera quedarme- empezó a decir el niño- porque así podría pedirte que fueses mi novia…

- ¡Pídemelo!- dijo ella de repente- yo… creo que también te quiero como novio y sería tu novia incluso cuando tú te vayas a Shibuya…

El niño la miró fijamente antes de decir nada, ella le estaba sonriendo aguardando su respuesta. Entonces dio un largo suspiro y comenzó a hablar:

- Hikari… yo quería decirte que… si te gustaría ser mi novia- acto seguido, Takeru sacó de su bolsillo un anillo de plástico de color rosa que le había tocado al comprarse una bolsa de aperitivos y se lo puso a ella en su dedo como había visto en una película hacía poco, entonces preguntó- ¿Te gusta?

Ella se quedó mirándolo ilusionada y entonces le abrazó sorpresivamente mientras le decía:

- Es muy bonito Takeru. ¡Me encanta! Y sí, quiero ser tu novia.

Él se echó a reír complacido y abrazó con más fuerza a la niña queriendo sentirla más entre sus brazos, notaba una sensación muy agradable en el pecho al oír la afirmativa de Hikari sintiendo que podría estar así junto a ella toda la vida.

Pero cuando se separaron, él se inclinó hacia ella y sin que se lo pudiera esperar, juntó sus labios con los de ella en un roce delicado y apenas perceptible para otra persona pero que le hizo aún sentirse más pleno y feliz. Ella se rozó con los dedos sus propios labios sorprendida y le miró con demandante curiosidad, entonces él dijo:

- Mi hermano me dijo que los novios se daban besos cuando se querían mucho… y yo te quiero Hikari.

Ella sonrió y esta vez fue ella la que presionó sus labios con los de él un poco más de tiempo que la anterior vez y dijo:

- Entonces eso significa que yo te quiero mucho más, Takeru.

Y ambos se echaron a reír quedándose sentados en un banco viendo cómo el sol desaparecía entre los edificios en una explosión de colores cálidos y maravillosos mientras ellos mantenían sus manos entrelazadas y sus cabezas inclinadas hacia el lado del otro…

Hikari volvió entonces de sus recuerdos al mundo real doce años después, se había quedado traspuesta mientras se arreglaba y daba vueltas por la casa ordenando y preparando todo para salir. Hacía mucho tiempo que no recordaba aquello, aquel fue su primer beso sin duda y había sido muy especial para ella.

Pero días después Takeru se había marchado a vivir con su madre al distrito de Shibuya tras la separación de sus padres y no volvió a verle hasta unos tres años después que volvieron a verse al mudarse Takeru con su madre cerca de su padre y Yamato y fuese matriculado en el mismo colegio que ella.

Las cosas en ese tiempo habían cambiado, ninguno de los dos parecía recordar lo que había ocurrido años atrás y retomaron su relación de amistad donde la habían dejado hasta que ambos ingresaron en el instituto… entonces allí fue donde todo se arruinó...

En ese momento oyó el sonido del portero llamando sobresaltándola, corrió a cogerlo y en cuanto oyó la voz de quien la estaba esperando tuvo que ahogar un grito, Takeru ya había llegado.

- Dame un segundo, Takeru- dijo ella- que no tardo nada.

- Vale te esperaré aquí en el portal- oyó que él decía desde el otro lado.

Hikari colgó y empezó a recoger lo que le faltaba mientras notaba cómo una sensación de nerviosismo se apoderaba de la boca de su estómago. Se rió de sí misma por esa reacción tan infantil, hacía tiempo que no se sentía tan bien y tan mal a la vez…

Recogió sus cosas y se dirigió a la puerta de salida para cerrar detrás de ella y abalanzarse sobre el ascensor. Quería llegar abajo cuanto antes, pero a la vez buscaba algo que la entretuviera más para no reunirse con él… ya conocía esa sensación de contrariedad y le molestaba enormemente sentirse tan
indecisa.

Subió al elevador y esperó a que llegase a la planta baja retorciéndose los dedos de puro nerviosismo… ¿Qué sería lo que harían? ¿Adónde la llevaría Takeru? La incertidumbre la estaba matando y necesitó respirar profundamente dos veces para intentar relajarse.

Por fin las puertas se abrieron dejándola paso hacia el pasillo que llevaba a la puerta de salida del edificio. Ella salió y se dirigió en dirección hacia la puerta, pronto vio la rubia cabellera de Takeru al otro lado, de espaldas a ella mirando hacia el frente.

Abrió la puerta llamando la atención del chico que se dio la vuelta para verla y sonrió, ella sintió que el corazón le daba un vuelco ante esa expresión de su rostro, le recordaba a ese niño de ocho años que le robó su primer beso aquella tarde de verano.

- ¡Hola Hikari!- le saludó él entre risas- ¿Ya estás lista?

- Por supuesto- dijo ella sonriendo- ¿Adónde me llevarás?

- Ya lo verás- contestó él cogiéndola de la mano- seguro que te gustará el sitio.

Y aceptó la mano del chico dispuesta a seguirle llena de curiosidad por lo que le deparaba ese día que le había prometido la mejor cita de su vida.

Sora acababa de despertarse sorprendida de todo lo que había dormido esa noche. Se incorporó ligeramente para inclinarse hacia la mesa de noche al lado de su cama para coger el móvil y mirar qué hora era. Eran casi las diez y media y se quedó sorprendida por ese hecho, hacía bastante tiempo que no dormía una noche entera sin pesadillas ni despertándose en medio de la noche.

Volvió a dejarlo en la mesa y volvió a tumbarse en la cama boca arriba, oyó de repente una respiración junto a ella. Sonrió al oírlo y volteó su cuerpo hacia esa dirección, Yamato dormía junto a ella sin camiseta y con el brazo derecho por fuera de la sábana. Se quedó mirándole fijamente mientras él seguía durmiendo, nunca le había querido tanto como le quería en ese momento.

Sólo él había dejado todo lo que tenía que hacer el día anterior para llevarla a ella y a su madre hasta Kyoto para visitar la tumba de su padre. Su madre y ella pensaban ir de todos modos, ya que llevaban años sin pasar por allí, pero en cuanto Yamato se enteró del plan se ofreció totalmente a ir con ella acercándolas con el coche y no aceptó una negativa como respuesta por parte de su novia.

Así que se presentaron en la puerta del cementerio de Kyoto a media mañana sin ser capaces de decir nada. Sora sujetaba a su madre del brazo que no parecía muy dispuesta de dar un paso en dirección al interior, ella apretó el brazo de Toshiko con su mano libre y con una sonrisa comprensiva le preguntó:

- ¿Vamos mamá?

- Sí… - contestó la mujer intentando demostrar una seguridad que en realidad no sentía y dio un paso al frente seguida por su hija.

- ¿Os espero aquí?- preguntó Yamato inseguro.

Sora se volvió a él y le cogió de la mano mirándole a los ojos fijamente sonriendo, entonces con los ojos le indicó que deseaba que las acompañase y él no pudo oponer resistencia, así que caminó hacia el interior guiado por su novia.

Entraron en el lugar y vieron que estaba muy cuidado y cada pequeña lápida limpia y cuidada. Yamato miró a las dos mujeres preguntándose en silencio si alguna de las dos sabría en qué lugar se encontraban las cenizas de su padre, pero no tuvo que esperar a preguntar porque Sora les guió hacía una hilera de lápidas rectangulares en la mitad de la colina sobre la que se había levantado el pequeño cementerio.

Pronto se encontraron frente un blanca lápida en la que rezaba el apellido Takenouchi, se pararon allí con varias flores que pensaban colocar allí junto con un pequeño paquete que Sora acababa de sacar de su bolso envuelto del cual Yamato desconocía su contenido.

Toshiko se arrodilló frente a la lápida y empezó a colocar los arreglos florales que habían preparado para la ocasión junto con unas cuantas flores que había traído sueltas y empezó a hablar:

- ¡Hola Haruhiko! Hace mucho que no vengo por aquí, ¿verdad?- miró un momento a los arreglos florales que acababa de colocar y añadió- Tu hija está aquí también conmigo… como tú siempre hubieras querido y tan unidas como cuando éramos una familia los tres… Sora ahora se ha hecho toda una mujer de la que estarías realmente orgulloso…

Sora se arrodilló junto a su madre poniendo una mano en su espalda para darle ánimos y acto seguido miró hacía la lápida de su padre para empezar a decir:

- Hola papá… Sé que hace mucho tiempo que no vengo a verte y no tengo ninguna excusa que valga la pena… así que te pido disculpas, a partir de ahora intentaré venir más, te lo prometo- guardó un momento de silencio para mirar donde se había quedado Yamato y con un gesto de la mano le indicó que se acercara para seguir diciendo- él es Yamato, es mi novio y quería que tú le conocieras… es un buen chico y creo que si le hubieras conocido te hubiera gustado mucho…

Yamato se emocionó ante las palabras de Sora y también se arrodilló junto a ellas abrazando por la espalda a su chica transmitiéndole todo el agradecimiento que sentía por lo que ella decía y todo los ánimos posibles para que no se derrumbara.

Pudo notar al mirarla mientras hablaba cómo sus ojos brillaban y cómo su voz se rompía ligeramente al intentar cambiar el tono, pensó que no tardaría en ver emerger de sus ojos las primeras lágrimas y se mantuvo junto a ella más que nunca. Y en efecto, aquello ocurrió, vio que su novia comenzaba a dejar
correr unas solitarias lágrimas que se perdían al final de su rostro y también vio cómo ella se apresuraba a limpiárselas con la manga de su abrigo mientras sonreía amargamente y decía:

- ¡Lo siento! No sé qué me ocurre… de repente me he puesto a llorar como una tonta.

- No pasa nada, cariño- contestó Toshiko abrazando a su hija mientras la sonreía- llora si así te sientes mejor.

Pero, sin embargo, Sora tomó un pañuelo de su bolsillo y se limpió las lágrimas que comenzaba a salir de sus ojos, tras darles una cálida sonrisa a sus acompañantes, tomó el paquete que llevaba con ella y lo  desenvolvió mostrando lo que era. Se trataba de una foto reciente que se habían hecho su madre y ella hacía unos pocos días, en ella salían ambas sonriendo y parecía muy felices, como si no hubieran pasado cuatro años de odios y rencores.

Sora miró la foto una vez más y la colocó junto a los arreglos florales de su madre, tras esa acción, decidió decir algo más:

- Te he traído esto, papá. Para que nos tengas junto a ti y veas que nunca más mamá y yo nos separaremos ni volveremos a discutir, es el último regalo que te hacemos las dos.

Ambas mujeres se cogieron de las manos y tras un minuto de silencio decidieron levantarse junto con el rubio que parecía emocionado por lo que acababa de presenciar y no era capaz de articular palabra alguna, tenía miedo de que al abrir la boca rompiera aquella paz que acababa de invadir aquel lugar.

Sora sonrió ante el recuerdo de la visita del día anterior, tras ese breve tiempo en el cementerio decidieron pasar la noche en la casa en la que Sora había vivido con su padre durante un año y que le había dejado en herencia tras su muerte. Habían pasado el resto de la tarde visitando la ciudad y distintos lugares que habían formado parte de la vida de la chica aquel tiempo que había estado allí, así Yamato pudo conocer más detalles sobre la vida de su novia en Kyoto.

Pero ya todo había terminado y debían volver a la capital porque era ya un día laboral en el que todos tenían asuntos que tratar. Sora se sintió mal por ello, deseaba poder pasar más tiempo metida en aquella cómoda cama mirando dormir al hombre que más quería en el mundo…

De pronto, vio cómo uno de los ojos azules de Yamato se abría ligeramente con cierta somnolencia, pero al enfocar su vista en su novia, sonrió ligeramente y movió los brazos para rodear la cintura de ella y acercarla hacía él mientras decía:

- ¿Qué? ¿Le parezco guapo a la señorita?

- Para nada- contestó ella sonriendo- no sé de dónde has sacado ese tinte rubio que no te favorece nada…

- Pues no lo sé…- meditaba Yamato siguiéndole la corriente- eso pregúntaselo a mi madre que me parece que ella es la culpable de este color tan horrible…

Ella se echó a reír mientras le daba cariñosos golpecitos en el pecho y él entonces la acercó más hacia sí para robarle un apasionado y realmente esperado beso en el cual Sora se dejó llevar acariciando ligeramente el pecho del rubio.

Pero de repente, se oyeron dos golpes sordos contra la puerta de la habitación que les sobresaltó y les hizo separarse de forma brusca, oyeron una voz al otro lado, era la de la madre de Sora:

- ¡Chicos! ¿Ya estáis listos? Será mejor que saldremos cuanto antes porque si no pillaremos los atascos en la entrada.

- ¡Sí, mamá!- empezó a decir la chica a duras penas mientras empujaba al chico fuera de la cama a la vez que ella empezaba a vestirse con rapidez nerviosa.

Yamato se echó a reír y se apresuró a imitarla. Sora se sentía avergonzada por la situación, ya bastante que su madre no había puesto ningún inconveniente en que durmieran los dos juntos y hubiera sido de lo más violento que los hubiera pillado en ese momento, era como abrir viejas heridas.

Así que decidió vestirse y reunirse lo más pronto posible con ella dejando a su novio que terminase dándole el tiempo que quisiese.

Pero para su sorpresa, él ya se había preparado en un tiempo récord y estaba terminando de colocar las últimas cosas que le habían quedado fuera en su bolsa y cuando ya había terminado ella había terminado también de prepararse y ambos se dirigieron a la puerta para reunirse con Toshiko.

Ella les estaba esperando en el salón principal de la casa sin que pareciera importarle nada de lo que acababa de pasar y en cuanto los vio aparecer por la puerta, se levantó sonriéndoles y les saludó con naturalidad:

- ¡Buenos días! ¿Qué tal habéis dormido?

- Mejor que nunca- dijo Sora siendo absolutamente sincera.

- Yo también dormí muy bien- contestó Yamato también mientras intentaba disimular un bostezo que amenazaba con manifestarse en ese momento.

- Bueno, pues entonces creo que deberíamos irnos- puntualizó Toshiko obviando el bostezo de Yamato y la mirada huidiza de su hija que no sabía ni dónde mantenerla- supongo que tardaremos lo mismo para volver a Tokio, ¿no Yamato?

- Supongo que sí, en torno a dos horas como mucho- contestó él mientras sacaba las llaves de su coche y las animaba a seguirle- bueno, señoritas. Es hora de que las lleve a sus hogares.

Ambas mujeres le sonrieron y fueron cerrando todas las puertas de la casa para luego dirigirse al coche de Yamato que se encontraba a pocos metros aparcado y marcharse de vuelta a Tokio.

En cuanto habían cogido el tren, Hikari supo que se dirigían a la isla de Odaiba. Pero aún así no tenía ni idea de por qué razón se dirigían ahí y empezaba a impacientarse.

Se habían pasado la mayor parte del trayecto hablando sobre banalidades y recuerdos del pasado, pero sin llegar a indagar en ningún tema de conversación. Hikari se extrañaba de que después de tantos años sin hablarse no tuviesen nada importante que contarse o peor, que le diera la sensación de que cualquier cosa que se contasen no pareciera importante y al rato caían en un silencio tan incómodo y espeso que podía cortarse con un cuchillo.

Ella achacó todo eso a los nervios de estar los dos solos y no querer meter la pata hablando de más o sacando temas incómodos que pudieran estropearles el día, pero aún así ella no sentía que las cosas estuviesen yendo como había imaginado…

Pronto se anunció cuál sería la siguiente parada y al oír el nombre de un parque cercano a sus casas de cuando eran niños, Hikari vio que Takeru se levantaba y que con la mirada le indicaba que aquel era el lugar al cual se dirigían, así que ella le imitó y en cuanto se abrieron las puertas ambos chicos salieron de allí.

- Seguro que recuerdas este lugar- dijo Takeru mirándola fijamente.

- Por supuesto- contestó ella con una sonrisa agradable- aquí siempre he jugado desde que nos mudamos de Hikarigaoka…

- ¿Y recuerdas este banco?- preguntó él parándose enfrente de un solitario banco que era el único que no había sido ocupado por otras personas en ese momento.

Hikari le miró y sonrió ligeramente al notar cómo sus recuerdos volvían a ella al estar en ese entorno… en ese banco Takeru le pidió que fuese su novia hacía doce años. ¡Él también lo recordaba!

Sin embargo, al verlo se percató de unos sentimientos encontrados que no tenían mucho sentido en ese momento. En lugar de sentir emoción o alguna sacudida de su corazón al volver a recordarlos junto a la persona con la que compartía esos recuerdos, sólo sintió cierta ternura por la imagen de aquellos niños inocentes y algo de nostalgia, pero nada más…

Se sintió decepcionada consigo misma y luego culpable al ver la cara de Takeru mirándola expectante por su respuesta, no sabía qué decirle si él esperaba alguna reacción que no fuera lo que estaba sintiendo en ese momento.

- Recuerdo ese día siempre que te veo o me acuerdo de ti, Hikari- comenzó a hablar él tomándola de la mano- y todo este tiempo que he estado sin hablarte y lejos de ti era algo que no he sido capaz de olvidar… es el único recuerdo que tengo de ti que sea especial, sé que por las circunstancias no pudimos estar juntos, pero me gustaría que empezáramos de cero los dos juntos, Hikari, porque te quiero… ¿Qué me dices?

Hikari se quedó parada sin saber qué decir. ¿Qué se suponía que tenía que decir ahora? Por más que trataba de evocar aquellos sentimientos que había tenido por él en ese momento y años más tarde en el instituto no era capaz de sacarlos a flote… ¿Y cuál era esa sensación de desazón que sentía en ese momento? Se sentía realmente confusa. ¿Qué era lo que tenía que sentir? ¿Por qué aquellas mariposas en el estómago que había sentido por él ya no existían? 

Había esperado y sufrido por ese momento desde que era una adolescente de 16 años… ¿por qué no se sentía embargar por aquella sensación de felicidad y de echar a volar que solía sentir antes? Contempló durante un momento aquel banco donde había sido su primer beso y sinceramente para ella, el único que había sido especial sin  consecuencias que pudieran herirla o culpabilidades… vio en ese momento aquel tiempo tan lejos y tan remoto que sentía que se perdía en la oscuridad del pasado, no podía sentir nada por ello más que indiferencia o incluso recordarlo con ternura y una sonrisa nostálgica.

Luego pasó a mirar al chico rubio que tenía delante, él había sido durante años su amigo y su amor imposible, su mayor apoyo y su peor pesadilla, pero en ese momento tras darse cuenta de sus sentimientos ante tal recuerdo, sólo podía mirarle con cierta simpatía y un cariño que distaba mucho de ser el que ella imaginaba… el cariño que se sentía por un buen amigo.

- Yo…- empezó a decir ella temerosa de lo que iba a decir y tras agachar la cabeza continuó hablando- lo siento Takeru, pero creo que no puedo complacerte.

No miró a la cara del chico que tenía delante, pero pudo imaginarse que su expresión sería de sorpresa y pasmo cuando le empezó a escuchar tartamudear:

- ¿Qué… qué quieres decir?

- Lo siento, de verdad…- empezó a decir ella mirándole a los ojos tímidamente- es que… creo que yo no siento lo mismo por ti, Takeru…

- Pero…- atinó a decir él estupefacto.

- Creía que sí, pero…- intentó la chica explicarse- no sé, ver este lugar y volver a traer a mi mente esos recuerdos de nuestra infancia me han hecho replantearme mis sentimientos. Creía que aún te quería, pero no sé… ha pasado demasiado tiempo y ha habido demasiadas circunstancias negativas entre nosotros, creo que todo ello ha hecho que me distanciara de ti haciendo que ese amor que sentía por ti fuese congelándose hasta que me he dado cuenta de que no hay nada entre nosotros…

- Yo creía que tú sentías lo mismo que siento yo…- dijo él empezando a ponerse nervioso.

- Y yo también- se apresuró a decir ella- pero no sé, las cosas han cambiado y no creo que sea justo para ti ni para mí que empecemos nada… sólo conseguiríamos hacernos más daño.

- ¿Es por Daisuke?- preguntó él de repente en un tono de voz que la estremeció y él continuó- ¿Tiene él algo que ver en todo esto?.

- ¿Qué?- preguntó Hikari confusa que no había recordado a su novio en ningún momento- ¿Qué tiene que ver Daisuke en todo esto?

- Pues yo creo que mucho, porque por si mal no recuerdas es tu novio- le explicó Takeru- dime la verdad, Hikari. ¿Prefieres quedarte con él?

- Él no tiene nada que ver en esto- dijo ella rotundamente- esto es cosa mía y creo que no voy a seguir con él tampoco… necesito aclarar las cosas sin herir a nadie.

- ¡No me mientas!- dijo él interrumpiendo sus cavilaciones- no vuelvas a jugar conmigo, sé que no vas a dejarle y vas a seguir destrozándome la vida.

- No voy a hacer eso…- dijo ella empezando a ponerse nerviosa- en verdad necesito tiempo para pensar en qué quiero. No quiero que tú sufras ni tampoco quiero que sufra Daisuke, él también es alguien importante para mí y no quiero haceros daño a ninguno de los dos.

- ¿Sabes qué?- empezó a decir amenazando con empezar a ponerse a gritar en cualquier momento- no te creo y ya estoy harto, por mí ya no hay nada entre nosotros. ¡Adiós!

Y tras decir eso, el rubio se dio la vuelta y se alejó de allí a grandes pasos sin que Hikari pudiera impedírselo. Ella se quedó sentada en ese mismo banco luchando por no derramar ninguna lágrima a pesar de la frustración y la desazón que sentía al saber que había hecho daño a una de las personas más  importantes de su vida cuando por primera vez pensaba que había hecho lo correcto.

Se quedó mirando hacia el frente, desde allí se podía ver la pequeña bahía de Tokio por donde pequeños barcos turísticos y de transporte navegaban tranquilamente de un lado a otro. Pero en realidad ella no les prestaba atención, no hacía más que darle vueltas a lo que acabada de suceder y por qué razón en ese momento se sentía mejor que nunca.

¿Qué ocurría? Acababa de decirle lo que sentía por ella el chico por el que llevaba suspirando toda su adolescencia y ella sólo le había dicho que no le quería como él la quería a ella, ¿cuándo las cosas habían cambiado tanto? Se puso a recordar lo que acababa de decirle a él, simplemente había dicho lo que sentía sin pararse a pensar en ningún momento lo que estaba diciendo y ahora que se paraba a reflexionar en lo que había dicho se dio cuenta de lo que pasaba. Lo único que había estado haciendo todo ese tiempo era
aferrarse a un amor obsesivo sin darse cuenta de que en realidad lo había olvidado y había pasado página hacía mucho tiempo.

No sabía a qué se había debido aquel cambio ni en qué momento de su vida había empezado a olvidarle, pero en cuanto había visto aquel banco y recordó a aquellos dos niños que fueron se dio cuenta de que aquello formaba parte del pasado y que ya no le afectaba, sólo como un recuerdo más de su infancia… quizá ella misma había madurado más de lo que creía.

Dio un largo suspiro y miró al frente sonriendo sin darse cuenta, sentía que se había quitado un peso de encima aunque aún tenía un pinchazo de culpabilidad por sentirse tan bien después de que Takeru se hubiera marchado tan mal a costa suya, a veces se daría de cabezazos contra la pared por ser tan despistada y no darse cuenta de las cosas antes.

Decidió entonces marcharse, a esas alturas seguramente Takeru ya habría cogido el tren de regreso, así que con suerte no se encontraría con él evitándose situaciones incómodas y podría pensar las cosas más tranquilamente para llegar a más conclusiones de las que no se había dado cuenta antes… Entonces de repente se dio cuenta de algo importante en lo que no había reparado desde que Takeru se había ido… Daisuke.

Se quedó parada en medio del parque ante ese otro pequeño problema… Le había dicho a Takeru que cortaría con él, pero ahora que lo pensaba en frío no estaba segura de qué debía hacer con él. Se dio cuenta de que se había acostumbrado a estar con él y tampoco quería dejarlo así de buenas a primeras, no sabía qué hacer… Tampoco quería hacerle daño pero no podía seguir con él como si nada estando tan confundida como estaba, además que si Takeru veía que no había cumplido con la promesa de cortar con él seguramente le contaría todo lo que había pasado entre ellos…

Cabreada, se llevó las manos a la cabeza y se dio un pequeño tirón de pelo mientras pensaba qué debía hacer… estaba claro que tener novio era tan complicado como no tenerlo. Entonces optó por la solución menos fácil de todas, le llamaría y quedaría con él para explicarle todo lo que le pasaba y hablaría con él sobre lo que debía hacer sin mencionarle nada que tuviese que ver con Takeru, no quería que peleasen ni nada por el estilo.

Dicho y hecho, sacó el teléfono móvil de su bolso y comenzó a marcar con rapidez el número de teléfono del chico y se lo llevó al oído una vez que comenzó a dar señal de que estaba llamando, esperó a que lo cogiera con el corazón en un puño del nerviosismo y en cuanto oyó la clara voz de Daisuke saludándola sintió que las palabras se le atoraban en la garganta y sólo atinaba a tartamudear:

- ¡Ho-hola Daisuke!- comenzó ella tartamudeando, pero finalmente se aclaró la garganta y continuó hablando- ¿Estás ocupado?

- Para ti nunca, Hikari- oyó que él decía con su habitual tono despreocupado- ¿Por qué?

- Es que necesito hablar contigo- dijo ella sin más miramientos- es importante.

El chico no respondió inmediatamente, parecía estar meditando sobre lo que ella le acababa de decir y no quería pensar si él habría adivinado que algo iba mal o no, pero de repente oyó que él volvía a ponerse al teléfono para contestar:

- Perdona, es que me estaba hablando un amigo y no me dejaba responderte… de acuerdo, yo también tengo que hablar sobre algo contigo. ¿Dónde estás?.

- En Odaiba- contestó ella- pero ya iba a cogerme el tren de vuelta y en un rato estaré en casa… ¿Te pasas por mi casa cuando puedas?

- Bien- contestó él- tengo una hora más de clase, así que en cuanto termine paso por allí… ¿puedo saber de qué se trata?

- Ya te contaré cuando vayas a casa- contestó ella evitando el tema- te veo luego. ¡Hasta luego!

- De acuerdo- se despidió él- ¡Nos vemos!

Hikari colgó el teléfono y lo guardó en el bolso otra vez.. Miró al cielo despejado como si allí estuviera la solución a sus problemas y después se decidió a salir del parque en dirección a la parada de tren más próxima para volver al centro. Pero antes de marcharse, miró atrás en dirección a ese banco que aún seguía solitario, lo miró fijamente durante unos segundos y después se dio la vuelta otra vez como si así cerrase aquel episodio de su vida que tantos quebraderos de cabeza le había dado hasta ese momento. Ella así lo sintió, por fin liberada de aquella molesta carga y sintiendo que podría seguir adelante en su vida sin tener ese doloroso peso a sus espaldas.

Takeru se sentía completamente engañado y humillado, no entendía nada de lo que había pasado y eso le ponía de bastante mal humor. Había estado tan seguro de que ella sentiría lo mismo por él que aquella respuesta por parte de ella le había descolocado totalmente y le había enfurecido, ¿quién era ella para brindarle unas esperanzas que luego le iba a quitar de aquella manera tan cruel? Si ella pensaba seguir con Daisuke aunque ella tratase de negarlo podría habérselo dejado claro antes de haberle dejado hacer el ridículo de esa manera…

De repente sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de su móvil que provenía de la mochila que llevaba. Tuvo que dejarla en el suelo del vagón de tren en el que se encontraba para buscarlo mejor porque se encontraba en el fondo y una vez que lo cogió miró quién le llamaba en la pantalla.

Era su hermano, descolgó y se lo llevó a la oreja mientras volvía a echarse la mochila al hombro:

- ¡Hola hermano!- le saludó sin mucho entusiasmo.

- Hermanito- oyó la voz de su hermano al otro lado- acabo de llegar de Kyoto justo ahora, ¿dónde estás?

- Vengo de Odaiba- dijo él molesto.

- ¿Y qué hacías allí?- preguntó él- ¿fuiste a ver a papá?

- No- dijo él- una larga historia de la que no quiero hablar…

- ¡Anda! No seas tonto. Seguro que no es para tanto… ¡Cuéntamelo!- contestó Yamato poniendo un tono de súplica que hasta a su hermano pequeño le hizo gracia.

- Será mejor que no ni-san- dijo él- estoy ahora muy enfadado…

- ¿Y para qué estamos los hermanos mayores?- preguntó Yamato ahora poniendo un tono ofendido- ven a mi casa y cuéntame lo que sea que no hay nadie en casa y podrás desahogarte todo lo que quieras.

Takeru meditó la propuesta de su hermano mayor y pensó que quizá le vendría bien contarle todo lo que había pasado a él, al fin y al cabo era su hermano y podía confiarle todo lo que quisiera porque nunca diría nada a nadie, así que sin pensarlo más contestó:

- Está bien, hermano. Me paso por tu casa en un momento, ¡no tardo!

- ¿Ves como es mejor?- dijo Yamato- te espero aquí, ¡hasta luego!

- ¡Hasta luego!- se despidió Takeru antes de colgar y guardar el móvil.

Miró por la ventana del vagón y vio que ya había llegado a la parada donde tenía que bajarse. Se bajó del vagón y se dirigió al metro, no tardaría más de un cuarto de hora en llegar a su casa de su hermano, así que decidió darse prisa para no perder más el tiempo.

Y efectivamente en un cuarto de hora ya estaba frente al edificio donde vivía Yamato. Pulsó al portero automático y tras oír un saludo por parte de su hermano le abrió la puerta y accedió al lugar.

Tuvo suerte al encontrarse el ascensor en la planta baja desocupado y entró en él para subir hacia el piso en el que vivía Yamato. 

Nada más salir de allí ya estaba el rubio esperándole en la puerta con una sonrisa en la boca sin esperar para nada lo que le esperaba escuchar. Takeru se acercó hacia él y Yamato lo dejó pasar antes que él, le siguió acto seguido al interior de la casa cerrando la puerta tras de sí. Una vez dentro, empezó a hablar:

- Bueno hermano… ¿Qué había por Odaiba?

- Nada especial- empezó Takeru a hablar mientras se sentaba en el sofá- no estuve todo el tiempo que yo hubiese querido…

- A ver si algún día vas a ver a papá- contestó Yamato sentándose a su lado- dice que desde que volviste sólo has ido un par de veces por allí…

- Ya, tengo que ir a verle, pero con lo lejos que vivimos ahora de allí, apenas tengo tiempo de pasar por allí e ir a la Universidad…- trató de explicarse Takeru.

- En fin, olvidémonos de papá ahora- dijo Yamato dando un largo suspiro- ¿Qué ha ocurrido?

- Es Hikari…- comenzó Takeru a hablar sin animarse a mirar a su hermano a la cara- ha vuelto a humillarme.

Acto seguido, comenzó a relatarle con pelos y señales todo lo que había ocurrido desde que habían dejado de hablarse en el instituto, noticia que había pillado de sorpresa a Yamato ya que él no sabía nada, hasta lo que había pasado esa misma mañana todo ello sin omitir ni un detalle:

- ¿Y te puedes creer que después de sincerarme frente a aquel lugar tan especial va y me dice que ya no siente lo mismo por mí y que está confundida?- finalizó el relato Takeru indignado-Yo no me lo creo claro está, lo que pasa es que no quiere dejar a Daisuke pero a la vez quiere que yo esté ahí a sus pies y de perro faldero cuando ella se harte de Daisuke…

Yamato que había estado en silencio todo ese tiempo escuchando atentamente todo lo que su hermano pequeño le contaba, en cuanto vio que había terminado de hablar, tomó un poco de aire antes de decir:

- Takeru… yo sí pienso que ella está confundida y no creo que si quisiera teneros a los dos por dos bandas te dijese algo así, es más te diría claramente que también te quiere y seguiría con Daisuke, pero ella te ha dicho que también le dejará a él…

- ¡No!- dijo Takeru de repente levantándose del sofá sorprendiendo a su hermano por la inmediatez de ese acto- ¿no lo entiendes? Ella vuelve a hacer lo mismo que siempre, me llena de falsas esperanzas y luego me vuelve a pisotear como si no valiese nada… ¡la odio! No puedo permitir que también haga daño a mi mejor amigo…

- ¿Quieres calmarte?- preguntó Yamato levantándose también- ella te ha sido sincera, Takeru… Si quisiera dañarte no te hubiera dicho lo que de verdad siente, si no que te hubiera seguido engañando… ¿es que no lo ves?

- No creo que Hikari haya sido sincera en la vida- contestó Takeru con una sonrisa sarcástica en el rostro- de verdad que yo fui el primero que me sorprendí de que saliese con Haru cuando era mi mejor amigo y más que no me dijese nada, también que me enterase en Francia que empezó a tirarse a todos los chicos que conocía… y lo que es peor, que se acostase con mi propio hermano cuando yo ya no estaba después de haberme dicho que me quería…

- Pero Takeru- empezó Yamato intentando tranquilizarle- lo de Hikari y yo fue hace muchos años… ya no tiene ningún sentido hablar de ello…

De repente, se oyó un soberano portazo que provenía de la puerta de entrada que los estremeció de tal manera que se dieron ambos la vuelta asustados, pero a quién vieron allí aún les asustó más, el que estaba allí era Taichi con una expresión de profundo enfado y odio que podría haber aterrorizado al más osado.

Allí estaba Taichi, frente a ellos sin moverse, ni siquiera le habían oído entrar por la puerta ni habían oído el sonido de las llaves al abrir la puerta debido al calor de la discusión. Al mirar a los ojos a su amigo de toda la vida, Yamato sintió que estaba muerto porque en su cara se notaba que había oído aquella parte que siempre todos le habían mantenido oculta, el hecho de que él se había acostado con su hermana.

- Taichi…- sólo atinó el chico a decir- ¿Qué haces aquí tan pronto?

- Ya ves… venía tranquilamente y muy contento después de haberle contado a mi novia que hay una pequeña posibilidad de que podamos estar juntos con una beca a Estados Unidos y en cuanto llego a mi casa me entero de que hay una enorme discusión donde la protagonista es mi hermana pequeña en la que se decía que…- empezó a hablar Taichi dejando notar un sarcasmo imposible de no percibir mientras tiraba las cosas que traía al suelo, entonces miró a Yamato y siguió hablando- ¿qué era lo que he oído, Yamato? Es que no me enteré muy bien y me gustaría que me lo repitieses.

- Taichi, puedo explicártelo- empezó a decir Yamato sin poder decir nada mejor- yo…

No pudo terminar de hablar porque en ese momento Taichi se había acercado a él a grandes zancadas y le había dado un gran empujón que casi lo tira al suelo, luego le cogió de los cuellos de la camisa y empezó a gritar:

- ¿Quién eres tú para acostarte con mi hermana a mis espaldas, cabrón? ¡Qué esperabas! ¿Qué nunca me iba a enterar? Te voy a matar.

Pero Yamato logró zafarse de él y evitó un puñetazo que pensaba meterle y se alejó de él un poco hasta encontrar un lugar a salvo, luego lo miró y trató de hacerlo reaccionar:

- ¡Joder Taichi! Pensaba decírtelo de veras… lo siento… ¿podemos hablarlo tranquilamente?

- No hay nada que hablar-
dijo Taichi intentando calmarse- para mí ya no eres nadie.

Y tras decir eso, se marchó de allí dando otro portazo sin recoger sus cosas del suelo y dejando completamente helados a los dos rubios que no sabían qué hacer a continuación. Pero tras un momento, Yamato cogió su abrigo y se dirigió corriendo hacia la puerta, pero antes de abrirla oyó que su hermano le decía:

- ¿Adónde vas?

- ¿Adónde voy a ir?- respondió Yamato molesto- a buscarle, no puedo dejar que se marche así después de lo que se ha enterado.

Diciendo eso por última vez, cerró al puerta y se oyeron las pisadas alejándose rápidamente de allí dejando a Takeru solo en la casa incapaz de creerse lo que había ocasionado.

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