Posted by : Unknown miércoles, 4 de febrero de 2015






Capitulo 26: Un paso al frente.

Takenouchi Sora miró hacia el frente sin saber muy bien qué hacer. Frente a ella se encontraba un portero automático que no dejaba de mirar con el dedo en alto sin ser capaz de atreverse a pulsar ningún botón y en su otra mano llevaba colgando unas llaves que agitaba de forma nerviosa.

Se encontraba frente al portal de casa de Yamato y sus amigos, pero no se decidía a usar las llaves que ellos le había dado en caso de urgencias o a llamar para ver si estaban en casa. En  circunstancias normales hubiese utilizado las llaves y seguramente hubiese entrado sin avisar se encontrase quien se encontrase, pero esta vez las cosas no podían ser así. Llevaba más de una semana enfadada con Yamato y hasta ese día no se había dignado a acercarse hasta allí, tenía miedo a encontrarse con él.

Pero finalmente, ya no pudo soportar más tiempo sin hablarle. Ella aún no se había decidido a hablarle ni se sentía segura de poder volver a confiar en él a pesar de los intentos de sus compañeras por que le permitiese verla, pero un día todo se le complicó.

Estaba en casa sola, cuando de repente oyó el tono de un móvil que le resultaba familiar. Su melodía era una canción que pronto reconoció como la favorita de Hikari y corrió a su habitación a ver de quien se trataba mientras maldecía a la chica por su falta de cuidado con el teléfono.

Llegó a su habitación y lo cogió entre sus manos para leer el nombre y al ver que era Taichi descolgó sin pensar y dijo simplemente:

- ¿Sí?

- ¡Hikari!- reconoció la voz de Yamato a pesar de que él no reconoció la suya y se quedó helada mientras él hablaba- ¡no te lo vas a creer! Pero me acabo de encontrar a tu hermano y Mimi en la cama ya creo que sabes de qué manera…

Ante aquellas palabras, Sora se quedó estática sin saber qué decir, ¿entonces por fin estaban juntos de verdad? Sonrió satisfecha al imaginarse la escena y no se dio cuenta de que el rubio seguía hablando y se había dado cuenta de que ella no le estaba escuchando:

- ¿Hikari?- preguntaba él al otro lado del teléfono- ¿no me contestas nada? ¡Que es de tu hermano de quien estamos hablando!

- Yamato…- dijo ella simplemente haciendo que él dejase de hablar.

- Sora…- fue lo único que él atinó a decir.

Y tras esto, se quedaron callados provocando que se sintieran incómodos dejando que los minutos en línea pasasen de forma inútil. Pero Sora no tardó en contestar, escuchar otra vez a Yamato le había levantado el ánimo y no podía estar más tiempo sin volver a oír su voz:

- ¿Es cierto lo que dices?- fue lo único que se le ocurrió decir para romper el hielo.

- Eh…- empezó el chico a balbucear antes de poder decir- sí, es cierto. Cuando entre en casa fui hacia la habitación de Taichi y allí me los encontré, luego me echaron y fui corriendo a llamar a Hikari…

- Ya veo- contestó ella sonriendo- ¡ya era hora de que lo hiciesen! Ya creía que en realidad todo estaba perdido.

- Sí…- contestó él y le pudo oír reírse discretamente, se quedó un momento en silencio otra vez para luego decir- oye Sora… yo… ¡lo siento!- al notar que ella no decía nada siguió hablando- no volveré a meterme en los asuntos tuyos y de tu madre… es sólo que… quería que estuvieras feliz y veía que ese asunto de tu madre cada vez te destrozaba más…

- Entiendo- dijo ella simplemente.

- Te echo de menos, Sora- contestó él sinceramente y notando su voz más firme que nunca - ¿podríamos… hablar?

Ella no contestó directamente, no se atrevía a dar ese paso, tenía miedo a volver a confiar en él, pero por otro lado, había pasado los peores días de su vida alejada de él y volver a escuchar su voz después de tanto tiempo le había hecho recordar lo mucho que ella también le echaba de menos, así que dijo finalmente:

- De acuerdo. ¡Hablaremos!

- ¿Quieres que vaya a tu casa algún día?- preguntó él notando en el tono de su voz lo feliz que se encontraba.

- Mejor voy a ir yo a tu casa- contestó ella- creo que ahora me toca a mí hacer algo por nosotros.

Yamato entonces se rió y se despidió de ella prometiendo esperarla hasta que quisiera pasarse por allí y colgó dejándola con una extraña pero agradable sonrisa en la cara.

Se sonrió tontamente al acordarse de aquella conversación y ello le dio fuerzas para optar por dar un paso al frente e introducir la llave en la cerradura del portal para darse paso hacia el interior.

Subió al ascensor y esperó ansiosa a llegar al piso al que se dirigía, no estaba segura siquiera de si el rubio estaría en casa o no, pero no podía ya echarse atrás y deseaba que así fuera y que con un poco de suerte no hubiera nadie allí más que él.

Sin embargo no tuvo esa suerte. Nada más abrir la puerta, se encontró con que no sólo no parecía que él estuviera, si no que se encontró de lleno con la parejita del mes. Taichi y Mimi se encontraban en el sofá riéndose y diciéndose tonterías mientras se reían y se daban besos fugaces entre cada frase que decían. Ambos en cuanto la vieron entrar por la puerta, la saludaron alegremente:

- ¡Hola Sora! ¿Qué haces aquí?

- ¡Oh vaya!- dijo Sora no muy contenta de verles- la pareja de oro… ¿Por casualidad no está Yamato por aquí?

- Está en su cuarto- contestó Taichi pasando su brazo por los hombros de su novia.

- ¿Tú no tienes clase, Mimi?- preguntó Sora mirando a su compañera arqueando una ceja.

- Sí, ahora nos vamos- contestó ella sin más- sólo esperamos a Izzy…

No terminó de hablar cuando el susodicho apareció por la puerta con el abrigo ya puesto y guardando su ordenador portátil en su mochila a la vez que decía:

- Ya nos podemos marchar, chicos.

Los dos se levantaron del sofá y se reunieron con él para marcharse, Sora notó que Taichi cojeaba ligeramente que aunque era algo casi inapreciable sí que podía notar que algo no iba bien y preguntó extrañada:

- ¿Te pasa algo en la pierna?

Él la miró extrañado y luego miró su pierna y dijo simplemente:

- No nada, que el otro día me hice daño jugando al fútbol y tuve que dejar de jugar, pero ahora tampoco puedo jugar durante una temporada porque me duele mucho más ahora.

- Creo que me hago una idea de por qué estás peor- contestó Sora con una sonrisita- ¡eres un puto salido, Taichi!

- No tanto como tú y Yamato- contestó él no queriéndose quedar atrás-y sabes a lo que me refiero…
 
Sora se sonrojó, ya que no se esperaba aquella salida. Sin darse cuenta evocó en su memoria los momentos en los que el rubio y ella se habían acostado desde que habían vuelto y recordaba que solían ser muy brutos y muy escandalosos, habiendo escuchado quejas e incluso risitas de vecinos que se cruzaban al día siguiente a las cuales procuraba no prestar atención debido a la vergüenza que le ocasionaba.

- ¡No digas gilipolleces!- dijo ella- ¿no teníais que iros?

Los tres se rieron y se marcharon de allí dejándola, para su alivio, sola al fin. Justo en ese momento, apareció Yamato por la puerta del salón, parecía que había estado esperando el momento de que todos se hubiesen marchado para salir y reunirse con ella. Se quedaron mirando intensamente como si llevasen meses sin verse y no tuvieran nada que contarse, ninguno de los dos decía nada. Sora pudo ver en sus ojos que realmente la había extrañado y tras recordar aquella semana que el chico había pasado en su casa esperando hablar con ella, se enterneció y corrió hacia él.

Se abrazó a él con fuerza y éste la correspondió con la misma intensidad. Él no pudo evitar sentirse aliviado porque al final ella hubiese recapacitado y la abrazó con más fuerza para sentir su cuerpo contra el suyo.

Cuando se separaron, se miraron sonriendo. Yamato pudo volver a ver la verdadera cara de Sora que sólo mostraba cuando se sentía completamente relajada y feliz, volvía a ser la misma chica dulce y afectuosa que siempre había sido antes de cubrirse de aquella coraza de frialdad y cinismo de la que solía hacer gala.

- Te echaba de menos…-dijo él besándole con dulzura en la frente- creí que nunca volverías a hablarme…

Ella bajó la mirada mientras volvía a rodear su cintura entre sus brazos enterrando su rostro en su pecho, se sentía ahora muy bien con ella de esa manera y no le importó que no contestase si podía estar de esa manera con ella.

Pero de repente, ella alzó la vista para encontrarse con su mirada azul y con un gesto de firmeza absoluta en su rostro dijo:

- Yamato… Quiero… quiero saber qué fue lo que mi madre te dijo.

- ¿Estás segura?- preguntó él aunque ya sabía la respuesta.

- Sí…- contestó ella- necesito saber de ella, han sido cuatro años sin tener a mi madre y necesito saber todo lo que ella te contó para poder vivir tranquila el resto de mi vida.

- De acuerdo- finalizó el rubio sonriendo a la chica- te contaré todo.

Y la tomó de la mano para dirigirse los dos juntos al sofá. Ya era hora de que Sora y Toshiko fuesen felices después de tantos años de malos entendidos y odios.

Mimi no había imaginado en su vida que podría llegar a ser tan feliz después de haber dejado a Michael. Siempre estaba contenta y veía la vida con otros ojos, muchas veces se sorprendía a sí misma mirando a un punto fijo del espacio sonriendo como una tonta mientras entre sus dedos rodaba un precioso anillo.

No podía creerse que la causa de todos esos buenos sentimientos fue una sola persona. Desde que Taichi le había pedido salir sentía que nada podría ir mejor, pero siempre se sorprendía, cada día que pasaba con él sentía que ese día mejoraba el anterior con creces.

Después de aquel maravilloso día en que se entregó a él en cuerpo y alma, casi no habían pasado tiempo separados. Todos esos pocos días que llevaban de relación había dormido en casa de él y casi siempre estaban juntos.

Sus compañeras se habían burlado de ella por pasar tantísimo tiempo con él en una de las pocas veces del día que la encontraban sola, pero a ella no le importaba. Adoraba su compañía y además era consciente de que dentro de poco podría no volver a verlo más y quería disfrutar todo lo que pudiera junto a él.

Caminaba junto a él y Koushiro que hablaban de banalidades que no tenían que ver con ella mientras iba perdida en sus pensamientos. Taichi en ese momento no la estaba prestando atención, por lo que aprovechó para mirarle sin que él se diese cuenta. Su chico se reía mientras hablaba con su amigo de aquella forma tan abierta y espontánea como sólo él sabía hacerlo y notó cómo él relajaba un poco la mano con la que entrelazaba la suya y movía sus dedos entre los suyos produciéndole una agradable sensación. Sonrió complacida, le quería y estaba segura que había tomado la mejor decisión de su vida al aceptar estar con él.

De repente, pararon en medio de la calle. Ella miró a su alrededor y se dio cuenta de que habían llegado a su destino. Ahora su novio la miraba, él se marchaba en ese momento y Koushiro y ella se quedaban en su facultad. Era muy pronto para separarse de él:

- ¡Volveré luego a buscarte!- dijo él inclinando para darle un corto beso en los labios y luego miró a su amigo y añadió- no dejes que se le acerque ningún gilipollas…

Mimi le abrazó con cariño y dijo de forma melosa:

- Te echaré de menos… no tardes mucho en venir.

- Si sólo voy a ver a los chicos entrenar, en cuanto salgas de clase ya estaré aquí- contestó él simplemente.

Ella deshizo el abrazo decepcionada. Le encantaba su novio de muchas maneras, pero notaba que no se daba cuenta de lo mucho que necesitaba ella abrazarle y estar con él. Solía ser más despegado y a veces le daba la sensación de que tenía que competir por su atención con el fútbol.

Sabía que no podía conseguir que la afición por ese deporte que había tenido desde que era niño desapareciera sólo porque saliese con ella, pero le molestaba tener que compartirle de esa manera. Sin embargo, le miró a los ojos y vio que estaba ansioso por encontrarse con su equipo aunque no pudiese jugar, así que sonrió y no le entretuvo más, después le volvería a ver.

El chico se alejó de ellos y le vieron alejarse a duras penas debido a lo que le dolía la pierna, después de verle volver la esquina y ya perderse de su vista, Mimi y Koushiro se dirigieron al interior de la facultad de Mimi:

- ¿Seguro que te apañarás en esa clase de inglés?

Al ver la cara de extrema angustia que su amigo llevaba, supuso que no estaba para nada seguro que llevara bien esa clase. Recordó una semana atrás que Koushiro había llegado a casa diciendo que había cogido una asignatura de más y que era inglés porque debía de mejorarlo.

Aquella noticia había sido recibida por las carcajadas de sus dos amigos que no paraban de retorcerse en el sofá donde se encontraban ante la mirada perpleja de Mimi que estaba sentada en medio de los dos y la mirada cansina de Koushiro que rodó los ojos molesto.

- Va en serio, necesito aprender inglés y voy a hacerlo…

- Pero si no eres capaz ni de entender las palabras más simples y básicas- contestó Yamato mientras se secaba con el dedo índice- es más, me acuerdo que en el instituto te lo aprobaron porque era lo único que no eras capaz de aprobar e ibas dando lástima por los pasillos.

- Es verdad- decía Taichi- me acuerdo la cara de idiota que se te quedaba cada vez que la profesora se dirigía a ti en inglés por el pasillo…

- ¡Dejadle idiotas!- intervino Mimi al ver que Koushiro no decía nada- ¡yo te apoyo Izzy! Y si quieres yo te doy clases y te ayudo.

- ¡No te quejarás!- dijo Taichi de repente- no sólo aprenderás inglés, sino que encima tendrás una profesora sexy… ni en tus sueños más húmedos, pequeño.

Tras decir eso, ella le dio con la mano en la nuca empezando a reírse y luego comenzó a informar a su amigo de todo lo que tenía que hacer una vez que empezase la asignatura.

Ahora estaba allí con ella cada vez menos convencido de la idea a cada paso que daba, o eso es lo que le parecía a ella porque no paraba de tropezar y de volver la cabeza de una forma poco disimulada hacia el otro lado como buscando una manera de escaquearse, por lo que decidió intervenir:

- Izzy no te preocupes… seguro que no te irá mal, tú eres muy listo…

- ¡No!- dijo él de repente – si estoy bien… seguro que puedo con ello… seguro que…puedo con ello…

- Si eres capaz de crear un virus informático y mandárselo a Matt cada vez que se burla de ti y luego te pide que le arregles el ordenador, eres capaz de aprender inglés.

Él se rio al acordarse de ese episodio y pareció relajarse un poco. En ese momento, Mimi alzó la vista para dar la vuelta y entrar cuando vio que su amiga Yolei salía por la puerta e iba en dirección hacia ella.

Cuando ella les vio, corrió hacia donde estaban muy contenta de ver a su amiga:

- ¡Buenos días, Mimi! ¿Vas ya a clase? Yo me iba ya a casa que terminé por hoy.

- ¡Hola!- saludó contenta- yo vengo a las clases optativas que tuve que coger para venir y de paso acompañar a mi amigo a su clase de inglés en la facultad…- miró a Koushiro y añadió- bueno os presento. Éste es Izumi Koushiro, compañero de piso de mi novio; Izzy, ella es mi amiga Inoue Miyako…

- ¡No me lo puedo creer!- la interrumpió Yolei mirando ahora fijamente a Koushiro y él también parecía sorprendido- ¡No sabía que eras amiga suya!

Mimi la miraba sin comprender ante tal explosión de emoción y entonces Yolei tuvo que dar más información:

- Él es el presidente del club universitario de informática al que yo pertenezco- entonces en ese momento volvió a mirar al chico y dijo- de verdad, que siempre he querido conocerte, Koushiro. Eres una leyenda en el club y como somos tantos no te conocemos en persona casi ninguno y… ¡dios! Cuando se lo cuente a los demás, seguro que se morirán de envidia y seguro que…

- Yolei- dijo Mimi viendo que ella empezaba a emocionarse y asustaba a Koushiro- ¡ya, cálmate!

- Sí, lo siento- dijo ella intentando controlar la emoción- de verdad que estoy encantadísima de conocerte…

- Yo también- dijo él intentando parecer tranquilo ante tal arrebato- espero que nos encontremos en alguna reunión del club o si necesitas ayuda puedes pasarte los lunes por la tarde que estaré por allí…

- ¡Por supuesto!- dijo ella volviendo a emocionarse- el lunes me pasaré por allí… es más, me pasaré todos los lunes, tengo tanto que aprender de ti…

- Yolei- volvió a replicarle Mimi- llegamos tarde y tú te ibas. ¡Hasta mañana!

Ella comprendió y tras una breve despedida se marchó dejándoles solos al fin para entrar en la facultad. Ambos se miraron y se echaron a reír, mientras ella bromeaba sobre el asunto:

- ¡Bueno Izzy! Si tienes admiradores por el mundo.

- ¡Puff!- contestó él abochornado- no sabía nada de que fuese ni leyenda ni nada en ese club, yo sólo voy de vez en cuando a trabajar en un programa muy importante con unos amigos…

- Pues ya ves- decía ella divertida- es extraño, mira que le he hablado de ti y que me diga que nunca lo he hecho… bueno, la verdad es que llamándote Izzy mucha idea no puede tener.

Se volvieron a reír y siguieron caminando en dirección a las aulas cruzándose con otros alumnos que entraba y salían de sus clases. Pero de repente, Mimi notó cómo alguien la cogía por el hombro y la empujaba para atrás.

Sorprendida, se dio la vuelta y se encontró de cara con Catherine que la miraba con un odio y rencor que en su vida había visto en alguien. Se dio cuenta que desde que la había apartado de Taichi hacía ya una semana y luego se había ido con él, apenas había ido por clase y no había tenido oportunidad de verla ni de enfrentarse a ella.

Koushiro se había parado también confundido por la interrupción y al ver a Catherine allí se quedó paralizado, él también había oído sobre la chica francesa que intentó interponerse entre ellos y no sabía qué decir:

- ¡Izzy!- dijo Mimi de repente- ve yendo a tu clase, tengo algunas cosas que hablar con ella.

Él asintió sin que le quedase otro remedio y se marchó dejándolas solas. Catherine hizo un movimiento con la cabeza indicándole que se fueran a otro lugar por donde no pasase nadie y ella la siguió sin rechistar.

Pronto encontraron un baño apartado por donde no solía pasarse nadie y entraron en él, tras cerrar la puerta, Catherine volvió a encararla empezando a decirle:

- ¿Te parecerá estupendo? Por fin conseguía a un tío y tienes que venir a impedírmelo, ¿no? Y no sólo eso, has empezado a salir con él y no quiere volver a saber nada de mí… Eres una puta, una arrastrada, una…

No siguió hablando, su voz fue callada por una fuerte torta en la cara que había hecho que se le volviera hacia un lado. Mimi le había pegado con todas las ganas que había podido reunir, no pudo evitar recordar a Stacey con Michael y después la imagen de Catherine besando a Taichi… ya no podía más y después de haberlo hecho sintió que un agradable sentimiento de liberación se adueñaba de ella después de mucho tiempo.

 Volvió a mirar a la francesa y le dijo intentando reprimir otro impulso de golpearla:

- ¿Yo soy la puta? Creo recordar que te dije que él para mí era alguien muy importante y me prometiste que no te acercarías a él… ¿y qué hiciste tú? Pasártelo por dónde ambas sabemos y correr a meterle mano, ¿y yo soy la puta?

- Tú no hacías nada y a mí él también me gustaba, ¿por qué iba a desperdiciar la oportunidad? Además él no parecía muy molesto…

- Puede ser- contestó Mimi cínicamente- pero vaya, ¡qué rápido cambió de idea en cuanto aparecí por allí! Porque por si no lo recuerdas, yo soy su novia ahora.

Catherine de repente empujó a Mimi y trató de cogerle de los pelos, pero ella se resistió cogiéndola de los brazos antes de que pudiese hacerlo y la alejó de ella de un empujón. La chica la miró totalmente enfurecida y empezó a soltar palabras en francés que Mimi pensó que serían insultos u otras cosas peores que no quería saber y entonces ésta comenzó a hablar:

- ¡Te odio! Eres la persona más detestable que he conocido. Cuando llegué aquí todo el mundo sólo hablaba de ti y de lo maravillosa que eras, la gente te adoraba y yo quería conocerte. Pero no te soporto, ¿por qué tú tienes tanto éxito si apenas llevas unos pocos meses?

- Yo no tengo éxito- contestó ella- simplemente soy amable con los demás y les ayudo, y si me odias por eso eres patética…

- ¿Patética yo?- preguntó Catherine riéndose de forma agria- si te hubieras visto la cara que pusiste cuando Taichi nada más conocerme empezó a coquetearme… vi cómo se te congeló el rostro. Entonces tras eso y tu declaración supe que le querías… ¡ah! ¿y a qué no sabes qué hice? Besarle y tocarle ante tus narices, conseguí que él sólo me prestase atención a mí y pasara de ti, te levanté al hombre de tu vida.

Mimi sintió otra vez un deseo irrefrenable de volver a abofetearla, pero se contuvo. Miró a la chica que tenía frente a ella furiosa aunque tratase de ocultarlo tras una máscara de satisfacción y cinismo, en ese momento le pareció una persona pequeña e insignificante que disfrutaba intentando dañar a una persona a la cual envidiaba sin conocerla. Pero no por ello pasaría por alto todo aquello, no le daría el gusto de enfadarse o pegarla otra vez, pero pensaba atacarla con todo lo que tenía en su contra, era humana y tenía derecho a cobrarse una pequeña venganza:

-Pues espero que disfrutases de aquel beso porque dudo mucho que alguien vuelva a besarte como él… Además te diré otra cosa, después de que nos dejases solos nos marchamos y estuvimos haciéndolo durante toda la tarde… Una lástima, al final fui yo la que logró que de su boca salieran aquellos gemidos tan sensuales. No sé… a lo mejor no debiste creer tanto en tus posibilidades y no haberlo dejado conmigo…

Vio que la cara de la francesa se tornaba blanquecina a cada palabra que ella decía y podía notar cómo el ambiente se volvía tan espeso que podía cortarse. Creyó que ya había dicho demasiado para poder librarse de una bofetada de vuelta por parte de Catherine, así que decidió salir de aquel baño dejándola allí sola sin volver la vista atrás y sólo como excusa lo tarde que llegaría a su clase.

Sora y Yamato se encontraban en medio de una calle especialmente transitada, pero no se preocuparon de apartarse y los peatones tenían que desviar su trayectoria para evitar chocar contra sus cuerpos que se negaban a hacer algún movimiento.

Estaban cogidos de la mano y Yamato podía notar que la mano de Sora temblaba ligeramente bajo el contacto de la suya y sabía que no era por el frío. 

Hacía unas escasas horas se habían reconciliado y se habían quedado en casa hablando. Sora quería saber sobre su madre y él le contó todo lo ocurrido desde que vio por primera vez a Toshiko hasta que salió de la tienda y se encontró con Sora sin omitir ningún detalle. Después de haberle contado todo, Sora, que no había dicho nada en todo el rato, sólo escuchaba y meditaba sobre todo ello. Miró al rubio a los ojos y preguntó:

- ¿Eso es todo?

-- contestó él- todo eso fue lo que me contó…

- Entonces…- decía Sora más para ella que para él- aquel dinero de más que mi padre decía que me ingresaba en la cuenta era de ella… Bueno, tiene algo de sentido… mi padre tal y como estaba no hubiera podido ayudarme…

- ¿Ves como no era mentira?- dijo él.

- Entonces siempre estuvo ahí al final- seguía hablando ella para sí misma con una pequeña sonrisa casi imperceptible- ahora sí que estoy perpleja. 

- ¿Qué vas a hacer?- preguntó Yamato intentando introducirse en la conversación interna de la chica.

- No lo sé…- sopesó ella un poco perdida- después de tanto tiempo pensando otra cosa, ahora no sé qué pensar ni decir.

- Ve a verla, Sora- dijo Yamato- habla con tu madre.

- No sé- contestó ella- tengo miedo a lo que me vaya a encontrar…

- Yo estaré contigo- dijo él- te acompañaré hasta allí si lo deseas.

Y allí estaban los dos como aquella vez que él no se atrevía a dar el siguiente paso hacia el interior de la tienda. Podían ver cómo Toshiko se encontraba en ese momento atendiendo a una clienta y no era capaz de verlos en el exterior. Seguramente si no hubiese nadie allí con ella, los hubiera visto desde dentro.

Los dos se miraron confidentes y Sora dio un largo suspiro intentando controlar los nervios que sentía en ese momento, él lo notó y apretó con más fuerza su mano mientras decía:

- ¿Estás lista?

Ella asintió mientras volvía a dejar salir el aire por la boca y ambos comenzaron a caminar para acercarse a la puerta que en ese momento estaba siendo abierta por la clienta que antes se encontraba en el interior. Eso era mucho mejor, así nadie les molestaría y podrían estar a solas con ella.

Entró primero Yamato. Toshiko volvió la cabeza de sus asuntos en dirección a la puerta y al verle, sonrió mientras le saludaba con la mano cuando de repente se le quedó la mano suspendida en el aire al ver aparecer detrás de él a su hija después de tantos años. Se fijó en Sora, la estaba mirando en ese momento pero no lograba descifrar la expresión de su rostro, no sabía si estaba enfadada o contenta y eso la alarmó más por no saber qué era lo que le venía encima.

Se quedaron los dos parados delante de la puerta y nadie sabía cómo reaccionar. Yamato pudo notar cómo el ambiente se volvía más espeso y vio la necesidad de romper el hielo sin mucho éxito:

- Señora Toshiko… ¡Estamos aquí!

Sora sintió deseos de golpearle. ¿Cómo se le ocurría decir semejante obviedad? Su madre ya había visto que estaban allí, le miró mal y le dijo:

- Yamato… será mejor que me esperes aquí, ya hablaré yo con mi madre sin que estés tú aquí.

Él se dio cuenta de que no debía de haber dicho nada y se sintió avergonzado. Asintió a Sora y se quedó allí mientras ella avanzaba hacia donde su madre se encontraba aún sin decir nada y ella le dijo:

- ¿Podemos hablar?

Toshiko asintió y le mostró a su hija su despacho donde almacenaba los arreglos florales para que pasase delante de ella. Sora entró allí dejando al rubio en la tienda y vio que su madre la seguía y cerraba la puerta detrás de ella. No se atrevía a encararla y permanecía de espaldas a ella sin decir nada. De pronto oyó que su madre tomaba la iniciativa:

- Cuánto tiempo sin verte…

- Cuatro años y medio casi- contestó ella sin saber muy bien cómo continuar.

- ¿Qué tal te va?- preguntó la mujer, Sora notó que estaba nerviosa.

- Ahí voy… aunque creía que seguías mi vida desde que me fui a vivir con papá- contestó ella intentando entrar de lleno en la conversación mientras se daba la vuelta para encararla.

- Eso era antes…- contestó su madre bajando la mirada- pero aún así Yamato me ha contado que estás estudiando Bellas Artes y que estás viviendo con una chica norteamericana y la hermana pequeña de Taichi. De verdad que me alegro de que estés estudiando…

- Utilicé bien tu dinero aunque yo creyese que era de mi padre- la interrumpió Sora mordazmente.

Se quedaron las dos en silencio sin mirarse, cada una miraba hacia otro lado sin ser capaces de decirse nada más. Pero de repente, Toshiko buscó la mirada de Sora y habló de forma clara y firme:

- Sora… yo quiero decirte que no he dejado de pensar en ti todo este tiempo y no he dejado de culparme por todo lo que pasó entre nosotras… Sé que no puedo hacer ya nada para solucionarlo, sólo quiero que sepas que te seguiré apoyando y que cualquier cosa que necesites, estaré aquí aunque no quieras volver a ser mi hija…

De pronto la mujer fue interrumpida por unos brazos que se habían aferrado a su cuerpo, Sora se había abalanzado sobre su madre abrazándola con fuerza enterrando su rostro en el pecho de ella mientras comenzaba a sollozar a un volumen elevado. Toshiko abrazó a su hija con fuerza y la atrajo más hacia ella para obtener mayor contacto, llevaba tanto tiempo sin ver ni abrazar a Sora que notó cómo las lágrimas florecían en sus ojos de la emoción.

- Te he necesitado tanto, mamá…- decía Sora entre sollozos.

- ¡Lo sé, cariño!- decía su madre abandonando su rectitud y saber estar por tratar de calmar a su única hija- ahora ya está todo bien.

Cuando Yamato entró en el despacho de Toshiko, preocupado por la tardanza y la ausencia de las voces de ambas mujeres, se encontró con una escena que le llenó de felicidad. Allí estaban madre e hija abrazadas llorando juntas y susurrándose palabras que él no podía entender. Sonrió, lo había conseguido, por fin Sora y Toshiko abandonaban el pasado y comenzaban un futuro juntas que no volvería a separarlas.

Entonces, las dos se separaron al percatarse de su presencia detrás de ellas y, al verle, las dos le sonrieron abiertamente. Él tampoco pudo evitar sonreír satisfecho, pero no dijo nada, decidió esperar a que ellas iniciasen conversación, que no tardó en ocurrir:

- Yamato…- comenzó a decir Sora- mi madre y yo vamos a comenzar de cero.

- Me alegro mucho- contestó él sonriendo- sólo deseo lo mejor para ti y para tu madre, Sora.

- Gracias- dijo ella yendo hacia él separándose de su madre.

- No tienes por qué agradecerme nada- dijo él seriamente.

- No, en serio- contestó ella- si no hubiera sido por ti, jamás me hubiera enterado de la verdad y si no me hubieras animado, nunca hubiese venido… Te lo debo todo Yamato, no sé cómo podré agradecértelo… ¡Te quiero!

Él no pudo soportarlo más y abrazó a su chica con todo el amor del mundo, no era capaz de expresar con palabras todo lo que sentía por ella y se quedó en silencio disfrutando de aquel momento que deseaba que fuese eterno.

- Creo que ya estoy lista…- oyó que ella decía bajo su abrazo.

- ¿Para qué?- preguntó él confundido.

- Para ser de verdad tu novia- contestó ella separándose para mirarle a los ojos- ¿Quiere ser mi novio, Ishida Yamato?

Yamato al oír aquello, se echó a reír y besó sus labios lentamente sin preocuparse de que la madre de Sora estuviera delante viendo la escena. Ella le correspondió y cuando se separaron, sin dejar que ella apartarse sus ojos de los suyos, dijo:

- Para mí fuiste mi novia desde el primer "te quiero". Así que para mí esto sólo es ponerle un nombre a lo que tenemos.

Ella se echó a reír y le volvió a besar con la misma intensidad que la anterior vez, pero de repente fueron interrumpidos por un leve carraspeo detrás de ellos. Se dieron la vuelta dándose cuenta de que habían olvidado por completo que estaban en la tienda de la madre de Sora y ella delante.

Avergonzados se apartaron el uno del otro para volver a prestar atención a la mujer, pero ella, lejos de molestarse o mirarles de forma reprochadora, dijo:

- Así que al final sí resulta que Yamato será mi yerno… Más te vale que me la cuides bien, que es mi hija.

- Delo por hecho- contestó él sin dejar de sonreír.

De repente, notó que sonaba en su bolsillo su teléfono móvil, reconoció el tono de llamada y supo que se trataba de uno de sus compañeros de la banda.

Estuvo tentado a colgarle directamente y apagar el móvil para que no le molestasen por ese día, pero se arrepintió y decidió descolgar y llevarse el teléfono al oído:

- ¿Qué ocurre?- preguntó directamente sin saludar- ya veo… ¿y es necesario que vaya yo también? No estoy en casa y no tengo la guitarra conmigo… bueno… pues voy por casa a buscarla y me vienes a buscar tú porque si no, no llego… bien… te veo ahora, ¡hasta luego!

- ¿Quién era?- preguntó Sora una vez colgó de nuevo y guardó el móvil en el bolsillo otra vez.

- Eran los chicos de la banda- le explicó él- nos ha salido una oportunidad de tocar en un bar de Shibuya y tenemos que ir todos a discutir el contrato.

- ¿Entonces te vas?- preguntó ella un poco apenada.

- ¡Lo siento!- se apresuró él a disculparse- te prometo que por la tarde pasaré por tu casa y ya no habrá nada que nos distraiga.

Sora se sonrojó discretamente y asintió mientras le daba un beso de despedida. Ambas se despidieron de él y abandonó el lugar dejándolas solas.

Sora y Toshiko se quedaron paradas en medio del despacho mirando el lugar por el cual se acababa de marchar el chico. De pronto, Toshiko desvió la vista de allí y volvió a posarla sobre su hija que ahora la miraba con curiosidad:

- Voy a cerrar la tienda por hoy- contestó Toshiko sonriendo- así podremos hablar tranquilamente…

- De acuerdo- dijo Sora- te ayudaré.

Más tarde, las dos mujeres se encontraban en el despacho tomando café y charlando animadamente. Sora aún no podía creerse que pudiera mantener una conversación tan tranquila y trivial con su madre como aquella, ni siquiera en aquellos años de adolescencia cuando aún no había pasado nada de su embarazo.

- ¿Entonces supiste de mí porque tu compañera pasó por aquí a comprar?

- Sí, una chica con el pelo castaño y norteamericana- le contaba Sora.

- Me suena de una americana que vino una vez…- contestó su madre haciendo memoria- ¡sí! Allá por diciembre vino una chica yanqui con un chico pidiendo un arreglo floral para su casa, me acuerdo porque no suelen venir muchos extranjeros por aquí…

- Entonces sí era ella- contestó Sora- se vuelve loca con cualquier cosa que sea o parezca japonesa…

- Típica turista- dijo Toshiko riéndose- ¿es la novia de Taichi, entonces?

- Sí- afirmó Sora- después de muchas tonterías al fin empezaron a salir hace una semana.

- Yo siempre pensé que tú y Taichi tendríais algo- dijo Toshiko- de pequeño siempre había estado enamorado de ti…

Sora torció el gesto haciendo notar el desagrado que sentía ante aquella realidad, no le gustaba acordarse del enamoramiento de Taichi por lo que había  ocurrido consecuencia de ello, su madre se dio cuenta y decidió cambiar de tema:

- Ven Sora. Quiero enseñarte algo.

Ambas se levantaron y Sora siguió a su madre a una estantería más alejada de la puerta. Allí había una fila entera de arreglos florales de colores fríos para el invierno y unos ramos de flores preparados para ser vendidos, pero su madre no prestó atención a ello. Ella tomó un libro de esa estantería y se dio a su hija.

Sora, extrañada lo tomó y lo abrió. Para su asombro, descubrió que era una especie de diario donde su madre había recopilado varias fotos de ella desde que era niña hasta los últimos años de instituto que ya no vivían juntas, también cosas que sólo ellas dos podían reconocer que le hacían gracia y por último se encontró con algo que no reconocía. Era una flor seca que se había conservado por encontrarse aplastada entre las hojas del libro, extrañada, la sacó de allí y miró a su madre esperando una respuesta:

- Esa es una flor del primer arreglo floral que hiciste- le explicó Toshiko cogiéndola entre sus manos- me sentí tan orgullosa que decidí conservarlo junto con todas esas cosas para recordarte siempre…

Tras esa respuesta, Sora abrazó a su madre y sintió otra vez deseos de echarse a llorar, pero no lo hizo. Se rio por ello, ¿qué pensarían sus amigos de ella al verla todo el día llorando como una tonta? Pero no le importaba en realidad, se sentía tan feliz que se permitía cualquier cosa. Miró a su madre y ella le devolvió la mirada, por fin estuvo segura de que todo había acabado y que podría volver a tener a su madre con ella… y todo gracias a Yamato.

Sora sonrió al acordarse del que ahora era su novio y se dio cuenta de lo mucho que ya le echaba de menos. Suspiró abochornada, ¿cómo podía echarle ya de menos si se había ido hacía nada? En fin, empezaba a parecerse a esas mujeres dependientes de su novio, pero bueno, ya en el fondo no le importaba… Gracias a su novio volvía a ser feliz junto a su madre y nunca podría terminar de agradecérselo lo suficiente.

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