Posted by : Unknown martes, 3 de febrero de 2015






Capitulo 23: La verdad descubierta

Yamato respiró varias veces seguidas sin atreverse a dar ningún paso más de donde se encontraba, el resto de viandantes le esquivaban con torpeza o agilidad según el grado de distracción en el cual se encontrasen, pero él no se percataba de nada, simplemente seguía parado en medio de la calle mirando al frente sin saber qué hacer.

Frente a él se encontraba una tienda muy peculiar, era una tienda de arreglos florales muy bien decorada. Respiró una vez más para darse fuerza para avanzar a su interior, era la tienda donde trabajaba Takenouchi Toshiko, la madre de Sora.

Hacía tiempo que había querido hablar con ella, pero nunca se había atrevido a dar el paso al interior de la tienda, tenía miedo por lo que pudiese encontrarse y siempre se daba la vuelta abatido por su falta de agallas. Pero esta vez sería diferente porque ya estaba harto de quedarse parado sin hacer nada y no poder ayudar a Sora.

De repente, a su mente le vinieron unos recuerdos que trataba por todos los medios que le convencieran a seguir caminando, los recuerdos del día que Sora le contó la verdad sobre la razón por la que su madre la echó de casa.

Recordar aquel día le producía una sensación de angustia pero a la vez de placer, ese día había ido a visitar a su amiga a su casa después de que Tai le dijese que la chica se encontraba bastante enferma. Fue allí simplemente para hacerle compañía y hablar un rato tranquilamente como les gustaba hacer cuando estaban solos.

Cuando llegó a su residencia, fue recibido por una Sora bastante más delgada y desmejorada de lo que se esperaba, ella le dejó entrar en la casa sin decir nada más y se sentó otra vez en el sofá dispuesta a fumarse un cigarro. Yamato entró extrañado de que su amiga simplemente le hubiese saludado con un simple gesto con la cabeza y sin empezar a lanzarle comentarios sarcásticos.

Se sentó al lado de la chica y aceptó el paquete de tabaco que ella le ofrecía para, acto seguido, encenderse un cigarro y acompañar a Sora en su vicio.

No sabía qué decirle, Sora siempre había sido muy celosa de su intimidad y de sus asuntos por lo que dudaba mucho que le contase qué era lo que le había pasado.

Taichi le había contado que le había llamado su hermana diciéndole que a Sora le había dado un ataque de ansiedad al enterarse de que Mimi se había encontrado con su madre de casualidad y que aquello había sido el desencadenante para que terminara poniéndose enferma. 

Y efectivamente mirándola en ese momento se dio cuenta de que su amiga no estaba muy bien de salud, quizá deberían preocuparse más por ese aspecto como solía decirles hasta el cansancio Mimi cuando les hablaba de los problemas alimenticios y los desórdenes horarios de Sora.

- ¡No me mires así Yamato!- dijo Sora de repente sacándole de sus cavilaciones- no estoy tan enferma como Mimi pretende haceros creer…

- No estoy de acuerdo, Sora- contestó él- creo que deberías hacerla más caso a partir de ahora.

- ¡Sí lo hago!- exclamó Sora- hasta cedí a ir al médico y todo…

- ¡Sora!- la interrumpió Yamato repentinamente muy serio- ¿Qué te ocurre? Sabes que me puedes contar todo lo que quieras… para eso somos amigos, ¿no?

- ¡Qué no me pasa nada!- gritó Sora levantándose del sofá molesta- no es necesario que te preocupes por mí, puedo cuidarme sola y lo sabes…

- No creo que seas capaz de cuidarte sola cuando a la primera que tienes un problema vas corriendo a pedirle consuelo a Taichi y a llorarle a él- dijo Yamato sin darse cuenta de lo que estaba diciendo.

Sora quedó enmudecida ante aquel comentario y Yamato se quedó totalmente estático ante lo que acababa de decir. No había sido capaz de mantener la boca cerrada y tratar de ser más cuidadoso con sus palabras… seguramente Sora se enfadaría con él y le echaría de casa por grosero y se lo
merecería, pero no pudo evitarlo, solo recordando cómo Sora prefirió acudir en busca de ayuda a casa de Taichi en lugar de a él que era al que había elegido entre los dos le hería el orgullo y le ponía furioso.

Miró a Sora y, para su sorpresa, vio que en lugar de montar en cólera y echarle a patadas de su casa, había bajado la mirada y parecía bastante avergonzada, cosa que el rubio no logró entender hasta que oyó casi en susurros la voz de Sora que le decía:

- De verdad que lo siento… pero no me sentí con fuerzas para acudir a ti ese día…

Yamato no lo pensó más y corrió hacia su amiga para apoyarla en él, tomó su brazo y la guió hacia el sofá para dejarla que se sentase allí y así poder hablar con ella más tranquilamente. Se sentía muy mal por lo que le había dicho y se apresuró a decir:

- Sora… Perdóname, de verdad que no me importa que fueses a su casa, sois amigos desde siempre… ¡Perdóname, soy idiota!

- Sí eres idiota Yamato- contestó Sora con una sonrisa de suficiencia- sé que sí te molestó mucho que fuera a casa de Taichi en lugar de a la tuya…no tienes porqué intentar hacer que me sienta mejor… pero, no me atrevía a recurrir a ti de verdad… sentía tanta vergüenza por lo que pudieses pensar de mí…

- Nunca pensaría mal de ti, Sora- contestó él tomando su mentón con su mano derecha- Sora, tú lo sabes… tú siempre fuiste la única chica por la que sentí algo más allá de la amistad o de la simple diversión y lo sabes...

No pudo terminar de hablar porque sus labios fueron atrapados por los de la chica que le comenzaban a besar con desesperación en un intento de profundizarlo, Yamato no sabía qué hacer por primera vez y se dejó llevar por el momento dejando que Sora le besase. Hacía tiempo que no se sentía de esa manera con una chica y el volver a probar los labios de ella le llenaba de una placentera sensación de paz.

Siempre habían hecho ver a los demás que lo suyo no era más que simple diversión para que nadie molestase a Sora ya que por aquel entonces él había estado con un montón de chicas resentidas con él por dejarlas y no quería que la tomasen con ella. Ahora besando a su novia del pasado recordaba a aquella dulce y afectuosa chica de 17 años que había sido su amiga antes de desaparecer de su vida para volver otra vez a él totalmente desconocida y diferente a lo que él había amado de ella, pero se dio cuenta que a pesar de todo, nunca dejó de esperarla y de quererla como la primera vez que se besaron…

- Supongo que aún te preguntarás la razón de por qué volví tan diferente a lo que tú te esperabas- preguntó Sora que ya había roto aquel beso y se había abrazado a él como recordaba él que hacía cuando aún no había problemas.

- Sí…- afirmó Yamato siendo sincero- pero no te preocupes por ello, todo está bien si me prometes no volverte a ir nunca…

- No estoy muy segura de esto- contestó ella sintiéndose insegura- durante muchos años me he mantenido tan distante e intentando olvidar todo lo que me había pasado que ya no sé si soy capaz de volver a ser lo que fui antes de todo esto… siento que si no te lo cuento a ti nunca podré vivir tranquila.

Él no dijo nada, simplemente la estrechó mucho más contra su pecho y pasó su mano por sus cabellos anaranjados para intentar calmarla, aunque él también necesitaba calmarse, tenía miedo por lo que Sora fuera a contarle y no sabía si estaría preparado para cargar con lo que fuera. Miró a la chica que se encontraba junto a él que ahora le devolvía una mirada llena de firmeza y decisión, aquello hizo que todas sus dudas se disipasen y se decidiera a permitir que Sora compartiera con él todo lo que le atormentaba.

- Verás Yamato- empezó a decir Sora tomando la mano de él entre las suyas- mi madre me echó de casa porque me quedé embarazada. Aquello cayó sobre él como si de un balde de agua congelada se tratase. No podía creer lo que estaba oyendo y ahora de repente le encajaron todas las incógnitas acerca de ella que Taichi y él siempre habían tenido, pero ella aún no había terminado de hablar:

- Cuando mi madre me echó de casa me dijo que me marchase con mi padre, pero era tarde y no tenía donde quedarme hasta poder irme, así que decidí acudir a Taichi… no sabía cómo decírtelo de verdad, pero no conté con que Taichi te llamase y me sentí tan mal por todo que no fui capaz de confiaros nada y daros problemas… así que cuando amaneció, me marché a coger el tren a Kyoto sin deciros nada por miedo a que me detuvieseis y descubrieseis mi secreto- ahora Sora hablaba muy deprisa, pero su voz sonaba como desesperada y con miedo en cada palabra que decía.

Yamato no dejaba de escucharla y a la vez intentaba asimilar todo lo que ella le estaba diciendo, no podía imaginar todo lo que había tenido que pasar la chica sola sin poder confiar en nadie y con un niño en camino… De repente se acordó de algo importante, ¿dónde estaba ese bebé si nunca había sabido nada de él? Seguramente ya tendría cuatro años o quizá… 

- ¿Y qué ocurrió con…?- puso entonces a sus pensamientos palabras sin darse cuenta.

- Lo siento…- dijo Sora otra vez entristecida- me vi en un apuro enorme y sin salida… Aborté a poco de llegar a Kyoto con mi padre…

Sin dejarla más tiempo para hablar, el rubio tomó a Sora entre sus brazos para abrazarla con todo el cariño que podía ser capaz de transmitir, notó cómo de sus ojos comenzaban a brotar unas pequeñas lágrimas de frustración, se sentía tan inútil y tan insignificante por no haber sido capaz de ayudar a la chica que tanto quería que sentía un deseo irrefrenable de ponerse a gritar como un enajenado.

- Sora…- dijo él intentando aguantar el impulso de llorar- lo siento tanto… te prometo que a partir de ahora estaré contigo y jamás te abandonaré…

- Te quiero…- oyó que Sora le decía mientras se aferraba a él- no quiero que sufras por mí, Yamato…

- Yo también te quiero Sora- contestó él- nada hará que yo me separe de ti… por favor, vuelve conmigo y te prometo que siempre estaré contigo y te haré feliz…

De repente, sin previo aviso, Sora rompió a llorar amargamente y él no sabía qué hacer, no entendía por qué lloraba y se sentía otra vez inútil por no saber cómo ayudarla:

- Lo siento tanto…- la oyó decir entre sollozos- no te he dicho toda la verdad Yamato, pero no quiero que haya nada que nos separe… Cuando me enteré de que estaba embarazada, me dijeron que estaba de casi 8 semanas…

Yamato se quedó totalmente estático sin poder decir nada por lo que había deducido de aquella revelación, ellos dos sólo habían estado juntos unas poquitas semanas, pero era imposible que hubieran llegado siquiera a casi dos meses… eso significaba que…

- ¡El hijo que yo esperaba era de Taichi y no tuyo, Yamato!- dijo finalmente la chica destrozando a cada palabra el corazón del rubio.

- Sora…- empezó a decir el chico, pero ella no le dejó hablar.

- No me siento merecedora de tu amor Yamato- dijo ella soltándose de su abrazo.

- ¡Eso no es cierto!- dijo él muy serio- soy yo el que no te merece, cuando más me necesitaste no estuve a la altura… debería haber ido detrás de ti y haber intentado ayudarte, pero no hice nada, fui un cobarde…- tomó la mano de la chica y siguió hablando- escucha Sora, no me importa que ese hijo fuese de Taichi o de quién fuese, lo único que me importa en este momento eres tú y no pararé hasta que seas feliz…

- Yamato…- dijo ella mirándole a la cara con una pequeña sonrisa ante aquellas palabras- ¡Te quiero! Pero… no me siento preparada para iniciar nada nuevo…

- Entonces esperaré…- dijo él- estaré junto a ti esperando a que tú creas que merezco el estar contigo.
 
Tras decir aquello, volvió a abrazarla y sintió que todos los sentimientos que aquella chica despertaba en él volvían y le hacían más fuerte. Volvió a tener 17 años en ese momento, cuando todo era fácil y sentía que se comería el mundo sólo teniendo a aquella mujer con él.

- Yamato- la llamó Sora cuando se apartó de él- por favor… ¿podrías no contarle a Taichi nada sobre esto…?- al ver que el chico no decía nada, prosiguió- sé que esa noticia le afectaría mucho y por primera vez desde que le dije que no quería estar más con él, le veo feliz con alguien… creo que está enamorado de Mimi y no quiero que algo que pasó hace años destroce lo que tienen…

- Lo sé- dijo Yamato sonriendo- yo también siento que junto a Mimi es feliz… será nuestro secreto, Sora.

Ella asintió complacida y volvió a apoderarse de la boca del rubio para recuperar el tiempo perdido con el que fue el amor de su vida ya libre de toda carga que pudiera distanciarlos.

Yamato sonrió al acordarse de aquel día. Tras aquello, Sora y él se encontraban siempre que podían sólo a conocimiento de Taichi y Koushiro, durante esos días que llevaba con ella no había vuelto a sentir necesidad de estar con cualquier otra mujer que no fuese ella y sentía que podría acostumbrarse a eso como hacía cuatro años se había acostumbrado a su presencia y a su amor…

Pero siempre había algo que les impedía ser felices. Sabía que Sora pensaba que a él le atormentaba que el hijo que ella iba a tener fuese de Taichi, pero en realidad aquello no le importaba, hacía tiempo que Taichi la había olvidado y se había enamorado de la norteamericana así que aunque él se enterase de lo que había ocurrido no había posibilidad de que su amigo de toda la vida y él se enfrentasen por ello.

No, ese no era el problema, el único problema que a sus ojos había era la mujer que estaba en la tienda a la que no era capaz de entrar. Estaba totalmente seguro de que lo único que impedía que Sora pudiese ser feliz era el rechazo de su madre cuando más la necesitó…

Por ello, él estaba allí. Necesitaba saber hasta qué punto Toshiko había despreciado a Sora y que tenía que decir aquella mujer sobre el tema. Para él, intentar cerrar ese episodio tan doloroso de la vida de Sora, era su modo de compensar los años en los que no había sido capaz de estar para ella. Puede que con sus amigos resultase un inmaduro e incluso un poco idiota, pero cuando las cosas le importaban era capaz de actuar y de pensar como el adulto que era…

Decidió entonces que ya estaba bien de huir como un niño y afrontar los problemas, se enfrentaría a cualquier cosa que se le pusiese delante. Sin despegar los ojos de la puerta de entrada a la tienda, avanzó con paso firme hasta ella sin dar ni un solo paso atrás.

Por fin, abrió la puerta y se adentró en el local otra vez con paso inseguro y sin saber muy bien qué decir. Pero, no sabía si para su suerte o su desgracia, no tuvo que pensarlo más porque en ese momento apareció ante él Toshiko que, al verle, pareció torcer el gesto.

La reconoció al instante, no había cambiado en esos cuatro años, seguía con aquella mirada severa y su rostro congelado en un gesto de rectitud y seriedad. Ella le miró fijamente sin decir nada, se notaba bajo aquella máscara de frialdad que estaba sorprendida por su visita aunque no fuera a dar muestra de ello. Yamato, sin despegar la vista de aquella mujer, se acercó hacia el mostrador intentando no vacilar pensando a la vez qué podría decir para romper aquella tensión, pero por suerte no tuvo que empezar él la conversación:

- Hacía mucho tiempo que no te veía Yamato- empezó a decir Toshiko con un tono muy molesto en su voz.

- Lo mismo podría decir, señora Takenouchi- contestó él sin dejarse amilanar- digamos que unos cuatro años…

- ¿Qué quieres?- preguntó Toshiko sin andarse con rodeos- porque dudo mucho que vengas en busca de un arreglo floral…

- Venía a hablarle sobre su hija- comenzó él intentando parecer que controlaba la situación cuando en realidad no era así.

- Hace cuatro años vinisteis por lo mismo y os eché a patadas- contestó fríamente la mujer- ¿Por qué crees que esta vez voy a acceder a hablar contigo?

- Porque sé lo que le ocurrió a Sora, esta vez no vengo buscando la razón por la cual mi novia tuvo que marcharse de Tokio sin poder mirar atrás, si no que vengo buscando explicaciones a por qué le dejó tirada cuando más la necesito.

- No sabes ni de lo que hablas- contestó ella finalmente ignorándole y entrando hacia el interior de una pequeña habitación.

Él la siguió tercamente hacia el interior de la sala para seguir hablando, se encontró frente a él un montón de flores recogidas en hermosos ramos de flores y varios arreglos lineales en estanterías perfectamente ordenados, pero no fue eso lo que más le llamó la atención, frente a él se encontraba una pequeña mesa donde aparte de papeles y otros objetos que no le importaban también había varias fotos en marcos. Eran fotos de Sora en distintos escenarios y distintas situaciones de su vida.

Se acercó allí sin importarle que la mujer estuviese cerca de esa mesa y reparó más en ellas, esas fotos eran de Sora graduándose del bachillerato, Sora con su padre frente a un templo de Kyoto y otras fotos de ella de niña. Inconscientemente, su mirada fue directamente hacia Toshiko que no sabía adónde mirar, finalmente la mujer tomó la foto de la graduación de su hija entre sus manos y dijo:

- No me dejarás en paz, ¿verdad? Te he estado viendo varios días frente a mi puerta sin ser capaz de atreverte a pasar aquí… no te das cuenta, pero un chico rubio como tú en Japón llama muchísimo la atención- ante la mirada confusa del rubio prosiguió hablando- la verdad es que no me siento muy orgullosa de lo que hice… Sora y yo nunca hemos congeniado, siempre se había llevado mejor con su padre pero él prefirió que Sora siguiese con su vida de Tokio cuando decidió mudarse a Kyoto.

Toshiko volvió a dejar la foto en la mesa y se dirigió hacia su silla para sentarse, Yamato no se atrevió a moverse de su sitio, tenía miedo a hacer algún movimiento y que Toshiko decidiese no contarle nada más y le largara de su tienda, pero una vez que se sentó prosiguió su relato:

- Nuestras diferencias se acentuaron cuando Sora se hizo mayor, seguía empeñada en jugar al fútbol en lugar de ayudarme con el negocio… cada vez teníamos más discusiones y yo me daba cuenta de que cada vez nos distanciábamos más, ella llegó a parecerme una desconocida… entonces ocurrió aquello, vino Sora esa noche con lágrimas en los ojos y me dijo que estaba embarazada- Toshiko hizo una pausa para descansar y reanudó el relato- no sé qué me pasó, pero de repente me sentí furiosa y le di una torta, no podía creerme que fuese tan irresponsable y le dije que se marchase con su padre y que no quería volver a verla… supongo que esa noche se iría contigo o con Taichi, ¿no?

Él asintió y ella bajó ligeramente a cabeza con una sonrisa avergonzada en su rostro, se dio cuenta de que le costaba muchísimo decir todo lo que tenía qué decirle, pero él no era capaz de decir nada, solo quería escuchar, por lo que pronto fue satisfecho y ella siguió hablando:

- Al día siguiente, me di cuenta de lo que le había dicho a mi propia hija y tomé el coche hacia Kyoto dispuesta a hablar con ella y decirle que la apoyaba en todo y que me perdonase… pero cuando llegué allí, no quiso verme, sólo me dijo que para ella yo no era nadie y que no volviese a intentar a hablar con ella…

De repente se hizo el silencio, Yamato se dio cuenta de que Toshiko hacía esfuerzos por no llorar y entonces él decidió que aquella mujer ya había tenido suficiente y dijo:

- Señora, no es necesario que haga esfuerzos… si quiere me voy…

- ¡No, de verdad!- dijo de repente Toshiko sorprendiendo al rubio-quiero que al menos alguien sepa lo que ocurrió y si ello pudiese llegar a Sora… quizá por lo menos podré estar tranquila aunque no quiera volver a hablar conmigo nunca más… Sora no lo sabe, pero llegué a un acuerdo con su padre de que una parte del dinero que su padre le dejó en herencia tras su muerte para que pudiese vivir más o menos desahogada es parte de mi trabajo, aunque ella abortó y no quiere saber nada de mí, yo no quiero que no pueda estudiar y si así lo puedo conseguir, me quedaré tranquila…

- Pero pienso que Sora debería de saberlo- dijo Yamato impresionado- usted está haciendo muchos esfuerzos por ella… seguramente si ella lo supiese, podría perdonarla…

- No creo que resulte tan sencillo- contestó Toshiko negando tristemente con la cabeza- han pasado muchos años y seguramente se haya acostumbrado a que ya no esté con ella… supongo que ya es toda una adulta capaz de enfrentarse al mundo sin necesidad de nada…

- No estaría yo tan seguro señora Takenouchi…- dijo Yamato muy seguro de lo que decía- siempre que duerme tiene pesadillas y aunque intente ocultárnoslo con una fachada de pasota y bordería, todos sabemos que ella no puede ser feliz desde que ocurrió aquello… yo pienso que ella necesita ayuda… ¡la necesita a usted!

Ella no contestó nada, parecía haberse quedado sin palabras, pero Yamato adivinó sus pensamientos, sentía miedo por volver a encontrarse con su hija, pero a la vez pudo notar cómo sus ánimos volvían y parecía incluso entusiasmada con la idea de que Sora necesitase estar con ella. Yamato estaba decidido, ayudaría a aquellas dos mujeres a reunirse y a volver a tener esa relación madre e hija que tanto necesitaban.

Mientras, ajena a todo lo que se decía sobre ella en la tienda de su madre, Sora salía del campus junto con Mimi e iban en dirección a una boca de metro para llegar pronto a su casa. Escuchaba con bastante fastidio a su compañera de piso que estaba muy enfadada y no dejaba de repetirle mil veces las mismas tonterías que tenían que ver con su enfado. Y su enfado siempre tenía el mismo nombre: Taichi, Taichi y más Taichi.

De verdad que empezaba a resultarle molesta la actitud de Mimi frente a cualquier tema que tuviese que ver con su amigo, desde hacía varios días siempre estaba enfadada y de mal humor y aunque siempre que le preguntaba le decía que no le pasaba nada, sabía que sí pasaba algo porque más de una vez la oía decir el nombre de Taichi entre refunfuños:

- ¡No entiendo que ha podido ver en esa francesa!- gritó Mimi obligando a Sora a volverle a poner atención a lo que decía- ¿será ese acento que tiene? Porque por su gran nivel en japonés no creo que sea… ¡si apenas sabe hablarlo!

- ¡Yo qué sé Mimi! Puede que ella no le calienta y luego lo deja tirado- contestó Sora con aquel comentario tan directo que hasta Mimi dejó de hablar para mirarla de forma asesina.

- Voy a pasar por alto lo que has dicho- contestó Mimi molesta- el caso es que no comprendo porque prefiere estar con ella, ¡si ni siquiera es guapa! Hay chicas mucho mejores que ella en Japón 

- Claro, como tú ¿no?- contestó Sora mordazmente.

- Yo no hablaba de mí- se apresuró a decir Mimi.

- ¡Ah claro!- contestó Sora- Hablabas de la vecina de al lado que nada tiene que ver con Taichi… ¿Te crees que soy tonta? Por supuesto que hablas de ti, deja de comportarte como una molesta celosa y si tanto le quieres, ve a buscarle y manda a la francesa de una patada a su país.

Después de aquel discurso, Mimi no fue capaz de decir nada más, no tenía sentido hablar de ese tema con Sora porque no le iba a hacer ningún caso.

Sora no la comprendía, ella estaba celosa sí, eso no se lo iba a negar a sí misma aunque a los demás sí se lo ocultase, pero sabía que Taichi no quería volver con ella, ella misma se había dado cuenta de ello.

Varios días atrás, desde que Catherine conoció a Taichi, ella iba diciendo que él le encantaba y que seguramente él estaba loco por ella desde la primera vez que la vio. Mimi al principio quiso reírse en su cara al creer que Taichi iba a interesarse por ella cuando apenas se conocían y cuando él tardó varios meses en declarársele a ella… Mimi consideraba que ella lo conocía mucho mejor que aquella francesa que recién acababa de entrar en su vida.

Pero ese mismo día, su confianza en Taichi empezó a descender. Cuando salió de clase junto a su ahora inseparable Catherine, vio para su agrado que allí estaba Sora y también vio que estaba Taichi junto a ella riéndose de algo gracioso que le estaba contando su compañera.

No tuvo tiempo ni de preguntarse qué estaba haciendo él allí porque Catherine, sin previo aviso, se separó de ella y corrió hacia donde se encontraban Sora y Taichi con una sonrisa que a Mimi no le daba ninguna confianza, una vez al lado de él, dijo:

- ¡Hola Taichi! ¡Qué gusto me da verte!

- Lo mismo digo- contestó él con un tono de voz que hacía enfurecer a la americana.

Mimi les alcanzó en ese momento y Sora la saludó con poco entusiasmo como era común en ella, Taichi simplemente le hizo un gesto con la mano y al momento volvió a prestar a atención a Catherine olvidándose de que estaba allí, pero Mimi no dejó que eso le molestase y se puso a hablar con Sora:

- ¿Qué haces aquí?

- Nada, estuve por aquí dando una vuelta con Taichi y como vi que por esta hora salías de clase, decidimos pasar por aquí y así no volvía sola a casa.

- Bien- contestó Mimi que se alegraba de que si estaba Sora podría librarse un poco de Catherine- pues, ¡vámonos a casa!

Tomó a Sora del brazo dispuesta a despedirse rápidamente de Catherine y deseando que Taichi se fuese con ellas para poder tener un poco de tiempo para hablar con él como siempre solían hacer, pero de repente oyó que él decía:

- De acuerdo, podemos quedarnos a tomar algo por aquí, no tengo nada qué hacer.

- ¿Entonces no vienes con nosotras?- preguntó de repente Sora interrumpiéndoles.

- No- contestó él- ya por la noche me pasaré por vuestra casa junto con Yamato y Koushiro.

- De acuerdo- contestó Sora y se dirigió a Mimi para decirle- ¿nos vamos?

- Sí…- dijo Mimi muy deprimida y cabizbaja que sólo acertó a despedirse vagamente para seguir a Sora en su marcha.

Nunca se había sentido tan dolida y deprimida en su vida, en ese momento se dio cuenta de que en su vida había sentido nada parecido a aquello, esos celos tan horribles que sentía que la consumían por dentro no los había sentido nunca cuando estaba con Michael. Su ex novio no le había nunca dado motivos para estar celosa salvo en alguna situación sin importancia en la que estar un poco celosa era hasta agradable, pero con Taichi era distinto, sentía que lo iba a perder y no podía soportarlo, por ello no podía evitar que aquellos comentarios tan fuera de tono y tan infantiles contra Catherine salieran de su boca y molestasen a Sora.

Decidió no seguir hablando y siguió su camino cabizbaja y pensativa, se alegró de que Sora no intentase ser comprensiva con ella porque sabía que volvería a retomar el tema y a repetir lo mismo una y otra vez.

Sora, por su parte, suspiró un poco aliviada de que al final Mimi dejase el tema y la dejase un poco tranquila, la verdad es que ya empezaba a hartarse de todo ese tema y de que su compañera no se decidiese de una vez a luchar por Tai… temía que aquel plan no resultase y que su amigo no lograse nada con ella y tuviera que cargar con aquella francesa que en realidad a él ni le iba ni le venía.

Ese mismo tema le preocupaba a Taichi también y se lo había hecho saber más de una vez desesperado y como siempre desde que lo conocía, dispuesto a hacer cosas que realmente no había pensado a fondo:

- En serio, Sora. Yo ya no puedo más- le había dicho aquella misma mañana cuando habían estado juntos- sé que ella también quiere volver a estar conmigo tanto como yo… no puedo soportar más esta farsa, al final va a creer que no tiene ninguna posibilidad conmigo y va a pasar de mí.

- Espérate un poco, Taichi- le había contestado ella intentando calmarle- de momento, se pasa la vida entera dando la lata con que no deberías estar con esa chica porque hay chicas mejores, que tiene que preguntarte por qué te gusta esa chica y otras tantas tonterías… seguro que al final irá a por ti, te lo aseguro.

- No sé yo…- meditaba su amigo no muy convencido- como la cosa siga así, yo mismo le diré la verdad…

- ¡Párate un momento a pensar en lo que dices!- decía ella preocupada- ¿de verdad piensas rebajar tu orgullo para decirle que volverías con ella así sin más, después de lo que te hizo?

Notó que su amigo se paraba un momento a pensar lo que había dicho y, como siempre, parecía recapacitar y darse cuenta de que lo que había dicho sólo le perjudicaba a él, así que sin más dijo:

- Tienes razón, entonces esperaré un poco más, a ver qué pasa… aunque no sé si podré retener a su amiga Catherine… desde que nos conocimos no ha hecho otra cosa que insinuarse para que la besase.

Ella se había reído de él y había bromeado sobre el efecto que él tenía sobre las chicas occidentales, pero en el fondo estaba preocupada. Miraba a Mimi comportándose como una adolescente idiota y le daban ganas de zarandearla para ver si de esa manera la chica entraba en razón y decidía irse corriendo a buscar a Taichi, pero no podía hacer eso, tenía que esperar más para ver qué ocurría…

- ¡Mira!- oyó de repente que Mimi decía mientras señalaba al frente- ¿Ese de ahí no es Matt?

Sora salió de sus pensamientos para poner su mirada donde le indicaba su compañera y efectivamente allí vio a Yamato, pero vio algo más que le llamó la atención y momentos después la dejó completamente congelada. Yamato estaba en la puerta de la tienda de su madre hablando tranquilamente con ella y justo después le había hecho una pequeña reverencia típica de respeto para marcharse… ¿Qué estaba haciendo Yamato allí?

Yamato estaba muy contento. Había descubierto que Toshiko no había sido tan mala madre como había creído todo aquel tiempo y que estaba dispuesta a seguir apoyando a su hija desde la lejanía aunque ella no quisiese volver a verla.

Habían estado hablando todo aquel tiempo sobre todo lo que había hecho Toshiko por su hija cuando aún vivía con su padre y sobre lo que había estado haciendo Sora durante ese tiempo. Descubrió que realmente los padres de Sora habían sido muy hábiles manteniendo en secreto que la mayor parte del dinero que Sora recibió de su familia era de su madre y que ella era la que había pagado una parte del coste del último año de bachillerato de Sora junto con el primer año de Universidad:

- Cuando Sora comenzó su primer año de Universidad- relataba Toshiko tranquilamente- su padre estaba muy enfermo, por lo que él no hubiera podido ayudarla, así que ingresé en su cuenta esa cantidad de dinero y la hicimos creer que había sido una transferencia de su padre para ello… luego cuando él murió, no pude seguir ayudándola económicamente porque entonces me habría descubierto y seguramente no hubiera aceptado el dinero…

- Por ello, Sora comenzó a trabajar ese último año hasta entonces- contestó Yamato haciéndola entender que ella había podido salir del bache sola.

- Siempre fue muy madura para su edad- dijo Toshiko perdiéndose en sus recuerdos- sabía muy bien lo que era la vida y no dudaba que tendría mucho que luchar… soy consciente de todo lo que ha hecho Sora desde que se fue con su padre, él me mandaba fotos de ella e incluso me hizo saber que había decidido abortar… nunca supe quién fue el padre de ese niño, pero supongo que ahora dará igual.

- Eso ya no tiene ninguna importancia- contestó Yamato, sabía que ella tenía razón, era algo que tampoco a él le importaba mucho.

- Yamato- le llamó Toshiko de repente- es tarde ya, ¿no deberías irte a tu casa?

Él consultó su reloj y vio que sí que era tarde, se le había pasado la mañana volando y supuso que a esas horas sus compañeros a lo mejor se estarían preguntando dónde se encontraba:

- Es cierto- dijo él- creo que ya debería irme a casa.

- ¿Sigues viviendo con tu padre?- preguntó Toshiko mientras se levantaba para acompañarle a la puerta.

- No, que va- contestó él- ahora vivo con Taichi y Koushiro, mi padre siempre ha preferido vivir solo.

- Seguramente Taichi y Koushiro estarán bien- dijo Toshiko- aunque puede que Taichi habiendo sido tan amigo de Sora desde que eran niños no se habrá tomado tan bien como tú lo de su embarazo…

- Bueno, él no lo sabe- dijo Yamato mientras daba con la puerta- preferimos que por ahora no lo sepa, será mucho mejor para él… Me voy ya, entonces. 

- ¡Cuida de Sora, por favor!- dijo Toshiko a modo de despedida- cuídala como no fui capaz de hacer yo…

- Se lo garantizo- contestó Yamato- cuidaré de Sora aunque me lleve la vida en ello.

Salió a la calle, pero antes de darse la vuelta y marcharse le hizo a Toshiko una reverencia a modo de despedida que aunque no solía hacerla desde hacía mucho tiempo, sabía que en ese momento era lo más correcto que podía hacer, así que se la hizo y después se dio la vuelta para irse.

Pero al darse la vuelta, se encontró con algo frente a él que en su vida hubiera deseado menos. Allí frente a él se encontraban Sora y Mimi que le miraban fijamente. Él se fijó en el gesto de Sora que parecía completamente extrañada y a la vez furiosa, vio que ella aún recordaba que aquella era la tienda de su madre y lo había visto salir de allí… 

Sintió entonces que entraba en pánico, aquello Sora no debía haberlo sabido nunca y ahora le había descubierto:

- ¿Sora?- sólo atinó a decir nervioso por la reacción de la chica.

Ella no dijo nada, simplemente le lanzó una mirada cargada de un odio y repulsión que sintió que le traspasó de lado a lado dejándole totalmente abatido como si le hubiera disparado con una escopeta.

No tuvo tiempo de pensar en nada más porque en ese momento, la chica se había dado la vuelta dispuesta a irse, pero Mimi había sido más rápida que él e intentó detenerla agarrándola del brazo, pero Sora se liberó de su agarre con brusquedad y salió corriendo en dirección contraria:

- ¡Sora!- gritó Yamato empezando a correr detrás de ella.

Tenía que alcanzarla. No podía permitir que ella volviese a escapársele y volver a fallarla como en el pasado, tenía que hacerla entender que podía ser feliz junto a él y su madre, hacerla entender que no está tan sola como siempre había creído…

Pero para su mala suerte, no pudo alcanzarla. Vio cómo Sora se paraba al lado de un autobús urbano que en ese momento pasaba por allí y se subió en él sin que le pudiera dar tiempo a poder cogerlo él también. Aquel autobús comenzó su marcha hacia la carretera dejándole allí mirando cómo Sora se alejaba de él sin dejar de mirarle con aquella mirada de desprecio y decepción que le dolía más que si ella le hubiera empezado a golpear.

Mimi justo en ese momento llegó detrás de él, la oyó correr y pararse en seco a su lado cuando vio que Sora se había montado en un autobús y los había dejado allí. En ese momento, miró al rubio y preguntó consternada:

- ¿Se puede saber qué hacías en la tienda de Toshiko?

Yamato no contestó, simplemente se llevó las manos a la cabeza en un intento de calmar la angustia que le estaba dominando en ese momento, sintió el impulso de salir corriendo detrás de aquel autobús, pero sabía que eso era una tontería y en ese momento no sabía qué hacer. 

Se quedó allí plantado en aquella parada de autobús junto a Mimi sin contestarle ni decirle nada sintiendo que no sería nada fácil arreglar aquel asunto después de la mirada que le había echado ella nada más verle…

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