Posted by : Unknown jueves, 5 de febrero de 2015






Capitulo 27

El mes de febrero comenzaba a morir dando paso a las fuertes lluvias características del comienzo de la primavera, quizá aún era muy pronto para hablar de cambio de estación pero también comenzaba a notarse el descenso de horas de noche que iban siendo ganadas por los aún débiles rayos de sol que trataban sin éxito de traspasar las gruesas nubes que poblaban el cielo de Tokio.

Aquel primer día de marzo amaneció pasado por agua y no parecía dar cuartel acompañado de fuertes vientos capaces de llevarse a una persona con menor peso.

A Mimi, sin embargo, parecía no afectarle. Acababa de salir de una de las tiendas de moda más concurrida de Tokio con un par de bolsas y se sentía como si el sol brillase en el cielo en todo su esplendor. A ambos lados suyos caminaban Hikari y Miyako que también portaban bolsas de esa tienda y parecían igual de alegres que ella.

Ese día era el comienzo de las rebajas generales de todas las tiendas. Mimi se volvió loca los días anteriores y moría porque llegase el día de las rebajas.

Miyako y ella habían quedado para ir las primeras a la inauguración de las rebajas de ese año con la apertura de las tiendas, pero el día antes le comentó a Hikari el plan y ella parecía  entusiasmada con la idea, ya que le dijo:

- ¿Puedo ir con vosotras? Es me muero por ir de rebajas y seguro que si voy otro día no encuentro nada ya.

- ¿No tienes clase?- le preguntó Mimi.

- No, mañana por la mañana no tengo clase- dijo Hikari- ¡por favor! ¿Puedo ir con vosotras?

Mimi asintió, no le importaba que Hikari fuese con ellas, así serían más y lo pasarían mejor, al fin y al cabo se lo debía, ya que desde que había empezado a salir con Taichi apenas pasaba tiempo con ella y siempre se lo reprochaba aunque fuese en broma.

Mimi presentó a las dos chicas cuando se encontraron con Miyako y éstas dos hicieron migas rápidamente por lo que aquel rato revolviendo estantes de ropa y peleando con gente dispuesta a arrebatarles la prenda que habían escogido resultó ameno y agradable.

Finalmente, salieron de la última tienda por la que habían pasado y Mimi consultó su reloj. No podía creerse que ya fuese casi la hora de comer. Sonrió para sí, ir de compras era el mejor remedio contra el aburrimiento.

Hikari parecía que también se había percatado de la hora porque comentó atrayendo la atención de las otras dos chicas:

- ¡Chicas! Ya casi es la hora de comer… ¿y si nos vamos a algún sitio a comer? No me apetece ir a casa ahora y preparar comida.
 
- Por mí vale- dijo Miyako animada- porque si vamos ahora a casa luego no nos da tiempo a ir a clase, Mimi.
 
- De acuerdo- finalizó Mimi sopesando las posibilidades- pero un lugar que sea barato porque hasta final de mes no recibo el dinero de la beca.
 
Ambas chicas asintieron y fueron caminando por la gran avenida en la que se encontraban buscando un lugar donde poder comer rápido para luego marcharse a las clases de la tarde. Finalmente se decantaron por un local de comida rápida famoso por los bajos precios de sus comidas y entraron en él.

Por suerte, por aquellas horas aún no había mucha gente así que pudieron hacer su pedido y sentarse tranquilas hasta que empezaron a llegar más personas.

Mientras estuvieron enseñándose la ropa que se habían comprado, Mimi había sido sin duda la que más se había comprado de las tres. Ambas chicas la miraron mal por esto:

- ¿No decías que no tenías suficiente dinero hasta que no pasasen la beca?- preguntó Miyako mirándola con reproche fijamente.

- Sí… bueno- dijo Mimi balbuceando un poco avergonzada- pero es que estamos en rebajas y la ropa está tan barata que no puedo resistirme…
 
Ambas chicas suspiraron resignadas, sabían de la extraña adicción a las compras que tenía la norteamericana y la cantidad de ropa que solía comprarse, pero aún así esperaban que se hubiese dado cuenta de que no tenía tanto dinero como para permitirse todos sus caprichos.

- ¡Ay Mimi!- suspiró cansada Hikari- ¿Qué le vas a decir a tu padre cuando vea que has gastado el dinero tan rápido?

- ¡Oye!- se defendió Mimi- que no he gastado tanto… Y además también le he comprado una camisa a Tai.

Tras decir eso, le enseño la camisa a Hikari que la miró extrañada al ver que era realmente elegante para lo que ella imaginaba en su hermano y sin cortarse un pelo le dijo:

- ¿Por qué le has comprado esto? ¡Jamás se la pondrá!
 
- Ya lo creo que sí- contestó Mimi mientras la guardaba- un chico tan guapo como él no puede ir siempre tan informal, seguro que le sentará genial.
 
- Si seguro que no tiene nada con lo que combinarlo- dijo Hikari.

- De eso me encargaré yo- contestó Mimi- es más ya fuimos de compras el otro día y vimos muchas cosas que estaban muy bien y a buen precio.
 
- ¿Y por qué no las comprasteis?- preguntó Miyako- tú nunca esperas por nada cuando ves algo que puedas comprar.
 
Notaron de repente cómo Mimi se sonrojaba por momentos y bajaba la mirada intentando buscar algo en lo que pudiera evitar responder. Las dos chicas se dieron cuenta y pensaron lo peor, se miraron cómplices y empezaron a preguntar:

- ¿Por qué no lo comprasteis, Mimi? ¿Acaso en ese momento comprar no fue lo importante?- empezó Hikari entre risas.

- ¿Hay algo que no nos quieres contar?- le siguió Miyako apoyando a Hikari.

- ¡Callaos!- gritó la norteamericana sintiendo cómo el rubor se apoderaba de ella- no pasó nada, no lo compramos porque no quisimos y nos fuimos de allí.

- ¡Ya claro!- le cortó Miyako de repente entre risas- ¿y por eso te has puesto así de nerviosa?

- Miyako tiene razón- corroboró Hikari- ¡esa cara nos está gritando que has hecho algo muy malo y queremos saberlo ya!

Y ambas comenzaron a corear las últimas palabras de Hikari al son sacando de quicio a Mimi que en ese momento se preguntaba en qué momento su compañera y su mejor amiga se habían hecho tan amigas en su contra. Vio que la gente que esperaba la cola de pedir las miraba curiosos y sentía que si no paraba eso acabaría todo el mundo enterándose de su vida, así que se rindió y dijo:

- ¡Vale! Os lo diré, pero no quiero que empecéis a gritar ni a volveros locas.

Hikari y Miyako se guiñaron un ojo triunfantes a lo que Mimi rodó los ojos resignada. Luego vio que las dos chicas la miraban expectantes aguantándose la risa por lo que no tuvo más remedio que comenzar a decir:

- Nos echaron de la tienda…

- ¿Por qué?- se apresuró a preguntar para no darle oportunidad a no seguir hablando Miyako.

- Porque nos pillaron a punto de hacerlo en un probador- terminó por decir ella ocultando su cabeza entre los brazos.

Al no oír ningún comentario por parte de ninguna de sus acompañantes levantó la cabeza de sus brazos extrañada y se encontró con ambas con la boca abierta y sin poder decir nada. Finalmente, Hikari acertó a decir:

- ¡No me lo puedo creer! Pero vosotros… vosotros sois unos viciosos… unos salidos…- balbuceaba Hikari totalmente desconcertada- ¡Cuéntalo todo!

Miyako volvió a corear a Hikari haciendo que la gente una vez más las mirase extrañados o incluso con miedo ante tales muestras de emoción repentinas.

Mimi se sentía morir en ese momento de la vergüenza y se apuntó mentalmente a sí misma una buena venganza contra todo aquello.

- Está bien, pero como nos os calléis me voy y ahí os quedáis- dijo finalmente.

Entonces las dos chicas se quedaron calladas atendiendo como en su vida habían atendido a nadie para desconcierto de la americana que no comprendía por qué tenía tanta importancia aquel asunto.

Aquel día había arrastrado literalmente a su novio en dirección a las tiendas de ropa de hombre mientras le repetía incansablemente:

- ¡Nada de protestas, Taichi! Tienes que probarte la ropa de estas tiendas. ¡Seguro que estás guapísimo!

- Que no quiero Mimi- decía él aunque no oponía resistencia - yo estoy guapo con mi ropa de siempre…

- Seguro que vestido como yo te digo todavía estarás más guapo- contestó ella dándose la vuelta para mirarle.

Vio que el chico bufaba derrotado y se echó a reír. Se paró en medio de la calle haciendo que él también dejase de caminar confundido y le miró a la cara. Tomando su rostro entre sus manos besó sus labios suavemente dejándose llevar por aquel sentimiento cuando le besaba que le hacía sentir tan bien, él también parecía disfrutarlo porque rápidamente rodeó con sus manos la cintura de ella para corresponder el beso. 

Cuando se separaron, él se rió y preguntó:

- ¿Y ese arrebato?

- Es que cuando estás molesto te pones tan guapo…- contestó ella sonriéndole.

Él sólo sonrió y volvió a dejarse llevar por ella al interior de una tienda de ropa sin oponer ya mucha resistencia ya sabiendo que no podría hacer nada en contra.

Cuando entraron, Mimi le obligó a entrar en un probador y ella misma fue en busca de lo que ella consideraba mejor para su novio. A pesar de que no llevaban tampoco mucho saliendo ya se sabía de memoria las tallas que él usaba y no tardó nada en reunir todo lo que quería que se pusiese.

Fue adonde estaba él y le pasó la ropa, él la cogió sin ninguna gana y esperó fuera mirando a los lados y dándose cuenta de que más que ellos dos no había nadie más allí. Justo en ese momento su novio salió del probador peleándose con una corbata que no era capaz de hacerle el nudo. Ella lo oyó salir de allí y volvió la cabeza hacia él para llevarse una notable sorpresa, no se hubiera imaginado a su novio vestido de traje tan elegante y estaba más guapo incluso de lo que se había imaginado. Sonrió al verle intentar hacer un nudo a la corbata, el pobre era un patoso, así que se acercó a él y llevó las manos a su corbata para hacérselo ella;

- ¡Trae anda! Que eres un desastre- dijo ella no dejándole continuar y empezando a anudarla ante la mirada atenta de Taichi que no dejaba de observarla.

- ¿Por qué me miras así?- preguntó ella mientras anudaba la corbata.

- Es que me resulta extraño- contestó él sonriendo abiertamente- nunca en mi vida me hubiera puesto esto y aún me estoy preguntando por qué te hago tanto caso…

- Será por sabes que tengo razón- contestó ella riéndose y sin poder evitar sonrojarse un poco- te dije que estarías guapísimo y es cierto… ¡Mírate!

Le hizo darse la vuelta y ponerse frente al espejo. Al verse, se empezó a reír y tocar la ropa incrédulo, Mimi le contemplaba divertida y le dijo:

- ¿A qué estás bien?

- Increíble- respondió él- si me viera Yamato seguramente te estaría riendo de mí por el suelo y Sora me hubiera soltado alguna chorrada del estilo de "¿de qué vas disfrazado Taichi?"

- A esos dos ni caso- contestó ella entrando con él en el probador- ¡estás guapísimo! Y esa corbata te queda muy sexy.

- ¿De veras?- contestó él cambiando el tono de voz mientras se la aflojaba un poco- eso creía yo también…

Mimi lo miraba juguetear con aquella prenda sin darse cuenta de lo que producía en ella y sin pensarlo dos veces le cogió de ella con las dos manos y lo acercó bruscamente hacia ella introduciéndose ambos más en el probador. Antes de que al chico le diese tiempo a reaccionar, unió sus labios con los de él en un corto beso que lo dejó sorprendido:

- ¿Y eso?- preguntó él.

- Porque te quiero- contestó ella- y porque me encantas con corbata.

- Con que sólo me quieres por la corbata, ¿eh?- dijo él riéndose- pues ya verás.

Y empezó a sacársela por encima del cuello de la camisa y a desabotonarse los botones de la camisa que llevaba para dejarla junto con el resto de ropa quedando sólo esa corbata. Mimi se echó a reír y se acercó a él para volverle a besar sin acordarse de que se encontraban en un lugar público y que en cualquier  momento podrían descubrirles.

Él la acercó para sí por la cintura y profundizó el beso dejándose llevar por el momento, empezó a meter su mano por debajo de su falda y a acariciarla produciendo que ella soltase risitas nerviosas mientras sus manos recorrían su pecho y se acercaban peligrosamente al botón de aquellos pantalones que le había obligado a ponerse antes.

Los desabrochó y los dejó caer mientras suspiraba dentro de la boca de su chico por las caricias que él le propiciaba. Él a su vez la dejó apoyarse en la pared mientras se deshacía de los pantalones y se volvió a acercar a ella parar seguir besándola y acariciándola. 

Ella por su parte se había quitado su camisa y volvió a abrazarle para sentir su calor, le necesitaba en ese momento y se lo haría saber a toda costa, así que llevó su mano en dirección a su entrepierna para comenzar a masajear su miembro que ya había comenzado a excitarse produciendo que de la boca de su novio salieran los gemidos que deseaba oír.

Taichi se separó de ella para mirarla intensamente. Conocía esa mirada, estaba muy excitado y estaba dispuesto a hacerle el amor allí mismo, pero no opuso ninguna resistencia ya que ella misma había sido la causante de todo aquello.

Él volvió a besarla mientras sus manos se dirigían al cierre de su sujetador y ella se dedicaba a comenzar a bajar su bóxer para dejarle totalmente desnudo frente a ella cuando de repente se oyó un golpe a sus espaldas que les asustó y les hizo separarse bruscamente.

Vieron para su horror que frente a ellos estaba una de las dependientas de la tienda que les miraba escandalizada y con la boca abierta. Ambos, como si se tratase de un acto reflejo, comenzaron a recoger su ropa y a ponérsela de forma apresurada para intentar escaquearse de alguna manera sin causar alboroto.

Pero no fue así porque en ese momento la mujer comenzó a gritarles y a llamarles un montón de cosas que preferían no oír. Terminaron ambos de vestirse y la mujer señaló la puerta y ellos entendieron que quería que se largaran de allí cuanto antes.

Mimi salió de allí la primera y Taichi la siguió peleándose una vez más con aquella molesta corbata para dejarla colgada del brazo de la mujer que ahora la contemplaba completamente anonadada…

Mimi finalizó el relato y durante ese tiempo había estado observando los gestos de los rostros de sus dos oyentes que en ese momento la miraban con los ojos tan abiertos que parecía que se salían de sus órbitas, se sonrojó por ello y bajó la mirada para no mirarlas más. Pronto oyó a Hikari decir:

- Dios… mira que no me parece algo raro de hacer, pero… ¿hacerlo tú con mi hermano? ¿Quién eres tú y qué has hecho con mi compañera?

Mimi se echó a reír ante ese comentario dando gracias a que Hikari le quitase hierro al asunto y no se burlase de ella, pronto fue secundada por Miyako y las tres se echaron a reír a carcajadas mientras comían.

Mientras tanto, Taichi se encontraba por la isla de Odaiba hablando por el móvil. Acababa de pasar por su casa a recoger unas cosas y se volvía hacía la casa que compartía con sus compañeros cuando por el camino recibió una llamada de su padre que le había dejado perplejo:

- ¿Que venís mañana?- preguntaba el chico mientras caminaba- ¿Y a qué se debe esa visita tan inesperada?

- Es que Hikari nos ha dicho que tienes una novia desde hace poco y queríamos conocerla- contestó su padre tranquilamente.

- ¿Y por qué Hikari tiene que andar contándoos cosas mías que no le incumben?- preguntó él sarcásticamente molesto con su hermana.

- Porque tú no nos cuentas nada- respondió su padre- bueno… ¿tú crees que podríais venir mañana a comer con nosotros tú y Hikari con tu novia?

- No lo sé- dijo él rendido- se lo preguntaré a ella porque a lo mejor no puede… no podéis decidir las cosas así porque sí, papá.

- Bueno si no puede no pasa nada- dijo él- es que como coincide que estaremos tu madre y yo por Tokio podríamos aprovechar…

- Vale, se lo preguntaré a las dos- respondió finalmente Taichi.

- Tu madre pregunta que cómo se llama la chica- dijo su padre después de haberles oído susurrar entre ellos al otro lado del teléfono.

- Se llama Mimi y es de Estados Unidos- contestó él.

- Vaya una americana… eso sí que es una sorpresa- dijo su padre pensativo.

- Bueno papá tengo que colgarte que voy a subirme a la moto, luego te digo si vienen o no- le cortó Taichi drásticamente al encontrar aparcada su moto.

Se despidió de su padre, pero no se montó en su moto, si no que tecleó el número de móvil de su novia, cuanto antes se lo dijera, antes sabría si tendría que volver por allí. Esperó unos instantes hasta que oyó la clara voz de su novia saludándole, sonrió y dijo:

- ¡Hola preciosa! Sólo quería comentarte una cosa- y acto seguido comenzó a contarle el plan que su padre anteriormente le había dicho- ¿Tú crees que podrías venir?

Tras una breve pausa, volvió a escuchar la voz de Mimi al otro lado:

- Por supuesto que puedo ir, Tai. Quiero conocer a tus padres yo también y Kari está aquí conmigo y dice que también puede ir mañana.

-Vale de acuerdo- dijo él, pero de repente se acordó de algo y añadió- dile a mi hermana que le próxima vez se acuerde también de hablar sobre su propio novio porque parece que eso se le ha olvidado.

- Mmm vale…- dijo Mimi sin entender a lo que se refería- bueno te veré esta noche, ¿no?

- Por supuesto princesa- dijo él entre risas- como Yamato se ha ido con Sora y su madre a Kyoto esta mañana y no volverán hasta mañana y Koushiro vendrá tarde a casa nadie nos molestará.

- ¡Es verdad!- dijo ella- que se iban a visitar la tumba del padre de Sora. Bueno, entonces no estará Yamato dándonos la lata y demás.

- Bueno, te tengo que dejar- dijo él ya subido en su moto con el casco en una mano- luego voy a buscarte…

- ¡Vale! Luego hablamos- dijo ella finalmente- ¡Te quiero!

- ¡Te quiero!- contestó él antes de colgar y guardar el teléfono para ponerse el casco y arrancar.

Finalmente parecía que tendría que presentarles a sus padres a su novia, pero no comprendía por qué su hermana se había ido de la lengua de esa manera.

Al día siguiente, a la hora de comer, ya estaban los tres a los pies del enorme edificio de apartamentos en el que vivían los padres de Taichi y Hikari frente a la enorme noria de Odiaba o Daikanransha que se veía imponente desde donde ellos se encontraban y a lo lejos se podía apreciar el puente Rainbow uniendo la isla con la capital.

Mimi miraba a su alrededor impresionada. Había oído hablar sobre esa zona tan comercial y avanzada y siempre había querido ir por allí, no imaginaba que su novio y todos sus demás amigos había vivido por allí.

Los dos hermanos empezaron a caminar, por lo que no tuvo más remedio que seguir caminando para no perderles. Ninguno de los dos hablaba, ya que durante el camino habían estado discutiendo sobre la razón por la que Hikari les había dicho a sus padres que Taichi tenía novia y no que ella también lo tenía.

Hikari le había dicho que era culpa de él por decirle a sus padres que ella había abandonado la residencia y se había ido a vivir con Sora y Mimi, a lo que Taichi contestó que él no había dicho nada y Hikari no le creyó. Así que así seguían sin hablarse por esa tontería.

Llamaron al portero automático y esperaron respuesta. Mimi se sentía muy nerviosa, iba a dar un paso muy importante en su relación con Taichi conociendo a sus padres y deseaba con toda su alma caerles bien y gustarles. A pesar de que su novio no les tenían mucho en gracia cada vez que hablaba de ellos, no dejaban de ser sus padres y tenía que superar esa dura prueba.

Pronto recibieron respuesta y la puerta se abrió. Hikari entró rápidamente, pero Taichi se quedó mirando a su novia extrañado porque no parecía muy decidida a entrar. Así que se paró frente a ella y preguntó:

- ¿Te pasa algo?

- No, es que…- trató de explicarse ella- sólo estoy nerviosa… no quiero caerles mal a tus padres.

- ¿Por qué ibas a caerles mal?- preguntó él sin entender mientras apartaba un mechón que le impedía verla directamente a los ojos- y aunque así lo fuera, a mí no me importa lo que ellos piensen. Pero sé que les gustarás, no lo pongo en duda.

- Gracias- dijo ella ya más tranquila y tomando la mano de él, se adentraron en el lugar.

Subieron hasta el piso en cuestión y se encontraron con innumerables puertas a cada lado del ascensor con los apellidos de las respectivas familias que allí habitaban a cada lado izquierdo de las puertas. Siguieron caminando hacia el lado derecho del ascensor y se pararon frente a una de las puerta de color blanco en el cual rezaba en su respectivo cartel el apellido Yagami. Ahora sí que habían llegado.

Taichi llamó a la puerta y al momento abrió la puerta una mujer. Mimi se fijó en ella y se sorprendió mucho en los que se parecía a Hikari salvo que esa mujer llevaba en pelo más largo y recogido en un coleta, pero por lo demás Hikari y ella compartían los mismos ojos marrones expresivos y aquella expresión amable y agradable en el rostro.

Al verles, la mujer sonrió complacida y abrazó a sus dos hijos ligeramente mientras decía:

- ¡Cuánto tiempo sin veros, hijos!

Los dos abrazaron a su madre con afecto. Era una imagen bastante tierna, parecían dos niños pequeños cuando llegaban de un campamento, por lo que no entendió por qué razón ambos se quejaban tanto de sus padres.

Tras abrazar a sus dos hijos, la mujer se volvió al frente y se fijo en Mimi. Ella sonrió cordialmente y no tardó en oír a su novio presentarla como su novia diciendo su nombre. La madre de Taichi se acercó a ella y le tomó de la mano para decirle:

- Me alegro de conocerte Mimi, yo soy Yuuko. Espero que mi hijo te esté tratando bien sin ser un cafre.

Pudo ver la expresión de molestia en el rostro de Taichi lo que le provocó la risa y se dejó llevar al interior del hogar por la que ahora era su… ¿suegra?

Entraron en la casa y le sorprendió ver que era más o menos como la suya de Tokio, pequeña y estrecha, debía de ser la estructura típica de las viviendas de Japón en contraste con su enorme casa americana… pero aún así le pareció luminosa y acogedora.

En el salón se encontraron con un hombre sentado frente a la televisión que en ese momento se levantaba para saludar a sus hijos con un poco menos de emoción pero no sin menos afecto que su madre y acto seguido vio a Mimi y dijo:

- Con que aquí tenemos a la susodicha americana. Encantado de conocerte, por fin. Mi nombre es Yagami Susumu, pero puedes llamarme sólo Susumu.

- Igualmente- contestó Mimi sonriendo y haciendo la típica reverencia de saludo- yo soy Tachikawa Mimi y es un honor conocerle.

El padre de Taichi se echó a reír ante tal muestra de formalidad por parte de la americana. Mimi pudo ver que Taichi y su padre guardaban un parecido formidable y no descartaba que su novio en el futuro fuera como él. Tenían el color de pelo y ojos del mismo color e incluso el mismo tono de piel moreno y Taichi ya era casi tan alto como su padre, así que la única diferencia que encontró entre ellos era que su padre tenía el pelo mucho más corto.

El hombre parecía tener el mismo carácter extrovertido e impulsivo que su hijo que pudo notarlo por aquella forma de reírse tan espontánea.

- No es necesario que me trates tan educadamente mujer- dijo el hombre con familiaridad- no soy un suegro tan severo y cascarrabias…

- Disculpe- dijo ella avergonzada- es que es lo que me enseñaron mis abuelos antes de venir aquí…

- Estos americanos…- suspiró el hombre- aún creen que somos unos estirados que nos ofendemos hasta por una simple sonrisa… No te preocupes, señorita, que aquí no tienes que fingir ni demostrar nada, ya has demostrado suficiente estando con el bruto de mi hijo…

- ¡Ya vale!- oyó que decía a su espalda Taichi y provocó la risa de toda la casa.

- Que es broma, hijo- dijo Susumu acercándose a su hijo- me alegro de que al final hayas decidido sentar la cabeza con una chica tan guapa…

Taichi se rió de forma algo soberbia y pasó el brazo por los hombros de su novia y ésta le miró divertida. Justo en ese momento apareció por la cocina Yuuko y les anunció que ya podían empezar a comer.

Se sentaron todos alrededor de la mesa del salón donde ya estaba todo preparado, Mimi se sorprendió al ver que la comida que había en la mesa era occidental y no había nada de tipo japonés. La madre de Taichi se dio cuenta y le dijo mientras servía:

- Pensamos que quizá echarías de menos comer algo típico de tu tierra, espero que te guste todo.

No pudo esperar por más. Al ver toda la comida que le era conocida, empezó a agradecerle todo con una felicidad graciosa que hizo reír a todos los allí presentes. Se apresuró a sentarse y a ayudar a su suegra a servir toda la comida para empezar a comer cuanto antes.

La comida transcurrió de forma tranquila y amena. Pudo enterarse de muchas cosas que no sabían como que los padres de su novio trabajaban en un importante empresa japonesa que les obligaba a pasarse la vida de capital de país en capital en reuniones y conferencias, por lo que pudo intuir que sus hijos vivían bastante desahogados en Tokio para poder seguir estudiando.

También pudo saber que antes de vivir en Odaiba habían estado viviendo en Hikarigaoka, un barrio periférico residencial, pero que se mudaron a la isla de Odaiba debido al aumento de nivel de vida en la isla.

Y también pudo enterarse de cómo habían sido su novio y su compañera de pequeños y contaban historias muy graciosas acerca del carácter impulsivo y terco de Taichi.

- Era un cabezota y un orgulloso- contaba Yuuko perdida en sus recuerdos- siempre volvía del parque lleno de heridas o sangrando porque no hacía caso cuando le decíamos que tuviese cuidado y nunca lloraba cuando le curábamos porque consideraba que los hombres no debían llorar por esas pequeñeces…

- Sigue siendo un cabezota- dijo Hikari mirando mal a su hermano- un cabezota que no sabe mantener la boca cerrada…

- Tú si que no sabes mantener la boca cerrada- contestó él entre dientes sin hacerla más caso.

Su padre los oyó discutir por lo bajo y preguntó extrañado:

- ¿Qué os pasa? Desde hace un rato veo que no os habláis…

Ninguno de los dos contestó y siguieron comiendo sin decir nada, pero su padre había adivinado lo que ocurría entre ellos y dijo:

- ¿Estáis enfadados por Hikari me ha contado lo de Mimi y Taichi me ha contado lo de la residencia de Hikari?- al ver que ambos se miraban avergonzados, sonrió de forma malévola y continuó hablando- la verdad es que fue algo muy gracioso… así pude enterarme de que Taichi tenía novia…

Los dos hermanos le miraron desconcertados al no comprender adónde quería llegar su padre y sus miradas le instaron a continuar:

- La verdad es que ya sabía que Hikari se había ido de la residencia desde que un día un compañero de trabajo me dijo que había sacado a su hija de la residencia porque había subido el precio este año, así que fui allí a informarme y me dijeron que mi hija se había marchado de allí a final de curso, así que sólo tuve que preguntarle al padre de Yamato para que él mismo me dijera que estaba viviendo con Sora, lo de que Taichi me lo dijo fue mentira, sólo lo utilicé para enterarme de alguna cosa que mi hijo me estuviese ocultando y por eso me enteré de lo que tenía novia…

Ambos le miraron con la boca abierta sin ser capaces de decir nada inteligente y Mimi los secundó, no podía creerse que hubiera engañado a sus dos hijos de esa manera tan astuta.

- ¿Y por qué no me lo dijiste o me hiciste volver a la residencia?- acertó a decir Hikari.

- Porque como bien dijo mi compañero la residencia está muy cara y teniéndote en un piso gastas menos, así que puedes hacer lo que quieras, ya eres mayorcita.

Hikari miraba a su padre como si no le conociera y luego miró a su hermano con una mirada de disculpa y vergüenza por haberse dejado engañar de aquella forma por su padre y haberle delatado.

Terminaron de comer y se quedaron allí otro rato en el que Mimi habló sobre su vida y familia en Estados Unidos, se enteró de que los padres de Taichi solían ir mucho por Nueva York y conocían bastantes sitios de los que ella hablaba por lo que la charla se hizo mucho más interesante de contar. La verdad es que lo estaba pasando muy bien y aún no comprendía la razón por la que los hermanos Yagami apenas hablaban de sus padres o porque cuando hablaban de ellos lo hacían de aquella manera tan dura.

Pero se paró a recordar aquellos momentos en los que Taichi o Hikari habían hablado de ellos y se dio cuenta de que ambos sólo repetían con amargura que sus padres nunca estaban en casa o que les imponían cosas que ellos no deseaban… quizá la razón por la que ambos hermanos no querían ver a sus padres fuera que no pasaban suficiente tiempo con ellos ni tenían la suficiente comunicación como para que sus padres supiesen que era lo que ellos realmente deseaban o sentían.

En el fondo sentía lástima por aquella familia que si pudiesen tener tiempo para verse y hablar podrían ser una familia unida y feliz, pero las circunstancias fueron otras y por eso Taichi era tan rebelde con las decisiones de su padre y Hikari luchaba tanto por demostrar que era adulta y podía manejarse por sí
misma.

De repente, se oyó un teléfono móvil por toda la casa. Hikari se sobresaltó y se levantó de su silla para coger su móvil en el bolso y acto seguido que miró en la pantalla del teléfono de quién se trataba descolgó y se marchó corriendo en dirección a una de las habitaciones cerrando la puerta tras de sí ante las miradas atónitas de los demás que quedaron en el salón.

Yuuko también entonces se levantó y empezó a recoger las cosas, Mimi se apresuró a levantarse a ayudarla, pero la mujer se negó diciéndole:

- ¡Por Dios, Mimi! Eres nuestra invitada… ¿Cómo vas a ayudarme con esto?

- ¡Claro que la ayudaré!- contestó Mimi fingiendo indignación- además me gustaría que me enseñase alguna receta japonesa para poder hacerlas yo.

- ¡Está bien!- contestó Yuuko sonriendo- si insistes te enseñaré algún plato sencillo.

Y las dos desaparecieron entre risas en dirección a la cocina con los platos de la comida dejando a Taichi con su padre mirándose fijamente sin decirse nada.

Taichi buscó con la mirada algo con lo que distraerse para no hablar con su padre, después de haberse enterado de que su padre ya sabía que su hermana ya no estaba en la residencia temía que ya se hubiese enterado de que había dejado la carrera a medio hacer y lo que pudiera decirle.

- ¿La quieres, no?- oyó de repente a su padre decirle sorprendiéndole.
- ¿Qué?- preguntó él sin saber a qué se refería.

- A tu novia- contestó su padre- ¿La quieres, verdad? Se te ha notado desde que entrasteis, mientras ella hablaba tu madre y yo pudimos notar que la mirabas con mucha atención y con otros ojos que nunca habíamos visto en ti.

- Sí, la quiero- dijo él sintiéndose ofuscado- ¿Por qué la pregunta?

- ¿Ella está aquí por la beca de estudios en el extranjero de Estados Unidos, me equivoco?- preguntó Susumu y al ver que su hijo asentía continuó-Entonces sólo está aquí durante un año… ¿Qué piensas hacer?

- No lo sé…- dijo Taichi ahora deprimido- intento no pensar en que ella se marchará, pero es una realidad que está ahí y sólo de pensarlo me lleno de angustia… ella me ha dicho que intentará que le prorroguen la beca, pero aunque se lo concedieran sólo se lo darían para un cuatrimestre más y estaríamos en las mismas…

- Ya veo…- contestó Susumu pensativo- entonces os tendréis que separar de forma definitiva más tarde o más temprano…

- ¿Tú crees que si le pido que se case conmigo podría tener la nacionalidad y quedarse?- preguntó de repente Taichi, era algo que había estado pensando durante unas semanas y era la única solución que encontraba.

- Sabes que eso es una tontería Taichi- le contestó su padre- si hubieras seguido este año estudiando Derecho lo sabrías porque vosotros no tenéis suficiente dinero para vivir aquí y ella tendría que vivir 5 años más aquí para que pudieran concedérsela…

Taichi se quedó pensativo intentando recordar en los años que estudió Derecho aquel pequeño defecto que le veía a su plan y se dio cuenta de que su padre tenía razón. Se sintió tan deprimido que ni siquiera se preocupó por saber por cuál motivo su padre sabía que había dejado la carrera.

- Escucha hijo…- oyó que su padre le decía y levantó la vista para mirarle- hay una posibilidad de que estéis juntos, pero eso significa no que ella se quede aquí, si no que te vayas a Estados Unidos con ella.

Taichi abrió los ojos sorprendido ante aquella idea, siempre había sido su sueño el irse a Estados Unidos a estudiar y jugar en un equipo profesional y en ese momento su padre le ponía esa idea sobre la mesa y preguntó nervioso:

- ¿Cómo es eso?

- ¿Sabes sobre las becas deportivas que las Universidades de Estados Unidos ofrecen a estudiantes tanto nacionales como extranjeros para estudiar allí, no?- preguntó Susumu y al ver que su hijo asentía prosiguió- te he visto jugar durante años y creo que si solicitamos esa beca podrían dártela… pero hay un par de condiciones, primero tienes que mandar una grabación tuya jugando al fútbol con lo mejor que tengas y demostrar que estás en el equipo de la Universidad como capitán y otra condición es que apruebes este curso de la carrera que estás cursando según la media de la Universidad a la que quieras ir.

Taichi miró a su padre asustado. ¿Eso quería decir que tenía que volver a estudiar Derecho? Se puso a pensar detenidamente en cómo llevaba aquella carrera desde que había decidido dejar de estudiar y recordó que la llevaba más o menos aprobada desde que había empezado, eso le hizo tranquilizarse un poco, pero el problema radicaba en ese curso, lo había abandonado casi desde el principio y sólo había pagado la matricula para hacer gastar dinero a su padre…

Pero se acordó de que no quería dejar escapar a su novia una vez más y que se había prometido a sí mismo hacer todo lo que estuviese en su mano para estar junto a ella, así que suspiró y dijo:

- De acuerdo, haré lo que haga falta para conseguir llegar a la media y que me acepten en Nueva York.

- Ese es mi hijo- dijo su padre sonriendo- aún estamos a tiempo porque el plazo se abre este mes así que vete preparándote con calma- vio a su hijo sonreír y asentirle y entonces añadió- mira Taichi… sé que no me guardas mucha simpatía desde que te obligué a estudiar Derecho y que estos años no he estado muy cerca de vosotros… pero sé que en esta carrera no te irá mal y que podrás con ella y también quiero que seas feliz, así que si hay que gastar más dinero por eso, tú no te preocupes.

- Gracias papá- contestó Taichi emocionado y profundamente agradecido.

Ambos se abrazaron con fuerza transmitiéndose todo el cariño que no había podido demostrarse por culpa de todas aquellas circunstancias de trabajo y rencores, pero ahora tenía a sus padres de su lado y si todo iba bien pronto podrían estar junto a Mimi sin que nada los separase.

Hikari se encerró en su habitación con el móvil en la oreja sin parar de dar vueltas por el lugar. Le había llamado la atención que alguien la llamase de repente y había ido a mirarlo sin esperarse nada en especial, pero se había quedado de piedra cuando vio el nombre de Takeru escrito en la pantalla.

Desde que él se le había declarado no se habían vuelto a ver, pero él de cuando en cuando le mandaba correos o mensajes diciéndole lo mucho que la quería y que no se olvidase de que aún él tenía que demostrarle por qué era el merecedor de su corazón.

Hikari había leído aquellos mensajes y no había podido evitar que una sonrisa bobalicona saliese de su boca, pero siempre los borraba enseguida, aún seguía con Daisuke y sabía que él solía coger su móvil y si en algún momento se lo negase comenzaría a sospechar.

Ahora hablaba con Takeru y se sentía nerviosa y con un poco de ansiedad:

- ¿Está Daisuke por ahí?- preguntó Takeru nada más que descolgó el teléfono.

- No tranquilo- dijo ella sintiendo que el corazón se le salía del pecho por los nervios- Estoy en casa de mis padres que hemos comido aquí para presentarles a Mimi como novia de mi hermano.

- Me alegro- dijo él y le notó contento desde el otro lado del teléfono- Hikari… ¿Recuerdas que te dije que iba a luchar por ti y que por favor me esperaras hasta el momento oportuno?

- Sí, lo recuerdo…- contestó ella acordándose no sin sonrojarse de aquel momento tan romántico.

- Pues…- comenzaba a decir el chico sin terminar de arrancar- ya ha llegado el momento, necesito verte y tengo que enseñarte algo muy importante.

- ¿Sí?- preguntó Hikari intrigada- ¿Qué me tienes que enseñar?

- Eso te lo diré cuando te vea, me temo- oyó que él decía entre risas agradables- ¿Podrías quedar conmigo mañana? Te prometo que si aceptas venir conmigo será el mejor día de tu vida o si no cumplo mi promesa no te molestaré más y te dejaré tranquila con Daisuke.

- ¡Está bien! Acepto ir contigo a dónde me lleves- contestó ella sonriendo. Sí que le daría una oportunidad a Takeru pero aún así iría despacio, no quería que pensase de ella que era una chica fácil.

Le oyó reírse al otro lado del teléfono para luego decir:

- De acuerdo, Hikari, iré a tu casa a buscarte por la mañana. Te prometo que no te arrepentirás. ¡Hasta mañana!

- ¡Adiós!- se despidió Hikari y colgó antes que él.

Tras colgar el teléfono, se sentó en su cama en la que solía dormir cuando iba a pasar unos días con sus padres y dio una pequeño gritito de felicidad que la hizo echarse en la cama con una enorme sonrisa en la cara. No se había sentido tan feliz desde hacía mucho tiempo y sabía desde cuando, desde que había descubierto sus sentimientos por Takeru. Moría de ganas por que llegara el día siguiente para verle y saber qué era lo que se proponía.

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