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miércoles, 4 de febrero de 2015
Capitulo 25: A flor de piel
Mimi había vuelto a su casa casi al anochecer, no se había sentido con ganas de volver antes y se había marchado a pasear por el distrito de Shibuya buscando distraerse con compras y olvidar aquella sensación de angustia que le estaba amargando la tarde.
Comprar le hacía olvidar cualquier mal momento y en ese momento necesitaba despejar la mente en satisfacerse a sí misma, así que en cuanto llegó corrió hacia las tiendas dispuesta a pasar la tarde de aquella forma tan absurda, sólo para huir por un tiempo de todo lo que tuviese que ver con Taichi.
Pero no tuvo mucha suerte, últimamente andaba escasa de dinero porque aún no le había llegado la parte correspondiente de la beca de ese mes y no se atrevía a utilizar el dinero para emergencias que su padre le mandaba en caso de no tener suficiente, así que no pudo satisfacer su deseo ese día y decidió vagar por las tiendas mirando sin comprar nada maldiciendo a la vez a la agencia de becas de Estados Unidos.
Al no encontrar nada mejor que hacer y sintiendo que todo por lo que estaba huyendo volvía a ella sin encontrar modo de evitarlo, decidió que ya era hora de volver a casa estuviese quien estuviese.
Llegó a casa al fin y cerró la puerta tras de sí con unas infinitas ganas de ir a su habitación y no ver a nadie hasta el día siguiente, pero no tuvo aquella suerte. Nada más entrar se encontró con Sora que parecía estar esperándola desde hacía un buen rato con el ceño fruncido y la vista fija hacia ella. No estaba segura a qué venía aquella cara, así que hizo como si no pasase nada:
- ¡Hola Sora! ¿Cómo te encuentras?
- Muy bien- contestó ella muy secamente- ¿Dónde has estado?
- Tenía unas cosas que hacer con mis compañeras- mintió Mimi intentando salir del paso- siento si me he retrasado.
Ya se dirigía a su habitación dispuesta a no seguir hablando cuando de repente oyó la voz de Sora con aquel tono ácido típico de ella:
- Si, ya claro… búscate una mejor excusa.
- ¿De qué estás hablando?- preguntó Mimi fingiendo sorpresa- no es ninguna excusa, es la verdad.
- Llevo varios meses viviendo contigo… sé cuando estás mintiendo y cuando no, además que siempre utilizabas esa misma excusa de tus compañeras cuando todos sabíamos que te ibas con Taichi por ahí…
Pasando por alto aquella acusación que no iba para nada mal encaminada, Mimi intentó marcharse de allí sin decir nada más, pero Sora continuó hablando:
- Taichi preguntó dónde estabas, dijo que no había tenido tiempo de saludarte y salió de la habitación para hablar contigo pero ya no estabas.
- Ya vi que tenía mejores cosas que hacer- contestó Mimi sonando más arisca de lo que había pretendido.
- Como ayudar a su mejor amiga, ¿puede ser?- contestó Sora por fin levantándose del sofá- ¿Se puede saber a qué viene todo esto?
- ¿Y por qué él siempre te preferirá a ti antes que a mí?- preguntó ella finalmente sin mirar a los ojos a su compañera- ni siquiera me miró cuando entró y me sentí fuera de lugar cuando él empezó a abrazarte…
- ¿Así que se trata de eso?- concluyó Sora arqueando una ceja- no me lo puedo creer… ¿me tienes celos? ¿a mí?
Mimi entonces miró a Sora fijamente como retándola y ésta no pudo evitar echarse a reír a carcajadas confundiendo aún más a la norteamericana:
- No me lo puedo creer… ¿de verdad es eso?- tomó el silencio de la chica como una afirmación y prosiguió- ¿te marchaste de casa sólo porque Taichi no te hizo caso una décima de segundo? De verdad que en este momento me resultas patética…
- ¡Déjame en paz, Sora!- contestó Mimi de mal humor- no me digas lo que soy o dejo de ser porque tú ni siquiera te molestas en escuchar a Matt después de haberse pasado una semana aquí esperando… lo que yo sienta o deje de sentir por Tai es cosa mía.
Tras decir aquello, se fue a su habitación y cerró la puerta dando un portazo sin darle ninguna oportunidad a su compañera de poder recriminarle nada.
Durante aquellos días, apenas tuvo relación alguna con Sora y apenas se veían. Mimi sentía que cada vez que la miraba sería una buena oportunidad para su compañera de recriminarle su comportamiento y de burlarse de sus celos, así que evitaba por todo lo alto iniciar cualquier conversación con ella.
Últimamente pasaba mucho más tiempo en casa de Yolei que en su propia casa, sentía más confianza con su querida amiga que con cualquier otra persona que hubiese. Yolei siempre la escuchaba sin reprocharle su comportamiento y procuraba ser más comprensiva, con ella ya ni siquiera trataba de negar lo que ya era evidente:
- Es que encima se atreve a decirme a mí que soy patética sólo porque no soporto que Taichi esté con otras chicas cuando ella es incapaz de pararse a escuchar a Yamato después de haber estado casi una semana detrás de ella…
- ¿Entonces ya reconoces que estás celosa?- preguntó Yolei sonriendo mientras miraba fijamente a su amiga.
Mimi miró fijamente a su amiga que le devolvía la mirada con un atisbo de diversión en ella a la espera de lo que llevaba tiempo deseando oír. Optó por dar un largo suspiro antes de decir finalmente:
- Sí, ya puedes dar un grito de júbilo cuando quieras, estoy muy celosa y creo que cada vez más…
Ante aquella declaración, Yolei cumplió con lo que ella le dijo y dio un gritito de triunfo mientras alzaba los puños en alto y tarareaba las palabras "lo sabía" con un ritmo molesto.
- ¡Déjalo ya!- contestó Mimi- ya lo he dicho, no es necesario que lo menciones más.
- Lo siento- respondió Yolei con una sonrisita malvada- es que no todos los días alguien consigue que tú reconozcas algo acerca de tus sentimientos.
Mimi bufó molesta, pero en cuanto vio la inmensa cara de emoción que su amiga tenía en el rostro no pudo evitar echarse a reír primero ligeramente y luego terminando con una carcajada animada por las risas con las que ella también le respondía. Le dio un golpe en el hombro con cariño y dijo:
- No sé qué haría yo sin ti…
- Pues seguramente las mismas estupideces que haces ahora, Mimi- contestó Yolei siendo franca por primera vez en toda la tarde- porque a pesar de que estoy aquí, no haces caso a nada de lo que yo te digo…
- Lo sé…- dijo Mimi dejando de reírse- te juro que no hay nadie más que yo que desee que nosotros volvamos… pero, no sé, me siento insegura por ello y después de ver como abrazaba a Sora, me sentí tan apartada, tan fuera de su vida… todas esas cosas aunque a ti te parezcan normales y seguramente a mí también me lo parecería en tu lugar, me recuerdan que ella fue su primer amor y lo enamorado que estuvo de ella… no sé si podré ser suficiente para él después de ella.
- Entiendo- dijo Yolei tornándose pensativa- ¿tú siempre has envidiado un poco a Sora, no?
- Sí- sentenció Mimi con voz firme-siempre la he tenido como una mujer fuerte y con mucha personalidad, y después de todo lo que ha tenido que pasar… siento que al lado de ella, no soy más que una cría mimada que no sabe nada de la vida… no sé qué hubiera hecho yo si me hubiera visto en su lugar.
- Pero tú también has hecho otras cosas muy admirables, Mimi. No cualquiera se cruzaría solo el mundo para vivir lo que has vivido tú aquí… Y además yo estoy segura de que a él le gustas por otras cualidades que tienes que Sora seguramente no tenga.
- No estoy muy segura de ello- contestó Mimi apenada- creo que él ya se ha hartado de mí y con razón…
Yolei se quedó mirando a su compañera sin saber muy bien qué contestarla. Le dolía verla así, confusa y sin saber qué dirección tomar en su vida. Al principio sabía que a su amiga le irritaba que Catherine estuviese tan cerca de Taichi, pero ahora salían más cosas a la luz donde ella no era capaz de ayudarla.
Ella misma había intentado hablar con Catherine acerca de su comportamiento con el chico el día anterior, haciéndole saber lo mucho que le molestaba a la norteamericana su cercanía a él:
- Te lo advierto Catherine- le había dicho en una ocasión que estaban solas- no te acerques a Taichi si no quieres problemas.
- ¿Por qué razón?- había preguntado la francesa confusa.
- Es muy importante para Mimi, ellos dos son algo más que amigos- le explicó ella intentando hacérselo entender.
- Mimi no me ha dicho nada- contestó Catherine con un tono de inocencia que ella no se tragaba- si ella me dice que no me acerque a él porque le gusta, yo no lo haré, mientras tanto no pienso hacer nada.
Y Catherine cumplió su promesa de no hacerla caso y siguió insinuándose al chico siempre que tenía oportunidad. Yolei deseaba en cada momento golpearla de verdad, no podía creer que alguien pudiese ser tan rastrera y desde aquella conversación no había vuelto a querer mirar a la chica a la cara.
No le dijo nada a su amiga porque no quería que se pusiera peor, pero muchas veces había deseado decírselo para que se diese cuenta de la clase de persona que era Catherine en realidad. Temía que aquella chica fuese capaz de robárselo a Mimi y más después de haberlo visto con sus propios ojos, tenía que alertar a su amiga de que no permitiera que se metiera entre ambos antes de que fuera demasiado tarde.
- Mimi- empezó a hablar Yolei intentando parecer firme sin apartar los ojos de ella- esto te lo digo de verdad… no pierdas más el tiempo pensando lo que él pudiese pensar de ti o lo que quiera que sienta por tu compañera, simplemente dile lo que sientes de una vez sin importar lo que él te diga.
- Pero Yolei…- comenzó Mimi pero no la dejó terminar.
- Te lo digo muy en serio- la interrumpió muy seria- es hora de que des ese paso, nunca sabes quién puede interponerse entre vosotros y quizá después de eso no puedas volver a tener ninguna oportunidad…
- ¿Qué quieres decir?- preguntó Mimi notándose más tensa- ¿estás insinuando algo?- miró cómo su amiga bajaba la mirada y entonces se dio cuenta de algo- ¿es por Catherine? ¿crees que va a por Tai?
- No lo sé- se apresuró a contestar Yolei intentando salir de aquella encerrona que no había previsto- pero no deberías fiarte, ya sabes que es muy guapo y que cualquier podría aprovechar este momento para entremeterse entre vosotros…
- ¡Dime lo que sabes, Yolei!- exclamó Mimi notando que su amiga le estaba ocultando algo que era de vital importancia- ¡Por favor! ¿Qué ocurre?
La chica no pudo soportar la tensión y finalmente accedió a contarle todo lo que ocurrió cuando decidió intentar alejar a la francesa de Taichi sin ningún éxito, notó cómo su amiga palidecía por momentos ante cada palabra que ella mencionaba. Finalmente, cuando terminó el relato, se calló dejando tiempo a la norteamericana de reaccionar, y ésta no se hizo esperar porque la chica comenzó a sollozar con mucho pesar mientras decía a duras penas:
- ¡No puede ser! Ella… ella me dijo… que no le gustaba.
- ¿Qué?- exclamó Yolei totalmente indignada- ¿Cuándo ha dicho eso?
- Hace poco…- comenzó a relatar Mimi- me dijo que se había dado cuenta de que me molestaba cuando ella se acercaba a él y me preguntó si habíamos tenido algo antes de conocerla… fui sincera y le dije que sí, que además aún sentía algo por él muy fuerte y me dijo que no me preocupara porque no iba a volver a acercársele…
Yolei no podía creerse lo que estaba oyendo, aquella no era la versión que ella tenía y menos cuando habían hablado sobre ello el día anterior. ¿Cómo podía haberle dicho aquello a su amiga antes de hablar con ella? ¿Y encima mentirle diciendo que Mimi nunca le había dicho nada? ¿Qué era lo que pretendía?
- No puedo creerlo…- dijo Mimi aún más apenada- ¿Por qué está jugando a dos bandas? ¿Acaso querrá que no me entere de nada?
-¿No ves, Mimi?- exclamó Yolei empezando a mosquearse- no debimos habernos fiado de ella… ¡seguro que piensa quitarte a Taichi!
Mimi no decía nada. Simplemente estaba totalmente indignada y trataba de controlar aquel temperamento que ya se conocía para evitar causarle algún estropicio a su amiga. Se pasó su mano derecha por la cara intentando eliminar las lágrimas que nacían de sus ojos, no pensaba permitirse llorar más y quedarse parada mientras le daba puñaladas por la espalda de aquella manera.
Después de enterarse de todo aquello, sintió que por fin tenía claro todo en su vida. Vio cómo las dudas y toda la confusión que sentía se desvanecían en el aire como si nunca hubiesen existido y por fin tenía una cosa clara, que no permitiría que aquella francesa arrastrada y entrometida se metiera entre ellos dos.
De repente, vio que no había hecho más que dar vueltas a un tema que en realidad no tenía tanta importancia como era que Sora y él tuvieran tanta confianza, Sora jamás se entrometería entre ellos y mucho menos estando tan enamorada como estaba de Matt… Deseó en ese momento arrancarse todos los pelos de la cabeza por estúpida, había estado dejándole vía libre a Catherine para que intentara todo lo que quisiera con él sin darse cuenta.
Pero eso no iba a quedar así…
Se levantó decidida del sofá donde se encontraba con una determinación en su mirada que extrañó a su amiga que, sin apartar su mirada de ella, preguntó:
- ¿Qué haces?
- Me voy- contestó totalmente segura de sí misma- no pienso hacer más estupideces, esta vez no volveré a perderlo más.
Y salió de su casa dispuesta por fin a dejar todas las dudas atrás y enfrentarse a todo lo que se le pusiese por delante. Ya no habría más dudas y lo único que deseaba era volverse a sentir entre los cálidos brazos de Taichi.
Taichi salía de su entrenamiento con una mueca de molestia bastante notoria. No sólo había sido el peor de su vida al haberse hecho el daño suficiente en la pierna como para no poder seguir entrenando, sino que además ese mismo día había pasado por allí Daisuke para terminar de rematar aquel asqueroso día.
Bufó molesto al acordarse de ello. No sabía que uno de su equipo le conocía y que le había invitado a entrenar con ellos, en cuanto lo vio torció el gesto con desaprobación. El susodicho nose dio cuenta y le saludó con efusividad notándose la alegría que le producía verle.
Casi que se había alegrado de haberse lesionado casi al comienzo para no tener que escucharle cada vez que tenía oportunidad que le mirase lo que estaba haciendo. Sabía que el chico contaba con poder ingresar en su equipo por ser el novio de su hermana y al ser capitán del equipo podría tener algún tipo de ayuda por su parte, pero por ese momento no necesitaban a nadie más y no pensaba meter a más.
Con todo ello, no pudo quitárselo de encima porque al rato, el chico se había reunido con él y le había empezado a hablar sobre su relación con su hermana, cosa que le hizo aún menos gracia:
- Últimamente tu hermana está un poco rara, Taichi- le empezaba a decir el chico sin darse cuenta de lo poco que quería escucharle- ¿Has sabido algo de ella?
- No veo a mi hermana todos los días- contestó él mordazmente- además dudo mucho que me lo cuente a mí siendo su hermano…
- Tienes razón- contestó Daisuke lejos de darse cuenta de la molestia de Taichi- es que últimamente apenas la veo y me dice que está ocupada, no sé qué puede pasar.
- No lo sé- contestó él- supongo que sí estará ocupada.
No habló más con él pero a la vez le había dejado aquella duda de si de verdad le pasaría algo raro a su hermana. No quiso compartir con él aquellas dudas para que no le dijese nada más, así que decidió hacer como si no fuera importante lo que le estaba contando y esperar a ver a Hikari para preguntarle si algo iba mal.
Hundido en sus recuerdos, no se dio cuenta de que ya había salido a la calle. Miró al frente y suspiró de mal humor, no sabía por qué siempre esperaba que Mimi estuviese allí esperándole si eso nunca ocurriría. No podía evitar dejarse llevar e imaginar cada día que ella estaría allí para decirle que no podía estar sin él más y podría volver a besarla con toda aquella necesidad que sentía por ella desde que le dejó tirado.
Muchas veces se paraba a pensar y se sentía estúpido por esperarla y darle otra oportunidad cuando ella estaba claro que no pensaba ganársela. Por culpa de todo ello siempre estaba de mal humor y no era capaz de hacer nada a derechas, ya realmente estaba pensando en pasar de ella y empezar de nuevo con otra persona.
De pronto alzó la vista y distinguió a alguien que le sonaba a lo lejos que se acercaba donde él estaba, entornó los ojos para fijarse y, para su decepción, no se trataba de Mimi, si no de su amiga Catherine.
La chica rubia corría hacia él y parecía fingir sorpresa ante la gran casualidad de habérselo encontrado justo a la salida de su entrenamiento, pero Taichi no era tonto y sabía de sobra que todo había sido premeditado aunque por fuera pareciera que de verdad estaba sorprendido. La respuesta por parte de ella no tardó:
- ¡Taichi! Menuda sorpresa, no esperaba encontrarte aquí.
- Sí… ¡Qué sorpresa!- contestó él sin saber muy bien qué expresión poner.
Ella se le acercaba mucho y de vez en cuando la veía retorcerse mechones de pelo entre los dedos sin apartar sus ojos de él. No podía creerse que de verdad estuviera mirándole de arriba abajo con tanto descaro y tuvo que resistir el impulso de echarse a reír, estaba insinuándosele a saco y no pensaba desaprovechar aquella oportunidad de divertirse un poco.
- ¿Qué te parece si ahora que nos hemos encontrado nos vamos a otro sitio los dos solos?- empezó a decirle ella acercándose más y utilizando aquel acento francés tan sugerente y tan adecuado para ese momento.
- Sí, ¿por qué no?- contestó con una media sonrisa mirando más de cerca el cuerpo de la chica francesa.
Esa pregunta le asaltó en la cabeza como una revelación. Miró otra vez a la chica que tenía delante ofreciéndosele de aquella manera y pensó que realmente no estaba nada mal. ¿Por qué no? Se preguntó otra vez, Mimi no daba señales de querer volver a tener nada con él y no pasaba nada si se divertía un poco con otras chicas…
- ¿De veras?- preguntó ella intentando sonar lo más sensual posible- me alegro mucho porque me gustas mucho Taichi…
Ambos estaban muy cerca el uno del otro y ella no tardó mucho en cortar la distancia entre ambos uniendo sus labios con los de él para comenzar a besarle con necesidad e incluso con algo de rudeza. Él la respondía de la misma manera, desde que había estado con Mimi no había estado con ninguna otra y era algo necesario, así que decidió dejarse llevar y tomarla por la cintura para acercarla más a él.
Mimi no podía creerse lo que estaba viendo. Acababa de llegar a donde entrenaba Tai para verle y poder hablar con él tranquilamente y aún no se creía lo que estaba pasando, estaba viéndole liándose con Catherine en medio de la calle sin importarle que la gente que pasaba por allí les estuviese mirando
desconcertados.
Sintió unos deseos terribles de ponerse a gritar y notó un extraño calor que le recorría las venas y que le nublaba la razón sin ser capaz de pensar con claridad, el corazón le palpitaba con fuerza contra su pecho y todo su cuerpo se puso en tensión. No podía creerse que aquella asquerosa francesa hubiera intentado quitarla de en medio para acercarse a Tai y al verla manosear el cuerpo del chico con total libertad sintió unos deseos de asesinarla con sus propias manos… ¿Quién se creía que era para permitirse aquellas libertades con su Taichi? Nadie tocaba lo que era suyo y mucho menos si se trataba de un chico.
Avanzó hacia allí fuera de sí y sin aminorar la marcha dispuesta a demostrarle a aquella chica que con ella no se jugaba ni podía reírse de ella. Pensaba demostrarle a Tai que ella era mejor que aquella chica y nadie más que ella podría quererle más.
Llegó y sin ningún miramiento cogió a Catherine de la camisa y la separó de Tai sin darle oportunidad de reaccionar. La francesa la miró desconcertada y un poco atontada sin entender qué estaba pasando y él también la miraba extrañado y sin ser capaz de decir nada. Pero Catherine no tardó en reaccionar al ver que acababa de fastidiarle el momento:
- ¿Qué coño haces? ¿No ves que estamos ocupados?
- ¿Así que no pensabas volver a acercarte a él?- comenzó Mimi a gritarle sin importarle que el susodicho estuviese al lado suyo- ¿te crees que soy tonta o qué?
- Has perdido tu oportunidad Mimi- contestó Catherine mirándola disfrutando cada palabra que decía- él me prefiere a mí porque tú no supiste apreciar lo que tenías delante. ¡Lo siento, pero las cosas son así!
Taichi las miraba sin saber muy bien qué decir, no podía creerse que Mimi estuviese allí peleándose con otra tía por él, le parecía tan sumamente irreal que pensaba que en cualquier momento se despertaría de un sueño. Miró a la americana y vio cómo estaba enfadándose de verdad, hasta podía ver que apretaba los puños con fuerza de forma disimulada, la conocía enfadada y sabía que no aguantaba mucho sin estallar, así que optó por tomarla del brazo cortando de golpe la conversación de las dos chicas que le miraron desconcertadas:
- Será mejor que lo dejemos por hoy Catherine- empezó él sin soltar a Mimi que se resistía- tengo que hablar muy seriamente con Mimi.
La miró muy severamente y ella se temió lo peor, ¿acaso estaba enfadado con ella? ¿Iba a echarle en cara todo lo que había hecho? Bajó la mirada avergonzada no queriendo mirar la cara de triunfo que seguramente Catherine estaría teniendo. No tardó en oírla hablar con aquel acento francés que tanto odiaba:
- De acuerdo, Taichi. Espero que lo solucionéis todo…
Y la vio alejarse de allí no sabía si para su alivio o su angustia, tenía miedo de lo que él le pudiese decir, no quería que la echase de su vida y se marchase con Catherine.
- ¿Se puede saber qué te pasa?- oyó que él empezaba a hablar y tuvo que enfrentarse a él sin escapatoria.
- Es que…- comenzó ella sin saber muy bien qué decir.
- Estoy harto de verdad- decía él realmente enfadado sin dejar de dar vueltas- no te entiendo. Primero me das alas creyendo que podré estar contigo, luego me dejas tirado por tu novio y ahora cuando podía estar con otra me vienes con éstas… ¿Qué es lo que quieres? ¿No vas a parar hasta terminar de joderme la vida? Ya no puedo más…
No pudo seguir hablando porque en ese momento su boca fue invadida por la boca de la americana que empezó a besarle con urgencia saboreando aquel beso como si fuese el último que fuera a darle en su vida. No quería oírle más, sólo quería volver a besarle y a sentir su cuerpo contra el suyo sin importar nada y, por dios, cómo le había echado de menos…
Se separó de él sin despegar la mirada de su rostro, vio que él también le devolvía la mirada desconcertado y sin ser capaz de reaccionar a nada, era el momento de dejarle las cosas claras de una vez y ya después dejar todo en sus manos:
- ¡Te quiero! Sé que no merezco nada pero no puedo soportar que estés con otra, que no me mires, que me rehúyas… Odio no poder besarte ni estar junto a ti, odio pensar que no podré volver a tenerte nunca más… ¡Te amo Taichi! No hay nadie más en mi vida que tú y no puedo vivir sin estar contigo.
Tras decir todo aquello, se calló esperando su respuesta. Ya estaba todo dicho, sólo le quedaba saber qué era lo que quería él… ¿Aún la quería? ¿La odiaba? Sentía que se moría por la incertidumbre, pero no se lo hizo saber.
De repente, notó cómo él se acercaba a ella y rodeaba con sus brazos su delgado cuerpo haciéndola volver a sentir aquel calor que su cuerpo desprendía y que tanto añoraba. Ella se aferró a su espalda como si temiese que se fuera a alejar de ella. Entonces notó el aliento del chico chocando contra su oído mientras le susurraba casi con desesperación:
- Te quiero, Mimi. No sabes lo que deseaba que llegase este momento…
Y acto seguido, Mimi notó cómo el chico comenzaba a besar su cuello haciéndole cosquillas y provocándole una oleada de placer por aquella zona que la hizo aferrarse más a él para sentirle más cerca. Y es que no se imaginaba cómo le había extrañado, todos aquellos sueños en los que él estaba de esa manera con ella otra vez y todas aquellas dudas que había tenido todo el tiempo quedaban a atrás para transformarse en aquella maravillosa realidad.
Pronto notó como él tomaba su rostro entre sus manos y le hizo mirarle directamente a los ojos, podía ver que él era tan feliz como ella y que todo lo que él le había dicho era cierto, la quería tanto como él la quería a ella. Se volvieron a besar en los labios con la misma urgencia que sentían cuando estaban juntos, degustaron la boca del otro como si fuese la primera vez y sus lenguas luchaban por probarse lo máximo posible.
Taichi la tomaba de la cintura con fuerza y ella le obligaba a bajar más la cabeza para poder alcanzarle y seguir besándole con toda aquella necesidad y pasión que sentía por él, no sabía si podría controlarse esta vez, le necesitaba más que nunca.
Cuando vieron que no podían respirar de manera continua, se separaron ligeramente para quedar sus ojos a la misma altura comiéndose el uno al otro con la mirada. De pronto Taichi sonrió abiertamente y le dijo con un tono de voz que le resultó muy tentador:
- No te haces la idea de lo sexy que te pones cuando te enfadas y estás celosa…
- ¡Cállate!- contestó ella sintiéndose avergonzada- tenía motivos para estarlo.
- Ya no- contestó él con el mismo tono- vámonos… necesito estar contigo.
- Vámonos a tu casa Tai- dijo ella con un tono de voz que decía más que ninguna palabra.
Él sonrió y tras asentir, le dio un pequeño beso y tomados de la mano se alejaron de allí ante las miradas de todas las personas que pasaban por allí.
Hasta ese momento no se había dado cuenta de lo mucho que había extrañado viajar con él en su moto abrazada a su espalda y sintiendo el viento rozar su cuerpo cada vez que aumentaba la velocidad.
Pero como siempre, el viaje se le había hecho muy corto aunque no le importó realmente porque aquello no significaba separarse de él como solía ser siempre. Dejaron la moto aparcada y se marcharon en dirección a la casa del chico.
Ninguno de los dos decían nada, se habían sumido en un agradable y relajado silencio que ayudaba a combatir los nervios que comenzaban a asolar Mimi en su interior. Ahora pensaba claramente en lo que había pasado y lo que vendría a continuación, Taichi le había dicho que la quería y eso era lo único que en ese momento le animaba a dar otro paso más. Moría por estar junto a él, sentir su calor y sentirle dentro de ella… sí, deseaba hacer el amor con él por primera vez después de tanto tiempo lejos de él.
Aún así no dejaba de sentirse nerviosa, el único chico con el que había estado en su vida había sido Michael y sabía que Taichi tenía mucha más experiencia que ella… temía no estar a la altura y decepcionarle. Ante ese último pensamiento no pudo evitar encogerse un poco en sí misma, no pasando ese gesto desapercibido por el chico que la miraba extrañado:
- ¿Estás bien?- preguntó él alarmándola más.
- ¡No! Quiero decir… ¡Sí! ¡Estoy perfectamente, Tai!- se apresuró a contestar ella metiendo aún más la pata.
Él se echó a reír por aquella contestación y la tomó por la cintura parándose en medio del portal para mirarla a los ojos y decirle:
- Si no estás segura…
- ¡No!- contestó ella sin darle tiempo a terminar dándole cortos besos en los labios y por todo su rostro- quiero estar contigo…
Quería demostrarle a toda costa, que a pesar de su nerviosismo quería hacerlo con él y comenzó a atacar sus labios con mayor obstinación y de manera más apasionada siendo correspondida de forma deliciosa por el chico que no quería quedarse atrás:
- Como sigas así- decía él entre besos notando que respiraba más entrecortado- vas a acabar haciendo que lo hagamos en el ascensor…
- Pues démonos prisa- contestó ella sorprendiéndose de sí misma.
Él la miró de forma traviesa y la tomó de la mano para arrastrarla al ascensor. Cuando las puertas se cerraron, no dejaban de mirarse de reojo y se reían abiertamente y de forma nerviosa por aquella situación previa a lo que iba a suceder.
Finalmente llegaron y se dirigieron hacia la puerta de entrada. Taichi abrió la puerta y entró lentamente temiendo que hubiese alguien más en la casa. No oía por ninguna parte la voz de Yamato tarareando las canciones de su grupo por la casa ni tampoco oía el sonido de la televisión que indicaría que Koushiro estaría en el salón jugando a algo. Pero aún así no quería arriesgarse y los llamó desde la entrada varias veces en caso de que no contestasen.
De repente, notó cómo Mimi comenzaba a besar y morder su cuello por la espalda ensañándose con él mientras le abrazaba por la espalda y sus manos se dirigían sin ningún pudor en dirección a su entrepierna.
Abrió los ojos por la sorpresa y notó en aquella zona una agradable presión notando cómo empezaba a excitarse a la vez que ella le tocaba. Sin previo aviso, ella abandonó su cuello y pasó a morderle el lóbulo de la oreja con sensualidad a la vez que le susurraba:
- No hay nadie Tai… ¡Vámonos a tu cuarto!
Él sonrió con malicia y se dio la vuelta para encarar a la chica haciendo que ella no pudiese seguir tocándole, para su disgusto. Antes de que ella pudiese reaccionar, la tomó por las piernas y la espalda levantándola en brazos quedando sus rostros al mismo nivel.
Se volvieron a besar con la misma necesidad anterior olvidando que estaban en medio de la entrada y que todas las cosas que traían con ellos se habían quedado olvidadas en el suelo entorpeciendo el camino. Taichi cortó el beso de repente y aún con la chica en brazos se dirigió al interior de la casa en dirección a las habitaciones interiores.
La puerta de su habitación estaba abierta de par en par, por lo que no tuvo ningún problema para entrar y dejar a la chica sobre su cama mientras cerraba con rapidez la puerta evitando cualquier intromisión incómoda de sus siempre inoportunos amigos.
Volvió hacia donde ella estaba sin dejar de mirarla fijamente provocando un ligero sonrojo en la chica que no podía mantenerle la mirada mucho tiempo.
Se recostó sobre ella ayudándola con su cuerpo a acostarte sobre su cama sin dejar de besarla de forma más lenta y permitiéndose saborear sus labios con mayor devoción.
Ella notó cómo sus cuerpos se frotaban de forma inconsciente para ambos produciéndoles más necesidad de contacto, ella misma se abrazó a su espalda atrayéndole más hacía sí y no perder aquel contacto que tanto buscaba, podía notar ya la dureza de su miembro y sonrió para sí misma satisfecha.
Él a su vez pasó de sus labios a su cuello sin dejar de besarlo y morderlo haciendo que la chica echara la cabeza atrás para dejarle vía libre y a su vez trataba de subirle la camiseta en un intento de despojarle de ella. El chico se dio cuenta y se separó un poco de ella para permitírselo y que a la vez ella misma se despojara de la suya arrojándola lejos.
Se quedaron mirándose detenidamente durante unos segundos y al momento Taichi volvió a su tarea de poblar su cuello y hombro derecho de múltiples besos y pequeños mordiscos que conseguían arrancar de la garganta de la chica algún que otro suspiro de satisfacción.
Él trataba a su vez de desenganchar el cierre del sujetador sin éxito ninguno, ella lo notó y se apartó de él para quitárselo ella misma y tirarlo en la cama ante la mirada avergonzada del chico:
- ¡Lo siento! Nunca pude con esas cosas.
- Intentas ir muy deprisa- contestó ella mientras le abrazaba- te veo un poco desesperado… ¿no, Taichi?
El hecho de sentir los pechos de Mimi desnudos sobre su torso le hizo reaccionar poniendo sus manos sobre ellos masajeándolos y lamiéndolos arrancando de vez en cuando suaves gemidos de la chica. Aquello le animó más y con una de sus manos recorrió el vientre plano de ella hasta dejarla perderse en el interior de sus pantalones encontrándose con su intimidad y comenzó a acariciarla y a masturbarla primero despacio y después con más fuerza permitiendo que ella comenzase a gemir más fuerte arqueando la espalda de placer.
Él la miró sonriendo con picardía y sacó su mano de allí para desabrochar del todo el pantalón y dejar que ella le ayudase a deshacerse de lo que quedaba de ropa en su cuerpo dejándola por primera vez expuesta ante él.
Mimi bajó la mirada avergonzada, no quería mirarle a la cara y ver la expresión de su rostro ante su desnudez, pero él no la dejó. Tomó con su mano su barbilla y la obligó a mirarle a los ojos para después besarle en la frente y decirle:
- Te quiero.
Ella ante aquellas dos simples palabras se abalanzó sobre él para abrazarle con todo el afecto que era capaz de profesarle, le amaba de verdad y él a ella, ¿qué más podía pedir para ser más feliz que en aquel momento?
- Te necesito Tai… ¡Házmelo ya!- le susurró ella al oído muy bajito.
Taichi asintió decidió y se quitó los pantalones junto con el resto de ropa interior para quedar como ella en ese momento. Ella le contempló memorizando cada parte de su cuerpo y al ver su miembro erecto preparado para lo que se avecinaba no pudo evitar sonrojarse tanto por la vergüenza como por el
calor que sentía que se adueñaba de ella ante aquella imagen.
Antes de nada, él miró hacia su mesa y cogió un preservativo que tenía metido en una caja, recordó lo que le había dicho Sora días antes y se apresuró a ponérselo, no quería tener nunca más ningún disgusto de aquel tipo. Quería hacerlo con Mimi sin volver a cometer los mismos errores del pasado…
Él mismo la ayudó a recostarse sobre la cama y se posicionó sobre ella para besarla con fuerza y pasión a la vez que comenzaba a penetrarla lentamente, produciendo un pequeño aspaviento por parte de ella ante la sorpresa de verse invadida.
Pronto comenzó a moverse dentro de ella a un ritmo frenético sin ser capaz de poder parar ya, la estrechez de su interior le estaba volviendo loco y necesitaba más. Mimi por su parte sentía que su miembro rozaba su interior y tocaba un punto en él que la estaba enloqueciendo, no podía dejar de gemir y decir su nombre cada vez más fuerte y más claro. Junto a ello sentía sus caricias por su cuerpo despertando sus sentidos y dejando su cuerpo a flor de piel, nunca pensó que estar con él de aquella manera sería así, sintiendo que podía tocar el cielo con sus dedos, necesitaba sentir más y no podía esperar…
De repente, ella arqueó la espalda haciendo el ademán de incorporarse tomando sus labios otra vez para besarle al tiempo que se posicionaba sobre él para sentir la penetración más profunda. Él no opuso objeción y dejó que ella tomase la iniciativa sobre él auto penetrándose y moviéndose sobre su miembro a la vez que sacaba de él varios gemidos descontrolados al sentirla más profundamente.
- Taichi…- gimió ella cerrando los ojos- ¡te quiero!
Yamato y Koushiro abrieron la puerta de entrada de su casa. Acababan de llegar y estaban cansados de aquel día tan largo, iban discutiendo sobre lo harto que estaba Koushiro de que ninguno de ellos ordenase las cosas de la casa después de que su madre hubiese ido allí y casi le diera un infarto:
- En serio- dijo Koushiro indignado- mi madre casi se muere al ver todo lo que había en el salón, seguro que de esta me hace volver a casa con ellos.
Que si, que vale- decía Yamato cansinamente, ya que no tenía ninguna gana de oírle- mañana recogemos todo, no seas pesado…
No pudo terminar de hablar porque de repente se vio de morros contra el suelo al tropezar con una bolsa enorme y no puedo mantener el equilibrio.
Soltando maldiciones a diestro y siniestro, miró atrás en busca de la causa de su caída y reconoció la bolsa de deporte de Taichi entre sus pies. Furioso, se levantó y le dio una patada mientras gritaba:
- ¡Genial, lo que me faltaba! ¿Dónde está el jodido Taichi? ¿Por qué coño ha dejado esto aquí?
- No si al fin voy a tener razón…- comentó Koushiro mientras miraba lo que había por el suelo.
- ¿Dónde está?- preguntó Yamato indignado mientras entraba a la casa y se dirigía a las habitaciones.
Se quedó enfrente de la habitación de su amigo y sin pararse a pensar en sí estaba o no, abrió sin ningún miramiento mientras decía su nombre muy cabreado.
Pero la imagen que se encontró era la última que podía esperarse. Se encontró con Taichi en efecto, pero junto a él y tapada con una sábana debido al susto que él le había dado estaba Mimi. Los miró durante un segundo hasta que se dio cuenta de que su ropa estaba tirada por toda la habitación y que todo parecía indicar que algo había ocurrido y dijo aún con la boca abierta:
- ¡No me lo puedo creer!
- Yamato…- dijo Taichi llevándose las manos a la cabeza, disgustado- ¡sal de aquí!
- ¡Dios mío!- decía él ahora riéndose y dando saltos como un loco- ¡Por fin! Ya me habéis hecho un sobrino. ¡Cuánto me alegro! Koushiro, que Taichi está con Mimi y están en la habitación ya sabes haciendo qué… ¡Tengo que llamar a Sora y Hikari!
Tras decir eso, cerró la puerta y se le oyó gritar por toda la casa. Los dos se miraron avergonzados de su comportamiento y luego se rieron. Él la besó el pelo y la acercó a sí para abrazarla por la cintura y tenerla más cerca de él.
- Mimi…- empezó a decir él- no sé qué me contestarás a esto, pero…- se acercó a la mesa que tenía al lado y cogió una cosa que ella no logró ver y siguió hablando- me gustaría que fueses mi novia, te quiero y te juro que te voy a hacer feliz.
Entonces abrió su mano y le mostró un anillo. Mimi lo reconoció, era aquel anillo que le regaló en Nochebuena que no pudo aceptar. Ella se llevó las manos a la boca evitando dar un grito de felicidad, ¡su Taichi la estaba pidiendo salir!
- ¡Por supuesto!- se apresuró a contestar ella tomando el anillo- claro que quiero ser tu novia Yagami Taichi… quiero estar contigo para siempre.
Y tras dichas palabras, se abalanzó sobre él para besarle con amor sellando por fin aquel pacto que ambos tenían pendiente desde que se conocieron por primera vez.