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jueves, 5 de febrero de 2015
Capitulo 30: Un acuerdo inesperado
Mimi salió del edificio mirando a ambos lados de la calle en busca de algún rastro de su novio, pero por más que buscó no le vio y no sabía adónde dirigirse. Desesperada, sacó el teléfono móvil de su bolsillo y comenzó a teclear con rapidez el número del chico poniéndoselo en el oído con la esperanza de que reaccionara y aceptase su llamada, pero fue en vano porque no se lo cogía.
Se mordió el labio intentando calmarse e intentó pensar con claridad adónde podría haber ido, pero no se le ocurrió nada. Así que optó por elegir una de las dos direcciones y correr deseando que no hubiese entrado a una boca de metro para perderle la pista.
Corrió por la gran calle esquivando a las personas con las que se cruzaba a duras penas, pero no le importaba, sólo quería encontrarle a como diera lugar.
¿Qué pasaría después de todo esto? No dejaba de preguntarse mientras corría por las calles, sabía muy bien cómo era Taichi con respecto a su hermana y sabía que no iba a perdonar a Yamato tan fácilmente… ¿Cómo iba a ser capaz de vivir con él a partir de entonces?
Tampoco era capaz de quitarse de la cabeza el momento en que vio a Hikari marcharse junto con su novio, no la veía tan afectada por algo desde que se reencontró con Takeru. También sabía lo estrecha que era su relación con Taichi y cuánto seguramente le habrían afectado sus palabras. Se sintió muy mal por no haberla ayudado en su momento, pero en ese instante tenía en mente a otra persona que la necesitaba más.
Paró de repente al final de la calle. Se encontró enfrente de ella con un paso de peatones que la conducía hacia un parque que le era muy conocido, era el lugar donde conoció a Taichi.
Sonrió ante aquel agradable recuerdo y, de pronto, una corazonada le asaltó, ¿y sí estaba allí?
Decidió hacer caso a su intuición y cruzó la calle para adentrarse al lugar mirando a todas partes en busca de algún rastro del chico. Algo le decía que estaba allí y a medida que avanzaba más, sentía que no podía estar más segura.
Decidió hacer caso a su intuición y cruzó la calle para adentrarse al lugar mirando a todas partes en busca de algún rastro del chico. Algo le decía que estaba allí y a medida que avanzaba más, sentía que no podía estar más segura.
Finalmente lo encontró. Estaba sentado en un banco con la mirada perdida y sin haberse percatado de su presencia, estaba sentado de lado con un brazo por detrás y con un gesto de disgusto en el rostro.
Ella se acercó despacio no queriendo molestarle ni disgustarle más y él no se dio cuenta de su presencia hasta que casi estaba a su lado, levantó la cabeza buscando su rostro y preguntó confundido, como si no creyese que ella estuviera allí:
- ¿Mimi?
- Sí…—acertó a decir ella sin saber muy bien qué decirle—estoy aquí.
- ¿Cómo sabías que estaría aquí?— preguntó él confuso.
- La verdad, no lo sé—dijo ella—llegué hasta el final de la calle y pensé que quizá te encontraría aquí… ¡Mira, será que estamos conectados!
Mimi vio que su pequeña gracia no hizo ningún efecto en el chico, que tras oírla bajó la cabeza, totalmente apesadumbrado. Entonces ella dio un largo suspiro y se inclinó hacia él para hablarle claro:
- ¡Taichi, mírame! —al ver que él no estaba muy por la labor, ella misma tomó su mentón entre sus dedos y le obligó a volver la vista hacia donde ella se encontraba para mirarla directamente a los ojos, cuando consiguió su cometido, siguió hablando—quiero que te quede clara una cosa… mira, no me importa con quien estuvieras antes ni con cuántas chicas te hayas acostado antes de conocerme… ¡no me importa! Tampoco me importa que Sora estuviese embarazada de ti…
- Pero…—intentó decir él, pero fue interrumpido de la misma manera con la que lo había hecho con ella.
- ¿Sabes por qué no me importa?—retomó ella su monólogo levantando un poco más la voz para evitar otra posible interrupción—Porque te quiero, Taichi.
Ahora lo único que importa somos tú, yo y lo que tenemos… lo que tuviéramos antes de conocernos es irrelevante porque lo nuestro acaba de empezar y sé que durará durante mucho tiempo…—entonces en ese momento sintió la necesidad de abrirle su corazón totalmente y comenzó a decir—Tai… nunca nadie había hecho todo lo que estás haciendo tú… vas a dejar todo por seguirme hasta Estados Unidos, empezarás de cero en un país lejano al tuyo sólo por hacer que lo nuestro siga adelante… Eres lo mejor que me ha pasado nunca y no quiero que los fantasmas del pasado nos acosen ahora que por fin te tengo junto a mí… Tai, te quiero.
Después de contarle todo lo que sentía por él, se quedó callada mirando su semblante. Sus rasgos se habían suavizado notoriamente, ahora él la miraba intensamente con una ligera sonrisa y notó cómo intentaba retener unas lágrimas que afloraban en sus ojos ante sus palabras, había logrado
emocionarle.
Entonces él extendió su brazo para tomar la mano de Mimi y así poder acercarla más a él. Ella le dejó hacer y terminó sentada sobre sus rodillas y notó cómo sus dos brazos rodeaban su cintura abrazándola con fuerza. Ella le correspondió sintiéndose en ese momento más feliz que nunca, entonces le oyó decir:
- No sé cómo he podido haber vivido sin ti durante tanto tiempo… nada de lo que haga será suficiente hasta que no esté contigo allí… ¡Gracias!
Ambos, tras sus palabras, se quedaron en silencio disfrutando de aquel momento de paz y bienestar que sentían al estar juntos. Ninguno de los dos decía nada porque no había nada que decir y ni querían estropear ese momento tan íntimo.
- Perdóname…—dijo de pronto Taichi decidiéndose al fin a decir algo.
- ¿Por qué? —preguntó ella mirándole confusa.
- Por todo… por irme de allí, por comportarme de la manera que me comporté…—trataba de excusarse el chico bastante avergonzado—estaba tan enfurecido…
- Bueno, no es a mí a la que tienes que pedirle disculpas—dijo ella acariciando su rostro con ternura—si no a tu hermana…
- Pero…—protestó él ligeramente.
- Pero nada, Taichi— le reprochó ella—ella te adora y la manera en que te portaste con ella fue espantosa… ¿Cómo crees que se sentiría ella cuando su querido hermano la llama delante de todo el mundo puta?
Él bajó la mirada ligeramente escondiendo la vergüenza que sentía a los ojos de su novia, ella sabía que él se sentía mal por haberla dicho todo eso, así que decidió darle otro empujón:
- Tai… Hikari ya no es una niña a la que tienes que proteger y cuidar, ella ya es mayor y lo está pasando mal… necesita saber que tú estarás a su lado cuando te necesite sin miedo a que la rechaces…
- Después de todo lo que le he dicho, no creo que quiera volver a saber nada de mí…—contestó él sintiéndose otra vez deprimido.
- Seguro que sí querrá hablar contigo, al fin y al cabo sois hermanos y os queréis, no podrá estar enfadada contigo—al notar la reticencia de Taichi, tomó su mano y la apretó transmitiéndole toda la fuerza posible—yo estaré junto a ti cuando decidas hablar con Hikari y te prometo que no te dejaré solo.
Él entonces le devolvió el apretón y notó que había vuelto a recuperar la confianza en sí mismo y en que todo saldría bien como siempre solía demostrar. Le abrazó con fuerza y ambos se quedaron mirando fijamente al frente sin necesidad de decir nada más.
Hikari sonreía. Después de haber llorado y dejado que pasase el ataque de ansiedad que había sufrido anteriormente, ya no sintió más necesidad de llorar aunque la sensación de amargura no se iba de su cuerpo.
Daisuke se había dado cuenta de ello y había tratado por todos los medios hacerla sonreír aunque sólo fuera por un momento. Se alegró al ver que al menos había logrado sacar de ella una pequeña sonrisa que no resultara amarga. Pero aún así, sabía que eso no era suficiente porque la persona que la había hecho llorar era la persona en la que más confiaba, su hermano mayor.
De pronto, él se dio cuenta de que Hikari ya no le seguía. Se dio la vuelta confuso buscándola con la mirada y la encontró agachada en el suelo con algo entre sus brazos que no alcanzó a ver. Se acercó a ella para ver qué era lo que hacía y lo que encontró le hizo sonreír de una forma amplia. Hikari contemplaba con mucha ternura un pequeño gato que se encontraba entre sus manos y se dejaba acariciar por ella mientras maullaba en busca de alimento.
Él entonces la oyó susurrar al animalito entre dulces palabras:
- ¿Qué haces aquí solito? ¿Tienes hambre?
En respuesta, recibió un débil maullido. Ella lo tomó entonces entre sus brazos y se levantó con él, miró al chico que estaba a su lado y le dijo:
- ¡Pobrecito! Parece que lleva mucho tiempo por aquí solo…
- Parece muy pequeño -se interesó Daisuke mirándole él también- seguramente tenga hambre…
- Eso parece… -dijo ella estudiándolo- a lo mejor si lo llevo a casa y le doy un poco de leche se sentirá mejor…
- Entonces vamos a la mía -puntualizó él está más cerca que la tuya.
No era cierto del todo, pero era mejor que ir a la suya y volverse a encontrar con todo de lo que habían huido. Hikari asintió dándose cuenta de la pequeña trampa del chico y los dos se alejaron de allí con el animal aún maullando ligeramente.
Ya en su casa, se percataron de que allí no había nadie. Daisuke vivía con sus padres y tenía una hermana que se había independizado ya y se había ido a vivir sola, Hikari sospechaba que se había ido a vivir allí para poder estar cerca de Yamato desde que Mimi le había contado los percances que tenían con ella los chicos porque él la había dejado… Pero claramente no le había dicho nada a Daisuke por si acaso estaba metiendo la pata y era otra chica.
Se alegró en cierto modo de no encontrarse con los padres del chico, siempre que iba allí, ellos se deshacían en halagos con su persona y sabía a ciencia cierta que ellos la adoraban y la tenían como la nuera deseada. No tenía ganas de darles la triste noticia de la separación tan pronto.
Daisuke desapareció por la puerta de la cocina dejando a la chica sola en el pasillo, pero ella no esperó y se adelantó a seguirle aún con el gato entre sus brazos. Cuando se reunió con él, ya había sacado la leche y la había dejado sobre la mesa. Hikari dejó libre al animal y éste, ni corto ni perezoso, se lanzó hacia el cuenco de leche haciendo reír a los dos chicos.
Hikari se sentó en una de las sillas más cercana al gato y se quedó contemplándolo con felicidad, haciendo sonreír de forma inconsciente a Daisuke que no era capaz de apartar su mirada de ella. Encontrar a ese gato había sido lo mejor que podía haber pasado para que la chica despejara la mente de todos los problemas que tenía encima…
¡Dios, cómo la quería! Verla ahí sonriendo con ternura a un pequeño gatito y ver cómo se recogía algunos cortos mechones de su cabello por detrás de la oreja le hacía sentirse terriblemente desolado. La quería y en ese momento se daba cuenta de cuánto… por ello, aunque le doliese en el alma, debía dejarla marchar.
Ella entonces se dio la vuelta y lo encontró mirándola de esa manera e incluso fue capaz de atisbar un brillo de amargura en aquellos ojos que tantas veces le habían reflejado todo el amor que sentía por ella. Notó ella misma cómo la desolación se adueñaba de ella otra vez y no pudo evitar levantarse acercándose al chico.
Quería decirle tantas cosas… que lo sentía de verdad, que no quería alejarse de él, que había sido el mejor novio que había tenido en su vida… pero ninguna de aquellas frases salieron de su boca, simplemente bajó la mirada y dijo más para sí misma que para él:
- Será mejor que me vaya… Espero encontrar a mi hermano y poder arreglar todo este embrollo…
- Está bien… -contestó él también deseando poder decir algo mejor, pero miró al gato y añadió- ¿Qué harás con él?
Hikari miró al animal que seguía tomando leche sin percatarse de nada de lo que estaba sucediendo a su alrededor y con cara de lástima dijo:
- No lo sé… me da mucha pena dejarlo en la calle otra vez.
- ¿Por qué no te lo quedas? preguntó Daisuke contento de haber cambiado de conversación Siempre has dicho que te gustan mucho los gatos y que te hubiera gustado siempre tener uno.
- No sé… -dudaba ella volviéndose para mirarlo- ¿Y si no quieren éstas ningún animal en casa?
- ¿Quién podría resistirse a esa cosa tan pequeñita? Seguro que se lo enseñas a ellas e incluso Sora se enamorará de él -dijo él recordando el carácter difícil de Sora sacando una pequeña sonrisa en ella- Y bueno… así al verle podrás recordar que estabas conmigo cuando te lo encontraste, si quieres…
Ella entonces lo miró otra vez sorprendida por sus palabras, vio que la miraba muy seriamente, pero a la vez sus ojos volvían a traicionarle mostrándole todo el dolor que sentía al tener que separarse de ella. Se aproximó a él y le acarició la mejilla sin apartar los ojos de los suyos y dijo de forma firme:
- No necesito nada para acordarme de ti, Daisuke. Has sido muy importante para mí y siempre lo serás… pero tienes razón, creo que me quedaré con el gatito y así cuando le mire veré a aquel maravilloso chico que estuvo conmigo en el momento que le encontré y que siempre estará en mi corazón…
Daisuke sonrió un poco y en sus ojos pudo ver un brillo de las lágrimas que parecían resistirse a perderse por su rostro. Ella también notó cómo los suyos escocían ligeramente al contacto de sus propias lágrimas. Se acercó a él y depositó un dulce beso en sus labios, beso que despertó en ella unas extrañas sensaciones entre felicidad y amargura que no supo muy bien cómo interpretar…
Pero no quiso pararse a pensar más, así que se apartó de él y recogió al gato que ya había terminado el contenido del cuenco y se dirigió hacia la puerta. Pero antes de abrir la puerta de entrada y desaparecer de allí, le volvió a mirar intensamente. Aquello era el adiós y no podía evitarlo, así que sin aguantar más la mirada abrió la puerta y se marchó de allí.
Cuando llegó a la calle, se quedó mirando al frente, contemplando el cielo nublado que se cernía sobre ella amenazando lluvia en cualquier momento, ¿por qué el tiempo parecía ponerse de acuerdo con su estado de ánimo? Así no podía sentirse mejor, ni mucho menos…
Sin darse cuenta, nuevas lágrimas comenzaron a aflorar y a recorrer sus mejillas sin control junto con unas incesantes ganas de romper a llorar que se adueñaban de ella. Deseaba poder estar en ese momento en su habitación sola, dando rienda suelta a sus emociones hasta quedar extasiada de tanta tristeza…
Bajó la mirada para así intentar no sentir más ganas de echarse a llorar y vio que el pequeño gato que tenía entre sus brazos la miraba con curiosidad, como si se preguntara qué le ocurría a aquella pobre chica, ella sonrió ante ese gesto del animal que parecía comprenderla y le dijo:
- ¿Qué te parece si nos vamos a casa? Seguro que va a llover y sé que a los gatos guapos como tú no les gusta mojarse, ¿verdad… Miko?
Recibió un débil maullido en respuesta a la proposición y al nombre con el que le acababa de bautizar la chica y ella tomándolo como un sí, se limpió las lágrimas que aún resbalaban por sus mejillas y empezó a caminar.
Takeru salió de aquella casa casi al rato de que Mimi se hubiese marchado corriendo en busca de Taichi sin decir nada ni a su hermano ni a Sora, que le vieron marcharse también.
Se sentía fatal por todo lo que había ocasionado a Hikari y a su hermano, si al menos hubiera tenido la boca cerrada… Necesitaba encontrar a Hikari, seguramente ella pensaba que la había delatado aposta bajo el efecto del enfado que tenía y en ese momento le odiaría…
Pero ya en la calle, no sabía adónde dirigirse, ¿qué camino habrían tomado? Y estuvo dando vueltas durante bastante rato por el barrio en busca de algún signo de ella y Daisuke.
Se sentó en un banco totalmente desorientado y harto de estar perdiendo el tiempo. Puso sus codos sobre las rodillas y apoyó la cabeza en sus manos para intentar pensar dónde podrían haber ido. Pensó en Hikari y luego pensó en Daisuke, entonces le asaltó una duda que le empezó a carcomer hacía un rato, ¿qué hacían juntos cuando llegaron todos a la casa? ¿No le había dicho que le iba a dejar?
Notó cómo aquella molesta sensación en el estómago que reconocía como celos empezaba a incomodarle y a ponerle nervioso, ¿acaso ella le había vuelto a engañar y en realidad pensaba seguir con Daisuke de todos modos? Se sintió herido tanto por él como por su amigo, le conocía y sabía que no merecía un deprecio como aquel… ni siquiera por su parte. Takeru suspiró pesadamente, recordó el momento en que conoció a Daisuke y él le tendió la mano sin importar que fuera nuevo ni otra cosa. Definitivamente se odiaba a sí mismo más que nunca… ¿cómo se había atrevido a intentar robarle a la novia?
Estaba claro que no podía vivir más tiempo con aquel resquemor hacía sí mismo por lo que había hecho, tenía que hablar con él y sacarse todo lo que le destrozaba por dentro, y si de paso estaba Hikari con él podría de una vez zanjar esos dos asuntos que tantos quebraderos de cabeza le estaban dando… Pero la cuestión era otra, ¿dónde se encontraban? Se obligó a sí mismo a pensar como Hikari o Daisuke imaginando un montón de lugares diferentes donde podrían encontrarse…
De pronto se dio cuenta de que pensando en lugares donde podrían encontrarse no avanzaría mucho en su busca, que lo que debería hacer era pensar en lugares donde estaba claro que podrían uno de los dos volver en algún momento. Primero pensó en la casa de Hikari, pero desechó la idea casi de inmediato, seguramente después de lo que había pasado intentaría abstenerse de pisar por su casa durante toda la tarde… así que automáticamente su mente voló hacia la casa de Daisuke. Sí, definitivamente Daisuke volvería a su casa en algún momento y podría esperarle o incluso encontrárselo allí con ella…
Así que ni corto ni perezoso, se levantó de aquel banco y se encaminó en dirección a la casa de su amigo. Daisuke se encontraba en el salón principal de su casa mirando por la ventana. Vio cómo su ex novia salía de allí, se paraba un momento y parecía hablar con el gatito durante un segundo para luego marcharse y desaparecer tras una esquina para no verla más. Sintió otra vez el escozor propio de las lágrimas y se reprendió a sí mismo por ser tan débil, ¿acaso no sólo era una chica más y había muchas en el mundo, como solían decir sus amigos? Se rió de forma sarcástica en su interior, ella no era una chica más, era la chica que se había adueñado de su vida y de su corazón para luego arrancarle las dos cosas y llevárselas con ella…
Sentía unos inmensos deseos de echarse a llorar, pero no quería. Él había decidido dejarla marchar y ya no tenía caso lamentar algo que en realidad nunca fue suyo. Porque siempre lo supo, siempre supo que Hikari nunca le quiso de la misma manera que él y que ella albergaba sentimientos por otra persona aunque nunca se lo dijera…
Siempre se decía que los hombres en temas sentimentales no se daban cuenta de las pequeñas cosas y que no sabían interpretar las señales que se les dejaba en el aire, pero él sabía que eso no era cierto, se daban cuenta de ello pero otra cosa era que dieran indicios de ello.
Desde que ella decidió aceptar ser su novia, vio que intentaba corresponderle con el mismo amor que él le profesaba, pero notaba cierta lejanía siempre aunque intentase pasarla por alto y también una frialdad que desde fuera sería imperceptible, pero para él que tenía que vivirla la recibía como si fuesen puños de hielo en el pecho… Sabía que ella sufría por algo que él no era capaz de alcanzar a entender y eso le llenaba de remordimientos y frustración…
Por ello intentó a toda costa ser comprensivo con ella y ganarse su confianza para que le contase todo aquello que le atormentaba, pero aún así nada… Pensó de pronto en Takeru. Parecía que su amigo tenía algo que ver con eso por la forma de actuar que ambos solían tener cuando estaban juntos…
¿Acaso…? acertó a preguntarse para inmediatamente descartar la idea con un leve movimiento de negación con la cabeza. Takeru era su amigo y los amigos no hacen esas cosas…
Aunque no pudo evitar fruncir el ceño ante la duda que le asaltaba su comportamiento con ella… Siempre parecía que la repelía y eso era algo que aún así no le olía demasiado bien… Recordó que ambos le habían dicho que se conocían del instituto porque sus hermanos eran amigos, ¿acaso pasó algo entre ellos que él nunca supo?
De pronto, el sonido del portero automático le sacó de sus cavilaciones y confuso, fue a ver quién era porque no esperaba a nadie en ese momento. Descolgó el telefonillo y se sorprendió de ver a través de la cámara a su amigo Takeru mirando fijamente a la pantalla. Intrigado por su visita inesperada, preguntó:
- ¿Takeru?
- ¿Daisuke? -empezó a hablar Takeru- ¿Está Hikari contigo?
Daisuke frunció el cejo ante la pregunta, ¿para qué buscaría a Hikari? La idea de que algo tenía que ver él en todo este embrollo comenzaba a tomar posición en él y dijo aún más desconfiado que antes:
- Se ha marchado hace un momento… ¿Para qué la quieres?
Takeru pareció dudar, pero no tardó en volver a mirar a la pantalla del portero y dijo:
- Daisuke, necesito hablar contigo… ¿Puedo subir?
- ¿De qué quieres hablarme? -preguntó entonces cada vez más mosqueado.
- De algo muy importante que necesito decirte porque si no te lo digo, creo que voy a explotar… ¡Por favor, déjame entrar!
Daisuke entonces le abrió sin decir nada. En un principio, pensó en no dejarle pasar y bajar él mismo a hablar con él, pero al ver la cara de desesperación que el chico llevaba no pudo resistirlo y decidió abrirle la puerta.
Cuando oyó desde el pasillo el sonido del ascensor al abrirse las puertas corrió a abrir muerto de nervios, ¿qué era lo que tenía que contarle? ¿Sería algo sobre Hikari? No podía esperar y antes de que Takeru pudiera pulsar el timbre, él ya había abierto la puerta encontrándose con el rubio con el dedo en alto dispuesto a pulsarlo.
En otra ocasión, ambos hubieran encontrado graciosa esa situación, pero nadie estaba para reírse en ese momento. Takeru retorcía las manos, nervioso en espera de que su amigo le permitiese la entrada. Daisuke se dio cuenta y se apartó de la puerta para hacerle sitio para adentrarse en el lugar. Ambos chicos caminaron hacia el salón y se quedaron de pie en medio de la sala sin atreverse a dar el primer paso, fue entonces Daisuke el que intentó romper el hielo:
- ¿Quieres tomar algo?
- No, gracias -rechazó el rubio incómodo. Necesitaba terminar con todo aquello cuanto antes- Daisuke, necesito contarte algo de lo que no me siento muy orgulloso… es sobre Hikari.
Daisuke abrió mucho los ojos antes escuchar el nombre de su ex novia. Temía lo que fuera a decir, pero aún así invitó a su amigo a sentarse en el sofá y acto seguido le secundó dispuesto a escuchar cualquier cosa que tuviera que contarle… De todas formas, Hikari ya no era su novia, ya más no podría afectarle…
Entonces Takeru esperó a que él se sentase para comenzar a contarle. Al principio no sabía muy bien como comenzar, pero poco a poco comenzó a contarle la relación que él y Hikari habían tenido antes en el instituto, toda la consecución de malos entendidos que los había distanciado hasta el punto de odiarse, aquel año que él había estado en Francia y no había sido incapaz de olvidarla, el reencuentro tan incómodo que habían tenido cuando él volvió, descubrir que era la novia de su nuevo mejor amigo y todos aquellos besos que tuvo con ella junto con su declaración de amor no correspondida por ella…
Daisuke le escuchaba intentando no mostrar ninguna emoción, se sentía engañado, estúpido y traicionado. Pero por otra parte, el hecho de que Hikari le rechazase y luego no intentase seguir con él como si no hubiese pasado nada le tranquilizaba y en cierto modo le hacía sentirse mucho mejor, por lo menos algo había significado para ella todos aquellos meses juntos…
Cuando Takeru terminó de hablar, evitaba mirarle por temor a encontrarse con una mirada dura que le hiciese sentirse más miserable de lo que ya se sentía. Al verlo así, Daisuke sentía que se enternecía. Al fin y al cabo era su amigo y habían vivido muchos buenos momentos juntos:
- ¿Tú la quieres? -preguntó directamente sin andarse con más rodeos.
Takeru, en lugar de parecer molesto o sorprendido por la pregunta, parecía meditar la pregunta de forma silenciosa, finalmente se aclaró la garganta y comenzó a decir:
- Sí la quiero, pero la verdad es que me he dado cuenta de otra cosa que me hace tener que apartarme de ella sin remedio.
- ¿Ah, sí? -preguntó Daisuke ahora totalmente interesado en lo que acababa de decir- ¿Qué cosa?
- Que Hikari y yo tuvimos la oportunidad de estar juntos hace mucho tiempo… pero que ese tiempo lo echamos a perder y ya no hay vuelta atrás. Ella ya no siente lo mismo por mí aunque yo sí lo siga sintiendo. Ella quiere a otra persona.
- ¿A quién? -preguntó Daisuke aún más confundido.
- ¿A quién va a ser? -dijo Takeru creyendo que su amigo era bobo- A ti, ¿o es que no lo has visto?
- Takeru…me ha dejado justo hoy, así no creo que me quiera a mí -contestó Daisuke deprimiéndose otra vez.
- Puede que te haya dejado… pero yo antes lo vi. Ella en el momento que más necesitó ayuda fue a ti a quien recurrió y, aunque me dolió, pude ver en vosotros a una pareja que realmente se quería… Ella necesita tiempo para darse cuenta porque seguramente ni sepa lo que siente ni por ti ni por mí, pero yo te aseguro que cuando lo sepa, te elegirá a ti comenzó Takeru a explicarle sintiendo cómo se deprimía más aún.
Daisuke le miraba como si estuviera desvariando, ¿Hikari enamorada de él? Eso sí que no lo veía, pero aún así no pudo evitar que la esperanza encendiera en su corazón una pequeña luz ante esa extraña idea de que Hikari volviera y volvió a sonreír de forma bobalicona.
- ¡Ojalá sea cierto! -dijo él simplemente volviendo al mundo real.
- Seguro que sí -dijo Takeru dándole una palmadita en la espalda ¿me perdonarás? No volveré a meterme entre Hikari y tú.
- Ni lo dudes -contestó Daisuke ¿somos amigos no?
Y ambos se dieron un cálido abrazo dejando por fin atrás todos los secretos y desconfianzas que había habido entre ellos.
Ya las nubes aparecían no ser capaces de retener por más tiempo las primeras gotas de lluvia cuando Hikari se acercaba hacia su casa, ella volvió a mirar al cielo molesta por su mala suerte y protegió al gato con su abrigo para evitar que se mojara apresurando su paso.
Cruzó las dos calles restantes que le quedaban para llegar a la suya y cuando por fin vio su edificio en la lejanía, la lluvia tomó fuerza y empezó a llover mucho más seguido empapándola, tenía que llegar a su casa pero ya. Oía al gato maullar por la incomodidad de la carrera dentro de su abrigo y se maldijo a sí misma por haber salido de casa sin ningún bolso donde poder dejar que se metiera el animal…
Por fin vio su casa más cerca, pero algo la hizo pararse en seco. Vio a su hermano enfrente suya caminando hacia su dirección sin haberse percatado él de a quien tenía delante. Ella entonces de quedó parada en medio de la acera esperando a que él se diera la vuelta y diera con su presencia, cosa que no tardó en suceder.
Taichi dejó de mirar al suelo el cual parecía haber adquirido más relevancia para él y posó su mirada al frente encontrándose de lleno con su hermana pequeña que le esperaba al pie de la acera muy seria. Él paró en seco no muy lejos de ella clavando su mirada en la de ella, que también hacía lo mismo.
Pero de repente, ambos sonrieron y corrieron el uno hacia el otro, Taichi abrazando con cariño a su hermana y ella apoyando su cabeza en su hombro mientras las lágrimas volvían a apoderarse de ella por tercera vez en el día. Oyó entonces hablar a su hermano en su oreja que también parecía sollozar:
- ¡Perdóname, Hikari! He sido un imbécil, contigo… ¡Perdóname!
- Tranquilo, ni-chan… no ha pasado nada -contestó ella notando cómo tanto su cuerpo como el de su hermano se relajaban.
Entonces Taichi se apartó de ella mientras eliminaba con sus dedos cualquier pequeño rastro de lágrimas que pudiera haber tenido en sus ojos. Ella se echó a reír por ese acto, su hermano siempre tratando de no parecer débil ni sentimental…
- Sí pasa, Hikari… He dicho unas cosas horribles y no quiero que vuelva a ocurrir… -decía él bastante nervioso.
- Taichi, de verdad… no importa trató de relajarle como podía reconozco que me dolió mucho que me dijeras todas aquellas cosas, pero también sé que era Yamato de quién estamos hablando… Por ello, no importa, ya lo hemos hablado y por mi parte ya está olvidado… Te quiero demasiado para que una cosa así nos separe…
Antes esas palabras, él sonrió complacido y volvió a abrazarla besándola en el pelo, pero de pronto un maullido le hizo reaccionar y se apartó de su hermana para comprobar que el ruido provenía de debajo de su abrigo. Ella le miró sonriendo y dijo:
- Vamos a mi portal y te enseño lo que me he encontrado, que está lloviendo un montón.
Él asintió y ambos echaron a correr al interior del portal. Tras cerrar la puerta, ella sacó de debajo de su abrigo al pequeño gato que a diferencia de ellos dos él estaba relativamente seco. Al verlo, el semblante de Taichi cambió y se apresuró a tomarlo entre sus manos y echándose a reír preguntó:
- ¿De dónde lo has sacado?
-Me lo encontré en la calle -le explicó Hikari mientras acariciaba el mentón del animal que la recibió entre ronroneos- estaba muy hambriento y tuvimos que ir a casa de Daisuke a darle de comer y no pude resistirme a quedármelo… ¿Tú crees que a Mimi y Sora les importará que lo tenga en casa?
- No lo creo… a Mimi le encantan los animales y Sora a pesar de ser como es, no puede resistirse a un animalito que la mire con estos ojos tan grandes - contestó él sin apartar la mirada del gato y sonriéndole como si se tratase de un niño pequeño- y si no lo quieren, me lo quedo yo.
- De eso nada -protestó ella arrebatándole el gato de entre las manos ante su mirada atónita- además, ¿no era Koushiro alérgico al pelo de los animales? Pues te aguantas y si quieres ver a Miko te vienes a la mía.
-¿Le has llamado Miko? -preguntó Taichi extrañado, y ante el asentimiento de su hermana, dijo- menudo nombre…
-¡Déjame en paz! -contestó ella bufando molesta- yo le encontré, yo lo llamo como quiera.
Taichi se echó a reír y volvió a coger al gatito de las manos de su hermana para acariciarle. Ella le miró y se preguntó qué habría pasado cuando ella se marchó y si habría hecho las paces con Yamato como las había hecho con ella. Taichi se había dado cuenta de que le estaba observando y preguntó intrigado:
- ¿Qué estás mirando?
- No, nada -se apresuró a contestar ella- me estaba preguntando si habías hablado con Yamato durante todo este tiempo que he estado fuera…
Al oír el nombre de Yamato, notó como su hermano fruncía el ceño molesto y dejó de acariciar al gato, para mirarla directamente a ella y dijo:
- Cuando te fuiste, yo también me fui y cuando Mimi y yo volvimos ya no había nadie en la casa, así que no le he visto.
- ¿Adónde fuiste? -preguntó Hikari.
- Verás… cuando tú te fuiste Sora me echó la bronca por lo que había pasado y dijo algo que no debía y me marché de allí.
- ¿Qué cosa? -preguntó ella que cada vez entendía menos.
- Bueno… hace unos días me enteré de que yo iba a ser el padre del hijo que Sora estaba esperando y no me había atrevido a decírselo a Mimi por miedo a perderla… y entonces Sora lo soltó sin más… - dijo él finalmente.
Hikari se quedó callada ante tal revelación, al final resultaba que ese niño iba a ser de Taichi, pero aún así se sintió mal por él, ¿cómo podía haber dicho algo así tan a la ligera? Taichi y Mimi recién acaban de empezar a salir y cosas como esas podían distanciarlos para siempre… Pero parecía que Taichi le había leído el pensamiento y se apresuró a decir:
- Pero no te preocupes, porque Mimi y yo ya hablamos no pasa nada.
- Me alegro… -dijo ella bastante más aliviada- ¿Y qué harás con Yamato? ¿Le perdonarás?
- No lo sé… -contestó él resoplando cansado- ha estado ocultándome durante años que se acostaba con mi hermana… no sé si eso se puede olvidar tan fácilmente…
- Habla con él -le aconsejó ella- seguro que con todo esto ni le has dejado pedirte disculpas ni excusarse…
- Ya, supongo -dijo él, aunque no parecía muy convencido- pero ahora no quiero saber nada de nadie, estoy harto… ¿Quieres que nos vayamos nosotros dos solos a cenar a casa de nuestros padres y nos olvidamos de todo?
- ¿Y Mimi? -preguntó ella entre risas.
- Me dijo que tenía que estudiar… por eso me he ido, estuve esperando a que vinieras, pero como no venías, decidí marcharme- le explicó él.
- Bueno, pues entonces vámonos tú y yo por ahí, aunque llueva… y nos llevamos al minino con nosotros -contestó ella finalmente.
Se cogió del brazo de su hermano y los dos salieron de allí con el gato aún en las manos de Taichi echando a correr a toda velocidad taxi que en ese momento pasaba por allí libre para marcharse en dirección a Odaiba.