Posted by : Unknown viernes, 6 de febrero de 2015






Capitulo 34: Hanami

Los días calurosos parecían finalmente establecerse alejando aquel invierno especialmente frío y lluvioso. Pero aún así, hacía demasiado calor para la época del año en la que se encontraban.

Mimi, sin embargo, estaba muy contenta. Por fin el sol lideraba aquel cielo azul sin rastro de ninguna nube que le pudiese hacer sombra y sus cálidos rayos bañaban todo el lugar aumentando las temperaturas.

Acababa de salir de su última clase antes de irse a comer. MIyako estaba junto a ella y sonreía al sentir también cómo la calidez de los rayos solares rozaban su piel de aquella forma tan agradable. Levantó los brazos al aire animada y dijo:

- ¡Por fin hace calor! ¡Qué alegría!

- La verdad es que tenía muchas ganas de este clima- dijo Mimi dándole la razón.

Las dos contemplaron el lugar mucho más contentas que antes y comenzaron el camino en dirección a sus respectivas casas. La gente parecía también animada por el cambio de tiempo y había mucha más que de costumbre rehusando de usar el transporte público para aprovechar la suerte de la temperatura.

Ambas chicas se alejaron de las facultades adentrándose por las calles charlando tranquilamente. La brisa proveniente del mar era una sensación muy agradable y no tenían ningún deseo de llegar a casa muy pronto:

- Yolei- llamó de pronto a su amiga que caminaba a su lado- ¿Por qué no cambiamos la ruta y rodeamos por el parque Ueno? Hace tan bueno...

- De acuerdo- contestó MIyako- seguro que todos los árboles de sakura están en flor. Ya es época...

- ¡Ay, que maravilla!- exclamó Mimi de repente ilusionada- ¡Vamos a verlos! Siempre he querido estar en Japón en el momento de los árboles de cerezo en flor. ¡Qué típico!

- Toda una turista...- simplemente dijo Miyako antes de cambiar la dirección.

En poco tiempo llegaron a la altura del parque Ueno y fueron recibidas por largos paseos llenos de árboles de cerezo en flor que daban una imagen rosada y sobrecargada, pero realmente impresionante. Mimi se quedó atónita ante tal explosión de colores y sin pensarlo, sacó del bolso su teléfono móvil para inmortalizar aquella estampa primaveral tan peculiar. Después se quedó mirando la instantánea y empezó a dar saltitos de emoción mientras tiraba del brazo de su amiga mientras decía:

- ¡Vamos a pasear por aquí! ¡Es precioso!

Miyako persiguió a su amiga por el camino lleno de pétalos de flor mientras ésta seguía caminando dando vueltas sobre sí misma, dejando que los pétalos que caían de los árboles movidos por el viento cayesen sobre ella. Pero no le importaba. Aquel aroma embriagador a flor y esa brisa agradable que la mecía a su paso era tan agradable que se quedaría así para siempre.

De pronto, dejó de bailar y dar saltos entre las flores. Vio de lejos a dos personas que le sonaban de algo. Sin acordarse de su amiga, fue hacia su dirección intentando reconocer a aquellas dos figuras lejanas. Eran Hikari y Daisuke. Hikari también la había visto. Soltó la mano de su novio y corrió hacia su compañera de piso sonriente. Cuando se encontraron, Hikari abrazó a la chica
con cariño y dijo:

- ¡Hola Mimi! ¿Qué haces aquí?

- Quería aprovechar el buen día que hacía y le dije a Yolei que viniésemos por aquí... ¡Está todo precioso! ¿No crees?

- ¡Sí!- contestó la chica mirando las flores cayendo a su alrededor- nosotros siempre venimos por aquí al salir de clase... Ha sido un poco tardío este año, pienso. Seguro que la gente vendrá este fin de semana por el Hanami.

- ¡Es verdad, el Hanami!- dijo de pronto Miyako acercándose por fin a las dos chicas- ¡Hola Hikari!

- ¡Hola Miyako!- la saludó Hikari, se dio la vuelta al encontrar a su novio detrás y añadió- él es mi novio Daisuke. Dai, ella es Miyako, amiga de Mimi.

Ambos se saludaron. Mientras Mimi intentaba recordar lo que estaban hablando y de repente se estremeció y dijo:

- ¡Ah, hanami! Ver flores.

- - contestó Miyako riéndose- así es la traducción.

- Ya lo sabía- dijo Mimi sintiéndose ofendida- sólo que no recordaba qué era.

- Podríamos venir este fin de semana- dijo Hikari de repente- se lo voy a comentar a Sora también. Y que se apunten los chicos también- de pronto miró a su chico y sonriendo preguntó- ¿Tú también vienes, verdad?

- Por supuesto- contestó él abrazándola por detrás

- Me parece buena idea- dijo Mimi ilusionada- siempre he querido ver algo así...

- Pero si no sabías lo que era. No seas mentirosa- intervino Miyako riéndose de su amiga.

Mimi la miró mal. Por supuesto que sabía lo que era, conocía más de las costumbres japonesas que cualquiera de sus amigos japoneses. De eso podía estar segura. Aunque no lo dijo abiertamente, claro estaba.

Hikari, de pronto, miró a las dos chicas mientras discutían y una sonrisa se colocó en sus labios. Acto seguido, preguntó:

- Miyako, ¿te apuntas? Vamos a ser bastantes personas y llevaremos alcohol...

Ambas se quedaron mirándola. Mimi casi se llevó las manos a la cabeza por la indignación. ¿Acaso aquel espectáculo tan maravilloso sólo era un motivo para ponerse a beber en la calle? Sin embargo Miyako, al verse invitada, sonrió con complicidad al plan y dijo:

- Por supuesto que me apunto.

- Bien- contestó Hikari sonriendo- se lo comentaré a todos. No hace falta que te pregunte si vienes, ¿no, Mimi?

- Yo voy, pero no pienso perderme el Hanami bebiendo- contestó ella indignada.

- Ya, eso dices siempre cuando se trata de beber...- contestó Hikari dejándolo caer.

- Nos vamos para casa, Hikari- dijo Mimi ignorando lo último que había dicho- ¿Vienes?

- No, Daisuke y yo nos vamos a comer juntos- contestó ella tomando la mano de su novio- luego voy a casa.

Se despidieron y los cuatro tomaron caminos diferentes. Miyako parecía contenta por la invitación y no dejaba de hacer comentarios con respecto a lo que se solía hacer esos días. Mimi la miraba sin decir nada. Sólo la escuchaba y acababa de darse cuenta que Hikari la había invitado por otro motivo más allá de la buena relación que las dos tenían. Ese motivo era que Koushiro también estaría.

Mimi se mordía el labio pensativa mientras escuchaba de fondo a su amiga hablar de algo que ya no le estaba prestando atención. Desde que había intercedido por los dos hacía unas semanas, había hecho todo lo posible por conseguir algún acercamiento entre Miyako y Koushiro. Pero se había hecho imposible.

Parecía que había conseguido lo contrario a lo que se proponía y ambos se habían alejado más. Miyako, días antes, le había anunciado que se había apuntado a un seminario de la facultad que coincidía con los días en que Koushiro rondaba su club de informática... Era del todo sospechoso, junto con el hecho de que Koushiro antes de venir a visitarlas, siempre preguntaba quién estaba en la casa...

Sospechoso e irritante, en verdad. Por ello, aplaudió en su interior la iniciativa de Hikari invitándola. Así Miyako no sospecharía de la treta que estaba empezando a urdir para que Koushiro también aceptara . Ya no le importaba si la intención de Hikari había sido la de juntarles o no, gracias a ella podía continuar con sus planes de celestina...

- ¿De qué te ríes?- oyó de pronto a Miyako a su lado que la miraba fijamente.

- De nada... Me acabo de acordar de algo que me dijo Taichi...- dijo ella intentando parecer tranquila, pero no consiguiendo que la sonrisa de malicia desapareciera de su rostro. Pero, por suerte, Miyako no se dio cuenta de lo que estaba pensando.

Unas horas después, Hikari volvió a la casa, encontrándose con la americana y Sora sentadas en el sofá jugando con la Play Station que les habían dejado los chicos durante toda la semana. Hikari vio a las dos chicas totalmente entregadas al juego haciendo exagerados movimientos con los mandos de un lado a otro mientras gritaban cosas sin sentido:

- ¡Sora, aparta!- gritaba Mimi de pie sobre el sofá con todo el pelo en la cara- no pienso permitir que me eches de la carretera. ¡Te voy a ganar!

- Ni lo sueñes, yanqui- decía Sora con un cigarro en la boca y una sonrisa de suficiencia en el rostro- esta partida la tengo más que ganada.

Hikari se quedó en la puerta del salón mirándolas impresionada. De Sora no le sorprendía, ya que la había visto jugando hasta altas horas de la noche sin inmutarse por nada, pero de Mimi no se lo esperaba. El día que su hermano y Yamato habían traído la consola para pasar la tarde con ellas, la americana había dicho que no le interesaban esas cosas y se había marchado a su habitación. 

Pero ahora se encontraba jugando de aquella forma agresiva tan poco propia de ella y desconcertaba a Hikari... Seguramente Sora la habría retado. Pero pronto, el coche rosa de Mimi fue estrellado por el coche rojo de Sora dejando que este último llegase a la meta rodeado de los gritos de victoria de Sora y los abucheos por parte de la americana que se quejaba enormemente mientras arrojaba sus mandos al sofá. Era el momento de hacer acto de presencia:

- ¿Qué? ¿Os divertís?

Las dos se dieron la vuelta para sonreír a la recién llegada. Sora se acercó a su compañera americana y le pasó un brazo por encima de los hombros para acercarla a su cuerpo mientras decía:

- La americana es una pringada. De cinco partidas que hemos jugado no ha ganado ni una vez.

- Eso no es cierto- contestó Mimi defendiéndose- si no me estuvieras arrojando contra el muro, te hubiera ganado.

Sora se rió con sorna ante lo que había dicho y revolvió el pelo de su compañera mientras ella forcejeaba molesta. Hikari se rió y se unió a ellas en el sofá.

- Sora- comenzó a decir Hikari- este fin de semana queremos ir al parque Ueno a lo del Hanami, ¿qué te parece?

- ¿Hanami?- preguntó Sora- de acuerdo. ¿Iremos donde todos los años? ¿Quiénes vamos?

- Pues todos- decía Hikari.

- Vale. Entonces vamos pensando qué nos vamos a llevar de alcohol- dijo Sora mientras hacía una lista mental.

Mimi las miraba impresionada una vez más. ¿También Sora? Pensaba que al tener a una madre experta en ikebana y flores sentiría un poco de respeto por la tradición. Fue algo que le hizo saber de inmediato:

- ¡Pero Sora! ¿Tú también? ¿No sientes algo de emoción por Hanami que no sea ir de botellón?

Ante esas preguntas, sólo recibió una mirada cómplice entre sus compañeras y unas repentinas carcajadas dominaron la estancia dejándola aún más perpleja. Cuando finalmente, ambas dejaron de reírse, Sora dijo:

- Sí siento emoción, pero es que he estado en esta fiesta desde pequeña con mis padres y ya he perdido el interés por ello. Si podemos hacerlo acompañados de alcohol y risas mejor, ¿no?

Después de decir esto, dio otra calada a su cigarro dando fin al argumento que acababa de dar. Mimi se quedó mirando un momento a su compañera quedándose pasmada sin dejar de seguir el rastro del humo que provenía del cigarro. Sin pensarlo un momento, se acercó a su compañera y le quitó el cigarro de la boca apagándolo en el cenicero ante la mirada atónita de la chica que no tardó en decir:

- ¡Eh! ¿Qué haces?

- Creo recordar que habíamos quedado en que cuando fumases estarías en la ventana y yo no la veo abierta.- contestó ella señalando la ventana para apoyar su teoría.

Sora entonces miró a la ventana como si fuera algo en lo que nunca había reparado y luego se echó a reír, siendo secundada por sus dos compañeras encontrando graciosa la situación. Sora entonces se dio la vuelta, cara a sus compañeras:

- ¿Entonces, Hanami este fin de semana? Compraré ron para mí, como todos los años.

Y así fue finalmente. El primer sábado de abril se presentaron en su casa por la noche los chicos y Miyako. Taichi y Miyako se llevaban muy bien desde que había empezado a salir con Mimi y después de que su novia le hubiese contado lo que tenía en mente, decidió aliarse con ella y hacer todo lo posible porque fuera posible la unión entre sus dos amigos. Por lo que Yamato y él convencieron a Koushiro, después de haberle agotado psicológicamente y se ofrecieron a ir a buscar a Miyako a su casa con el coche para llegar juntos a buscar a las chicas.

Cuando llegaron, entraron sin preguntar ni nada y fueron acomodándose en el sofá mientras esperaban. Yamato había entrado junto a Miyako mientras le contaba anécdotas y cómo había sido una gran casualidad de que uno de sus compañeros de banda había ido al colegio con ella. La chica sonreía de forma tonta y no apartaba la mirada del chico rubio:

- Así que Akira fue tu compañero de clase- comentaba Yamato- ya se lo comentaré...

- Dile que a ver si algún día se digna a visitarme- decía la chica totalmente obnubilada por el chico- o yo misma puedo ir a veros actuar...

Así se los encontró Mimi, sentados en el sofá y le dio la risa. Por mucho que a su amiga le interesase Koushiro siempre sería la misma chica enormemente interesada por el sexo masculino. Y la verdad es que no tenía mal gusto. En ese momento se alegraba de que Sora estuviera en la cocina y no viera aquel panorama.

Se fijó en que Koushiro se había apoderado del ordenador de Hikari como siempre que llegaba a la casa y fingía que le interesaba lo que estaba haciendo. Sabía que fingía porque le había pillado en más de una ocasión mirar de reojo a la pareja del sofá con ceño fruncido... Aquello iba a ser realmente divertido.

Al momento aparecieron por la puerta Hikari y Daisuke cargados de bolsas y Sora reapareció de la cocina con una mochila llena de cosas. Al ver las bolsas que acababan de traer, preguntó:

- ¿Qué habéis comprado?

- Mucho alcohol- contestó Hikari entre risas- Y obentos preparados del supermercado de la esquina. ¿Ya está todo listo?

- Sí- contestó Sora- ya nos podemos ir.

Todos se levantaron en dirección a la puerta. Mimi corrió a su novio y le saludó con cariño siendo rápidamente correspondida por éste. Una vez se separaron, él le enseño las bolsas que llevaba y dijo:

- Te he comprado cerveza. Porque sé que es lo que te sienta mal y no me apetece tener que cargar contigo a casa.

- ¿Quién te dijo que voy a beber?- preguntó Mimi- yo estoy más interesada por la cultura de tu país que por emborracharme como una idiota.

- Eso dijo Koushiro el año pasado y acabo peor que todos- contestó él, de pronto recordó algo y añadió- por cierto, tendremos que alejar a Miyako de Yamato. Porque no veo que él tenga mucho interés en ella y tampoco creo que a Sora le esté haciendo mucha gracia.

Mimi miró en la dirección que le indicaba Taichi y se sorprendió con ver a su amiga intentando entablar más conversación con el rubio y éste la escuchaba hasta donde le permitía la educación. Decidió intervenir:

- Yolei, ven que tenemos que contarte una cosa.

Ella la miró molesta por la interrupción, pero caminó en su dirección. Taichi, por su parte, había logrado que Koushiro quedase a su altura sin que él se diese cuenta de lo que pretendía. Miyako sí que se dio cuenta, pero cuando pudo haber puesto los pies en polvorosa, ya era demasiado tarde. Mimi la había tomado del brazo y la había acercado a ella impidiendo cualquier intento de huida.

- ¡Venid con nosotros!- empezó a decir Taichi con una sonrisita- dejad que las parejitas intimen un poco antes de que lleguemos al parque Ueno.

- ¿Y vosotros?- preguntó Koushiro- también sois pareja.

- Pero somos personas solidarias con aquellos solteros que tienen que soportar ser los sujetavelas de sus amigos- dijo Mimi soltando la directa como una bomba- además Tai y yo ya pasamos demasiado tiempo solos...

- Sí y además que tengo unas dudas informáticas que tenía que preguntaros- añadió Taichi intentando aguantar la risa ante lo que acababa de decir su novia- ¿Seguís yendo al mismo club de informática?

- Sí, bueno antes...- dijo Miyako sintiéndose abochornada de repente- yo tengo otras cosas que hacer y ya no puedo ir...

- Bueno no importa- dijo Taichi de repente- tengo problemas con el audio de mi ordenador portátil y me gustaría saber a qué se debe...

- Podías habérmelo dicho- dijo Koushiro- te lo miro mañana, si eso.

- Eh...- dijo Taichi al quedarse sin argumento- no... es que prefiero arreglarlo yo. Tengo que aprender a resolver mis propios problemas, ¿no? Sólo necesito que me digas que puede ser...

Continuaron hablando de ese tema que había logrado sacar Taichi mientras trataban de que los dos estuvieran más cerca uno del otro. Todo eso lo veían detrás de ellos Yamato, Sora, Hikari y Daisuke, que contemplaban la escena realmente interesados. Sora le dio un golpe en el brazo a su novio y preguntó:

- ¿Se puede saber qué ocurre?

- Taichi y Mimi están tratando de juntar a Koushiro con Miyako porque no son capaces de hacerlo por su cuenta- le explicó simplemente Yamato sin apartar la mirada.

- Si le gusta Koushiro, ¿qué hacía tan pegada a ti? Tú no te pareces a él, que yo sepa...- dijo Sora frunciendo el ceño ligeramente.

- No seas celosa, ya sabes que a mí me gustan pelirrojas- contestó él dándole un beso, mientras recibía aspavientos por parte de la chica provocando la risa de todos.

Cuando llegaron cerca del parque Ueno, se encontraron con mucha más gente que se agolpaban en grupos a la misma dirección que ellos. Mimi se quedó boquiabierta al ver a tantas personas juntas y tomó del brazo a Taichi mientras decía impresionada:

- ¿De dónde ha salido tanta gente?

- A esto viene mucha gente- le explicó él- sobre todo por la noche. Es mucho más divertido estar aquí bebiendo de noche sin que te vea la policía...

Ella asintió, ya resignada a no poder disfrutar de las vistas de los cerezos sin tener que soportar a borrachos alrededor. Se dejó por llevar por el grupo ante la marea de personas que entraban y salían del lugar sin soltar el brazo del chico por miedo a perderse.

Le costaba caminar entre tantas piernas alrededor de ella. Temía tropezar y caerse para ser posteriormente aplastada por la marea humana. Se agarró más de su novio y con la otra mano tomó a su amiga para que no se perdiera. Sólo deseaba por salir a un lugar donde poder respirar...

Por suerte, llegó un momento en el que se habían adentrado lo suficiente y por fin la multitud se dispersó permitiendo que el grupo pudiera volver a unirse en un mejor lugar. Mimi miraba alrededor fascinaba. Había mucha gente alrededor de ella sentada en grupos y montones de atracciones y ferias para divertirles. A su alrededor cientos de cerezos en flor iluminados de forma más artificial daban un aspecto más  fantasmagórico... Era algo increíble.

De pronto, Taichi la tomó de la mano y le dijo:

- ¡Ven! Quiero mostrarte algo impresionante.

Ella asintió y lo siguió mientras trataban de esquivar a los grupos sentados en medio del camino y ella observaba todo a su alrededor.

De pronto, ambos pararon y la imagen con la que se encontró hizo que abriera los ojos de par en par. Era simplemente una maravilla. Se encontró con un enorme templo rodeado de todos aquellos árboles en flor iluminados por luces de colores. El espectáculo era de postal sin duda. Todo le parecía tan hermoso y a la vez exótico que no era capaz de articular palabra. Ese era el Japón auténtico.

- ¡Dios mío!- dijo ella de repente- es... único.

- Ya me había dado cuenta de que lo que realmente querías tú era algo como esto, así que pensé que esto sería lo más bonito que podría enseñarte- le explicó él- esto es Yozakura, que es como el hanami pero por la noche...

- Me encanta, en serio- contestó ella abrazándose al cuerpo del chico con ternura.

Se quedó mirando las vistas en silencio junto a él, oyendo cómo el viendo mecía las ramas de los árboles mientras a su espalda la gente reía y daba voces. Notó de pronto cómo Taichi pasaba el brazo alrededor de su cintura y decía más para sí mismo que para ella:

- Si todo sale bien, este será el último Hanami que podré disfrutar...

Ella se dio la vuelta para mirarle. Era cierto. Si todo salía como lo habían planeado ya no podría disfrutar de ninguna fiesta japonesa al estar en Estados Unidos. Vio que contemplaba al lugar con un deje de nostalgia, seguramente recordaba años anteriores en los que era pequeño y había presenciado aquello con su familia o con sus amigos. Le tomó de la mano obligándole a mirarle a los ojos y dijo seria:

- Me aseguraré de que el año que viene tengas tu hanami en Nueva York. Y te prometo que será el mejor de tu vida.

- No lo pongo en duda- dijo él sonriendo mientras besaba sus labios con afecto siendo rápidamente correspondido por ella.

Después de contemplar durante unos instantes más aquella visión tan romántica, volvieron donde habían dejado al resto del grupo. Se los encontraron sentados en el suelo sobre una enorme manta que Hikari había insistido en coger con una gran cantidad de alcohol sobre ella y distintos envases de comida desperdigados. Se unieron de ellos y Mimi les mostró orgullosa las fotos que había sacado del templo:

- Mirad lo que os habéis perdido por quedaros aquí bebiendo.

- ¿Sólo habéis ido a ver eso?- preguntó Sora mientras abría una de las botellas- creíamos que estabais haciendo otras cosas.

Ambos sólo se rieron y se sentaron en el suelo junto a ellos. Entre risas comenzaron a abrir todo lo que habían traído y a sacarse fotos de mil maneras. A lo lejos se escuchaba música que habían puesto un grupo un poco más alejados de ellos y risas. Había muy buen ambiente.

- Bueno- dijo Sora de repente- ¡vamos a beber! Me he traído unos dados. Quien saque con los dos dados un diez tiene que beber de este enorme vasoenseñó un vaso grande y de bastante diámetro- pero quien logre sacar un cuatro con los dos dados tiene que decirle a otro que beba hasta lo que quiera. Y si alguno saca con los dos dados un seis le manda a otro que haga algo.

- ¡Ya sé cuál es este juego!- dijo Yamato de repente- pero las reglas no eran así, que yo recuerde.

- Cuando jugábamos mis amigos y yo era así- contestó ella- ¿Y cómo era para ti?

- De otra forma, pero yo prefiero que se quede así, porque tampoco lo recuerdo mucho- contestó él dejándole vía libre.

- Yo no voy a jugar- dijo Mimi simplemente.

- Ya lo creo que vas a jugar- dijo Sora mirándola de forma maliciosa- si no ya verás como vuelvo a fumar en casa.

Mimi la miró disgustada. Sabía que sería capaz de hacer algo así, por lo que no le quedó más remedio que asentir y unirse a los demás en torno a Sora, que ya se había colocado entre todos para tirar.

Tiró los dados en medio de todos y ambos formaron un cuatro con un uno y un tres en cada uno. Sora sonrió sin tapujos. Le tocaba a ella decir quien bebía y no se hizo esperar. Miró a su compañera americana y dijo:

- Voy a empezar contigo, señorita americana. ¡Mimi, bebes!

La americana frunció el ceño y después de que Sora llenase el vaso hasta casi rebasarlo, se lo entregó y comenzó a beberlo siendo alentada por todos sus amigos al unísono para que lo bebiera de un solo trago. Cosa que no fue capaz de hacer, claramente. Aún no estaba acostumbrada y necesitaba más tiempo para beber todo aquello.

Cuando finalmente lo terminó, fue aplaudida por todos sus amigos mientras ella trataba de aguantar las ganas de vomitar en cualquier momento. Demasiado alcohol había pasado por su garganta. Miró a Sora que sonreía triunfal y ella también sonrió para sus adentros. Ya le tocaría a ella un cuatro o un seis y podría vengarse.

Mientras, el juego continuó y comenzó a notarse cómo todos iban bebiendo copas de más, porque ya apenas eran capaces de tirar al lado correcto los dados o se inventaban los números que les daban. Sora y Mimi no dejaban de mandarse beber la una a la otra o lanzarse órdenes absurdas con tal de no
quedar la una por debajo de la otra. Parecía una batalla entre ellas dos y así parecía que se lo habían tomado.

Pero mientras las dos chicas se lanzaban puyas la una a la otra sin prestar atención a nada más, Hikari observaba el panorama en silencio. Se sentía un poco mareada por unas cuantas que habían bebido ya, por lo que se sintió lo suficientemente envalentonada para cuando vio que sus dados formaban el maravilloso seis de la orden, decir lo siguiente:

- La orden es para Miyako. Quiero que le des un pico a Koushiro.

De pronto se quedaron todos callados al oírlo. Mimi de pronto dejó su pequeña pelea con Sora para darse cuenta de que se había olvidado por completo de sus amigos. Todos miraron en dirección a los dos aludidos que no sabían dónde meterse. Miyako miraba incrédula a Hikari y trató de negarse balbuceando incoherencias:

- ¡Eso no es justo! Nadie ha hecho nada de eso... aún

- Bueno...- empezó Hikari ensanchando más su sonrisa- Mimi ha tenido que jugar coaccionada por Sora y ella no quería. Todos los que hemos aceptado sin rechistar sabíamos a qué estábamos jugando.

- ¡Exacto!- dijo Mimi enardecida apuntando a sus amigos con el dedo- ¡No hay excusas! ¡Queremos beso!

- ¡Relájate anda!- intervino de pronto Taichi tomando a su novia por la cintura y volviendo a ponerla en su sitio- No tenéis excusa.

Todos empezaron a corear la palabra beso a coro, tan alto que incluso las personas que estaban por allí cerca habían vuelto la cabeza intrigados por lo que estaba ocurriendo. Miyako miró al chico, él la miraba a ella y se le notaba realmente nervioso. Al oír al resto corear alrededor suspiró por la putada en la que la habían metido. Aunque al fin y al cabo... ¿no era lo que había querido hacer desde que se había dado cuenta de lo que sentía por él? Finalmente, se acercó más a él y acortó los pocos centímetros que le quedaban para finalmente juntar sus labios con los de él en un corto beso que no terminó de dejarla satisfecha.

Cuando se separó de él, se oyó de fondo la ovación del resto que empezaron a dar gritos de aprobación. Pero ella no lo escuchaba. Miraba al chico que tenía enfrente de ella que trataba de rehuirle la mirada, ligeramente sonrojado. Ella también notó cómo el calor invadía su rostro y seguramente también estaría sonrojada y se sentía abochornada.

No quería que hubiera sido así la primera vez que probara sus labios, pero tuvo que resignarse. Ahora lo que debía solucionar eran esas extrañas ganas que tenía de volver a besarle, pero de una forma mucho más profunda. Pero no tuvo la suerte de poder volver a probarlo. Otra vez el juego volvió a centrarse en las ya ebrias Sora y Mimi que ya incluso empezaban a hacer trampas para que les tocara el número que querían para obligarse la una a la otra a beber mucho más.

Ya nadie intentaba detenerlas. Resultaba realmente divertido ver a las dos comportarse de esa manera y llegó un momento en que las dejaron solas jugando mientras todos ellos se habían puesto a hablar de otras cosas. Miyako miró la hora y contempló impresionada de que eran casi las tres de la mañana. Vio que mucha gente ya se había marchado y que pronto vendría la policía para despejar el lugar para que se fuesen. Tenía que marcharse ya.

- ¡Es muy tarde! Tengo que marcharme ya.

- ¡Vaya!- dijo Taichi de pronto- nosotros te llevaríamos, pero sólo mira como están estas dos- señaló a a las dos compañeras cada vez más ebrias y añadió- si eso te pueden acompañar Daisuke y Hikari.

- Nosotros nos vamos ahora con unos amigos- dijo Daisuke.

- ¡Eso!- corroboró Hikari- nos están esperando a la salida de aquí. Pero puedes venir con nosotros si quieres.

- No...- dijo Miyako mirando la hora- es tarde y mañana tengo que ayudar a mis padres. Me iré a casa, no os preocupéis por mí. No vivo muy lejos de aquí.

- Koushiro puede acompañarte- dijo Yamato con una sonrisa de oreja a oreja- nosotros nos tenemos que llevar a estas dos a rastras, así que no creo que prefieras llevarte a Sora o a Mimi en nuestro lugar, ¿no?

Koushiro se quedó mirando a su amigo pensando que era el mayor que cabrón que había conocido en su vida. Yamato a su lado le dio unas palmaditas en la espalda a modo de apoyo. No le quedó otro remedio que aceptar.

- Esta bien. Ya te acompaño yo- dijo él finalmente.

Ambos se alejaron de allí. Cuando se perdieron de vista, se quedaron mirándose para luego echarse a reír a carcajadas.

- Más le vale aprovechar la oportunidad que le hemos puesto en bandeja, porque si no le mato- dijo Yamato riéndose.

- Pues sí- contestó Taichi- mañana le pedimos el informe completo. Ahora será mejor que nos llevemos a las señoritas. Porque ya no queda nada para beber y son capaces de beberse el lago...

Se acercaron a ellas y las ayudaron a levantarse. Sora caminaba mucho mejor, pero Mimi trastabillaba y no dejaba de aferrarse al cuello de su novio para evitar perder el equilibrio. Éste la tomó de la cintura como buenamente podía y le decía mientras:

- Ya te vale. Dijiste que a ti lo único que te interesaba era ver los cerezos en flor y ahora estás más borracha que una cuba...

- Es culpa de Sora...- trataba de decir la americana intentando no balbucear- yo... yo no quería beber, pero ella me obliga... y no podía quedar así...

- Sí, lo que tú digas- contestó él divertido por la escena- luego no te quejes cuando nos burlemos de ti porque no eres capaz de parar de beber y luego tienes más resaca que los demás.

Recogieron lo que faltaba y se encaminaron a la salida del parque por dónde habían venido sorteando personas y bolsas de basura que habían dejado por allí. Una vez que llegaron a la salida, Daisuke y Hikari saludaron a un grupo que se encontraba esperando al otro lado de la carretera. Antes de irse Hikari
dijo:

- ¿Queréis que me vaya con vosotros? Para ayudaros y eso.

- No hace falta- contestó su hermano- Marchaos de fiesta y no te preocupes.

- De acuerdo. Pues nos vamos- dijo Hikari.

Se despidieron los dos de todos y cruzaron la carretera para unirse con sus amigos. Entonces se perdieron por la primera calle que tenían delante. Los demás siguieron el camino en dirección a la casa de las chicas, ya dando por terminada la noche por ese día.

Por otro lado, Miyako y Koushiro ya estaban cerca de la residencia de la chica. Ninguno de los dos habían hablado en todo el trayecto. Se miraban de cuando en cuando pero al momento volvía a torcer la vista para otro lado avergonzados, incapaces de decirse nada bueno. 

Ella se sentía incómoda a su lado y deseaba que el camino terminase cuanto antes. No sabía por qué había deseado volver a besarle ni estar a su lado. Era una tontería. Nunca podría conseguir que Koushiro se fijase en ella, por mucho que Mimi lo afirmase. No era lo suficientemente buena para un genio, tendría que ser mucho más de lo que era para que él pudiera levantar la cabeza aunque sólo fuera un palmo para mirarla.

Veía al chico, que miraba muy interesado la pared del edificio que estaba al lado contrario de ella y sentía que se deprimía por momentos. Ojalá se hubiera puesto a beber como una loca como Mimi y así por lo menos no sentirse tan mal esa dichosa noche.

Para su alegría, llegaron a su portal. Se quedaron los dos mirándose el uno al otro sin saber qué decir. Miyako lo miraba sin poder hacer nada más. Era fácil, pensaba ella, sólo tenía que decirle adiós, agradecerle el haberla acompañado a su casa y entrar en el portal. Pero por algún motivo desconocido no podía hacer nada lo que tenía pensado. Simplemente se mantuvo allí quieta mirándole como si esperara que pasase algo.

Pero nada pasó. Ninguno de los dos era capaz de hacer ni decir nada. Miyako de pronto, pareció darse cuenta de que no podía quedarse allí más tiempo y simplemente dijo:

- Bueno... gracias por acompañarme. Adiós..

Iba a marcharse, o por lo menos se había dado la vuelta haciendo el amago de dirigirse al portal. Pero no pudo moverse de allí, se vio de pronto sujeta por el brazo y se dio la vuelta para ver qué era lo que ocurría. Koushiro no la había dejado marcharse, él había cogido del brazo y la había acercado más a él.

Fue algo repentino y no supo que hacer, pero pronto sus labios estaban juntos a los del chico en un corto y superficial beso.

Cuando se separaron, él estaba sonrojado y no era capaz de levantar la cabeza otra vez. Trató de decir algo, pero sólo le salían ligeros balbuceos:

- Lo siento... No he podido evitarlo... No... no quiero que hables con Yamato y... no sé... quería besarte otra vez. No entiendo qué me pasa.

Ella le escuchó mientras trataba de explicarse. No le dio tiempo a decir nada más y lo acercó a ella para besarle de forma más intensa. Al principio sólo ella trataba de besarle introduciendo su lengua en su boca, pero luego comenzó a ser correspondida de forma más torpe por el chico. Pasó sus brazos por encima de sus hombros para acercarlo más a ella y al ver que él no hacía realmente nada, bajó sus brazos hasta alcanzar sus manos y juntarlas dándole un ligero apretón.

Cuando se separaron ambos estaban sonrojados y se sonreían de forma boba. Miyako se colocó un mechón de pelo por detrás de la oreja mientras trataba de volver a decir algo coherente:

- Bueno... tengo que subir. ¡Adiós!

- ¡Espera!- dijo él de repente, pero al darse ella la vuelta, se quedó tartamudo- yo... ¿te volveré a ver el lunes?

Ella le miró, sonrió y dijo antes de marcharse:

- El lunes estaré allí- y después entró en la casa dejándole allí en la calle.

Taichi y Mimi por fin llegaron a casa de ésta última. Yamato y Sora se habían marchado en el coche de él a casa de los chicos, como habían planeado desde un primero momento.

La pareja llegó más relajada a la casa porque parecía que el viento le había hecho bien a la chica e iba mucho menos borracha y caminaba sin necesidad de ser llevada por su novio.

Entraron en el salón y mientras Taichi trataba de cerrar la puerta, la chica decidió que ese era el mejor momento para toquetear al chico, que ya no era capaz ni de cerrar bien la puerta:

- ¡Ey para! Así no voy a poder cerrar la puerta y mañana Sora nos matará si entran a robar...- decía él mientras trataba de aguantarse.

- Es que quiero tocarte Tai- decía ella en su oído- quiero estar contigo ahora mismo. Llevo ya casi dos días sin verte y eso no puede ser.

- Bien- dijo él sin esperar más- ya está cerrada. ¿Qué era lo que me estabas diciendo?

Acercó su rostro al de la chica y comenzó a besarla con intensidad mientras ella se adelantaba a los acontecimientos y comenzaba de despojarle de su cazadora y a perder sus manos por debajo de su camiseta y él pasaba sus manos por la cintura de ella para acercarla más.

- T-Tai... ¿Puedes esperar un momento? Es que... tengo la habitación hecha un desastre y... quiero ponerme un poco más cómoda...

Él se apartó mientras sonreía y tras darle un corto beso en los labios dijo:

- Entonces te espero aquí... voy a mirar unas cosas en el ordenador.

Ella asintió y se perdió por la casa mientras él tomaba el ordenador de su novia. Lo abrió y descubrió que lo tenía encendido. Pensó que quizá era mejor porque así no perdía tiempo hasta que volviera. Desbloqueó el ordenador y comenzó a buscar lo que quería por Internet, cuando de repente se abrió la ventana de Skype que se le había quedado abierto con una conversación pendiente. No quería mirar lo que era pero no pudo evitar posar los ojos y asombrarse al leer el nombre de Michael.

- ¿Michael?- se dijo a sí mismo- ¿no se llamaba así su ex novio?

Intrigado, entonces pulsó la conversación y, aunque en un principio no pensaba leer nada, no pudo evitar leer y sintió cómo con cada palabra que leía se enfadada más y más. Simplemente no podía creerle lo que estaba leyendo:

"Mira Mimi: Siento mucho lo que ha pasado, de veras. Pero yo te quiero mucho y me importas de verdad, cuando me dijiste el otro día que querías estar conmigo para siempre, de verdad que me ilusioné mucho y ahora me duele que estemos así, porque de verdad te quiero. Por favor, perdóname. 

¿Qué te parece?"

En ese momento, apareció Mimi por la puerta sonriendo y diciendo cosas que no llegó a oír. Se levantó del sofá y la miró. Mimi entonces comprendió que algo no iba bien y preguntó:

- ¿Te ocurre algo?

- Sí, pasa esto- dijo él de repente cogiendo el ordenador y mostrándoselo en la cara.

Ella lo leyó y dijo:

- ¿Esto? No es nada, puedo explicártelo...

- ¿Qué tienes que explicarme? Creo que ha quedado demasiado claro- dijo él enfadado- ¿Con que has vuelto con él? ¿Cuándo pensabas decírmelo? ¿Cuándo vieras que no iba a tener la beca y marcharte a Estados Unidos para estar con él como si yo no hubiera existido?

- ¿Qué dices? Esto no tiene nada que ver contigo ni conmigo. Déjame que te lo explique, por favor...- trataba de decir ella agobiándose

- No hay nada que explicar. Sólo volviste conmigo para no estar aquí sola y luego cuando te vayas no quede nada. ¡Todo lo de que confiabas en mí y demás era mentira! ¡Sabía que en el fondo nunca renunciaste a él!

Ella de pronto le empujó enfadada y logró dejarlo sentado en el sofá. Se acercó a él y le dijo gritando:

- ¡Escúchame! Eso no tiene nada que ver conmigo. Sólo es que Michael y mi amiga Stacey han discutido y están a punto de romper y me estaba preguntando que si esa era una buena manera de conseguir que le perdonase. ¡Nada más!

Él entonces trató de levantarse. Pero aún así no estaba conforme y notaba cómo los celos le invadían sin ser capaz de pensar racionalmente:

- ¿Y por qué tiene que preguntártelo a ti? ¿No hay más personas en el mundo?

- Fui su novia- contestó ella- es normal que me lo pregunte, tenemos confianza...

- Demasiada confianza diría yo, ¿no? ¿Sabes que te digo? ¡No me lo creo! Si piensas volver con él, por mí no hay problema. ¡Puedes volver con él cuando quieras!

- ¡Mira!- dijo ella y repentinamente comenzó a pegarle- No tengo por qué aguantar esto, Taichi. Si tú no confías en mí, no hay nada que hacer y si aún vas a seguir echándome en cara lo que ocurrió en Navidad no pienso seguir aguantándote. ¡No quiero volver a verte más! ¡Hemos terminado!

- ¡Está bien!- dijo él levantándose y tomando sus cosas- Pues así no tengo que esforzarme más en marcharme a ningún lado. ¡Me quedaré aquí y no necesito estar contigo!¡Adiós!

Tras decir eso, cerró la puerta dando un portazo, después todo quedó en silencio. Mimi dejó el ordenador en la mesa y se dejó caer en el suelo rompiendo a llorar de forma amarga. Acababa de romper con su Taichi y no entendía por qué razón. Pero en mucho tiempo no se había sentido tan mal como en ese momento.

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