Posted by : Unknown viernes, 6 de febrero de 2015






Capitulo 32: Celestina

Marzo había llegado y, con él, los primeros signos de una primavera temprana y especialmente húmeda. Llovía con bastante frecuencia provocando que las temperaturas ascendieran a una temperatura agradable y hasta podría decirse cálida.

Mimi al menos se alegraba de que no hiciera frío. Con tanta lluvia siempre terminaba con los pies empapados y como no hacía excesivo frío, no temía coger un resfriado.

Unos cuantos gritos la sacaron de sus pensamientos sobre el clima especialmente húmedo de Japón y volvió su atención hacia delante donde en ese momento se llevaba a cabo un partido de fútbol.

Se encontraba en el pabellón de la Universidad sentada junto a Yagami Susumu, padre de su novio. Ambos habían acudido a ese entrenamiento a un simple cometido. Comenzar con la grabación que tenían que mandar a Estados Unidos con sus mejores técnicas deportivas.

Para ello, habían necesitado a otra persona para que les ayudase. La primera posibilidad había sido Sora, ya que ella había jugado con él toda la vida y era la que mejor conocía todos sus movimientos. Pero ella no podía porque había decidido involucrarse con el negocio de su madre en un intento de volver a recuperar el tiempo perdido con ella y se pasaba las mañanas que no trabajaba ayudándola en la tienda. Así que tuvieron que buscar a otra persona. 

Para sorpresa de todos, se presentó voluntaria la persona que menos se esperaban que lo hiciese. Ese era Daisuke, el exnovio de Hikari. Mimi no pensaba que, después de aquel altercado con Hikari, fuera a ser él el que quisiese ayudar a su novio. Pero se encontró con la sorpresa de que no sólo se había prestado voluntario, sino que le había pedido a Taichi que por favor fuera él quien le ayudase.

Sabía que Taichi se habría sorprendido mucho por ello, pero no habría puesto objeción alguna a su petición. En cierto modo, su novio no hubiera sido capaz de negarle nada al chico después de haber visto cómo defendía a su hermana delante de todos. Pero aún así, Daisuke había dejado claro que,
aunque aquella vez había dicho que no quería ni siquiera volver a entrar en el equipo, seguía idolatrando a Taichi.

Y allí estaban los dos, haciendo gala de su mejor juego e incluso parecían haberse olvidado de que estaban siendo grabados por el padre de Taichi. Mimi pudo ver que los dos chicos se complementaban bien y, a pesar de que su novio era superior al exnovio de Hikari, sabía que Daisuke no tardaría en ser tan bueno como él. Por algo siempre había idolatrado tanto a Taichi…

Susumu parecía entretenido con la cámara y caminaba de un lado a otro sin perderse ningún movimiento que hacía su hijo y le veía sonreír de cuando en cuando bastante satisfecho con su trabajo. Ella se echó a reír. No sabía quién estaba más ilusionado, si padre o hijo.

Tanto uno como otro le hablaban constantemente de ese tema. Taichi la había sorprendido enormemente y parecía dispuesto a sacar el curso como fuera. Lo había descubierto en varias ocasiones estresado y más nervioso de lo habitual con varios libros enormes en cada brazo. Pero a la vez lo veía entusiasmado con lo que estudiaba y pudo notarlo en una ocasión.

Recordó un día que lo vio diciéndole a Yamato, una de las veces que había estado en su casa, múltiples razones por las cuales deberían haber obligado a su casero a firmar un contrato y comenzó a soltar un montón de palabrería que lo estaba dejando confundido:

- Y es que es una vergüenza que nos tenga así- decía él totalmente enardecido- ¡Somos completamente idiotas y ahora sin contrato puede mandarnos a volar cuando le dé la gana!

- ¿Por qué me dices eso ahora?- preguntaba Yamato llevándose la mano a la cabeza como si toda su charla le estuviera provocando una profunda migraña- Llevamos aquí mucho tiempo, ¿por qué razón iba a echarnos?

- ¿Y por qué no podría hacerlo?- le contestaba él- imagínate que le da de repente y nos echa o nos cobra lo que le da la gana… ¿Cómo demostramos nada? Somos idiotas y deberíamos exigirle un contrato.

Yamato resopló harto de todo lo que le estaba diciendo y se sentó en el sofá junto a Mimi que les miraba divertida y éste dijo:

- No entiendo por qué tuviste que alentarle a seguir estudiando esa carrera, ahora no se calla y cree que sabe más que nadie de leyes.

- Porque con suerte, si apruebo te libraras de mí para siempre, ¿no te parece una buena opción, Yamato?- contestó Taichi sentándose al lado de su novia mirando sonriente a su amigo que parecía pensar en ello como una buena opción.

Mimi sonrió ante ese último recuerdo. Taichi parecía haber redescubierto su carrera al haberla cogido con más motivación y con un objetivo mejor que el de ser obligado por su padre. Al final el tiempo parecía darle la razón a Susumu con respecto a la vocación de su hijo.

Pero Taichi no era el único que estaba contento. Yagami Susumu también lo estaba. Había decidido involucrarse en el objetivo de Taichi y pasaban mucho más tiempo juntos. Él mismo le había comentado a Mimi en las gradas, mientras esperaban a los dos chicos para que empezaran, lo contento que se sentía con todo ese cambio:

- Si te digo la verdad, no tenía esperanza con él- decía Susumu sin mirarla directamente perdido en sus recuerdos- como apenas tenía tiempo para estar con mis hijos, no he tenido la oportunidad de conocerlos mejor. Taichi y yo hemos tenido algunos problemas porque no quería saber nada de lo que yo le recomendaba… La verdad es que ya lo daba por perdido, pero mírale ahora. Está contento y tiene ganas de hacer algo con su futuro y todo te lo debemos a ti.

Ella se había sonrojado ligeramente ante aquellas últimas palabras. Farfulló algo que sonó a que no era para tanto y trató de no hablar más del tema. Pero él, que parecía haberse dado cuenta de su incomodidad, la miró y dijo:

- Por favor, Mimi. No te quites los méritos que son tuyos. De verdad es que todo esto es gracias a ti. Si no te hubiera conocido nunca hubiera tenido la necesidad de seguirte hasta Estados Unidos y entonces seguiría igual de perdido que siempre. Y ahora no sólo está ilusionado, sino que además le gusta lo que hace y sé que va a conseguir esa beca.

- Yo también sé que lo conseguirá- dijo Mimi sonriente mientras saludaba a su chico que acababa de entrar- en Estados Unidos buscan los mejores deportistas del resto del mundo y él entra en esa categoría…

En verdad que ella pensaba eso. No sabía mucho de fútbol porque no era algo que se llevase en su país, pero podía identificar a alguien que valía cuando lo veía.

Cuando terminaron, ella dejó de pensar en todo aquello y decidió seguir al padre de Taichi afuera después de que él le diera una señal de que ya se marchaban. En un par de pasos se puso a su altura y, dándole una cordial sonrisa, abandonaron las gradas.

Los dos chicos se reunieron con ellos al momento. Iban riéndose y comentándose temas que sólo ellos parecían comprender de forma muy cómplice, como si nada hubiera pasado entre ellos y sostuvieran una duradera amistad.

Taichi de pronto vio a su chica esperando junto a su padre y corrió hacia ella para abrazarla pletórico y lleno de energía. Ella lo recibió sorprendida por el arranque y le correspondió de forma torpe, aún poco acostumbrada a la hiperactividad de chico:

- ¿No crees que he estado genial? ¿Tendré posibilidades?

- ¡Calma que me vas a tirar, Taichi!- decía ella mientras se reía- Ha sido impresionante. Seguro que te los metes en el bolsillo…

- ¡Es cierto!- dijo el padre del chico que observaba divertido la escena- ya hemos visto que te has esforzado.

Él se separó de su novia y sonrió a su padre cuando este le estaba mostrando el video. Daisuke también se acercó a verlo y ambos empezaron a reírse de cualquier movimiento que hacían en la grabación. Mimi los veía así y se extrañaba cada vez más por su forma de actuar. ¿Desde cuándo se llevaban esos dos tan bien?

- Los dos estáis muy bien- comentaba Susumu- a ver si ahora en lugar de concederte la beca a ti, se la conceden a Daisuke…

- Lo dudo- se apresuró a contestar el aludido al notar cómo Taichi fruncía el ceño por el comentario- Él es mucho mejor que yo sin duda.

- Era broma- dijo Susumu riéndose de la expresión de su hijo- no es necesario que te molestes, Taichi.

- Ya claro- contestó éste-cuando me concedan la beca hablamos de quién se la merecía…

Su padre se echó a reír y le dio a Taichi un par de palmadas amistosas en la espalda para que dejara de refunfuñar, pero éste se negaba provocando las risas de los allí presentes al encontrarle profundamente cómico.

Hikari observaba la calle sentada sobre sus rodillas en el sofá a través de la ventana. Veía coches y otros vehículos pasar de un lado y otro de la carretera formando un pequeño atasco a la salida de la avenida. Personas anónimas caminaban por las aceras indiferentes a su escrutinio y los árboles se agitaban con fuerza por el viento que parecía haberse levantado, característico del mes de marzo. Observaba todo a su alrededor, pero no parecía importarle lo más mínimo.

Dio un corto suspiro y se apartó de la ventana para volver a posicionarse en el sofá de lado mirando la televisión sin prestar atención a lo que estaba viendo. Ni se había molestado en ponerse otra ropa que no fuera el pijama ni en ir en todo el día a clase. Simplemente lo consideraba inútil.

Habían pasado varios días desde que Daisuke y ella lo habían dejado, pero ella sentía que habían pasado varios meses desde aquello. Le echaba de menos, más de lo que hubiera imaginado nunca y no se había dado cuenta de lo que él significaba para ella hasta que lo perdió.

Su mente no paraba de darle vueltas al asunto y se perdía sin ser capaz de evitarlo en todos los recuerdos de su relación. Todo le recordaba a él y no podía evitar pasar por todos los lugares que le traían más recuerdos de él para volver a perderse en ellos. Sentía que acabaría volviéndose loca de un momento a otro.

Vio de pronto que Miko entraba en el salón y se acercaba a ella para lamerle los dedos de su mano derecha que colgaba del sofá sin intención de mover. Ella sonrió. Siempre había oído a personas que tenían mascotas que los animales eran muy empáticos con los sentimientos de sus dueños, ahora ella también lo corroboraba.

Acarició el lomo del gato como agradecimiento a aquel gesto y este ronroneó encantado por el contacto haciéndose un ovillo a su lado. ¡Qué vida tan plena y satisfactoria tenía aquel animal que por un pequeño toque ya era feliz! Cómo le envidiaba…

Resignada a que ese gesto del animal fuera el único que recibiría en el día, tomó su teléfono móvil y empezó a releer por enésima vez mensajes antiguos que le había mandado su ex novio sonriéndose a sí misma por los recuerdos que estos le daban y lamentaba no haberlos disfrutado cuando pudo hacerlo…

Recordó que el otro día le había visto. No fue casualidad. Ella misma había buscado aquel encuentro, simplemente necesitaba verle otra vez. Había ido a la puerta de su facultad y a una distancia prudencial para que él no la viese le vio salir rodeado de sus amigos. Como sabía, él no se había percatado de su presencia y caminaba despreocupado bromeando con sus compañeros mirando a una dirección distinta a ella.

Parecía que le iba bien. No pudo evitar sentirse un poco decepcionada por ello. Él estaba otra vez bien, conociendo a otras personas y volviendo a ser feliz mientras que ella parecía haberse quedado atrás sin ser capaz de seguir adelante y atrapada en sus recuerdos. Ojala pudiera sentirse como lo veía a él…

Finalmente, le vio torcer la esquina aún oyéndole de lejos discutir con un amigo suyo sobre algo que no lograba captar. Se sonrió a sí misma por aquel acto, tan propio de Daisuke discutir a gritos cuando creía tener razón… ¡Cuánto extrañaba sus discusiones a grito pelado! Pero simplemente pudo suspirar apenada y se dio la vuelta en la dirección contraria al chico mientras intentaba retener como podía las lágrimas que luchaban por salir de sus ojos.

Ahora en la soledad y seguridad de su casa, se permitió a sí misma liberar aquellas lágrimas que ya ardían en sus ojos deseando ser libres. Sentía un nudo en el estómago que no era capaz de deshacer por mucho que tragase y tenía la necesidad de sentirse aún más miserable de lo que ya de por sí se sentía. Tomó su teléfono móvil y, sin pensárselo dos veces, decidió pulsar al botón que comenzaría a reproducir la canción más triste y de desamor que tenía en toda la lista de reproducción… ¡Cuan estúpido y masoquista podía resultar el ser humano!

De pronto, un molesto y escandaloso sonido proveniente de la puerta de entrada la sacó de su embelesamiento. Hikari torció el gesto realmente molesta. ¿Quién se atrevía a perturbar su tarde de autocompasión? Al notar que la persona que se encontraba al otro lado de la puerta persistía en su intención de ser invitada a entrar, tuvo que levantarse a ver quien era.

Fue hacia la puerta de forma rápida dispuesta a despachar deprisa a quien fuera y volver a su anterior estado en el sofá. Pero al otro lado de la puerta no se encontró a nadie indeseable, en su lugar estaba Inoue Miyako, la mejor amiga de Mimi, con la que había hecho muy buenas migas.

Ella estaba allí sonriéndola y no pudo evitar dejar que una ligera sonrisa aflorara y sus ojos cansados de llorar se abrieran un poco más por la sorpresa de la visita. La chica entonces dio un paso al frente y dijo:

- ¡Hola Hikari! Mimi me contó lo que te había pasado con tu novio y bueno… venía a ver como estabas.
 
Hikari vio a la chica que parecía sentirse un poco incómoda por el hecho de ir a visitarla y movía el pie derecho con nerviosismo esperando que ella le dejase pasar. Sonrió ligeramente. 

La verdad es que la visita de aquella chica le vendría bien para despejar su mente y pensar en otra cosa que no fuera Daisuke:

- ¡Gracias por venir a verme! Pasa sin problemas, esta es tu casa.

Miyako sonrió y levantó una bolsa que tenía en la mano diciendo entre risas:

- Cada vez que sufro algún tipo de desamor o también alguna decepción de algún amor platónico cuando era adolescente, este siempre es el remedio.

- ¡Oh!- exclamó Hikari mirando el interior de las bolsas- Películas de parodias americanas y mucho chocolate. Creo que me gusta la idea.

- ¿Verdad que sí?- dijo Miyako sonriendo- ¿entramos?

Hikari asintió y dejó pasar a la chica al interior cerrando la puerta detrás de ellas entre risas.
Mimi se reía al recordar donde había mandado a su amiga Yolei. Recordó que cuando le había expuesto su intención de ayudarla a conquistar a su amigo Koushiro, ésta se cerró en banda y le dijo que ni se le ocurriera porque se moriría de la vergüenza y no volvería a poder mirarle a la cara.

Pero esa excusa a la norteamericana no le servía y se sentía dispuesta a unir a sus dos torpes amigos como diera lugar. A ambos los conocía lo suficiente para saber que ella cuando estaba muy nerviosa se trababa y comenzaba a decir un montón de incoherencias que la conducían a situaciones muy embarazosas y a múltiples meteduras de pata y él era un chico superdotado en temas intelectuales pero totalmente negado para temas sociales, tanto que su inocencia le impedía comprender cuándo uno de sus amigos estaba bromeando o tomándole en serio.

Sonrió analizando a sus dos amigos al darse cuenta de que realmente hacían la mejor pareja del mundo. Tanto sus semejanzas como sus diferencias les complementaban de tal manera que no entendía cómo no había podido darse cuenta de que ellos estaban hechos el uno para el otro.

Por ello decidió hacer algo. Sabía que ellos dos por sí solos no serían capaces de decirse nada y que, por mucho que su amiga insistiese en que no quería que le dijese nada, en el fondo le estaba implorando que lo hiciera.

Con esos pensamientos, finalmente se encontró frente al portal de la casa de los chicos. Se las había arreglado junto con su novio para mantener alejado a Yamato de la casa durante toda la tarde y para tener a Miyako ocupada pasando la tarde con Hikari con la idea de que estaba animando a la chica tras su ruptura con Daisuke. Sabía que Miyako no podría negarse a ayudar a cualquier persona del mundo que estuviese en apuros y acudiría a ver a Hikari al primer momento en que ella se lo sugiriese de manera desinteresada.

Tenía que hablar con Koushiro de manera que de una vez se enterase de lo que ocurría a su alrededor y no le convenía para ello tener a ningún Yamato dando vueltas por la casa molestando, ni constantes llamadas de Miyako desesperada con que no siguiera hablando. Sin pensar más en nadie, pulsó el botón del portero automático en espera de respuesta.

Al momento, oyó la voz de su amigo que rápidamente mostró lo sorprendido que parecía al descubrir que se trataba de ella:

- ¿Eres Mimi?- oyó que preguntaba.

- Sí, soy yo Izzy. Necesito tu ayuda. ¡Ábreme!

Sin esperar ningún respuesta por parte del chico, oyó el sonido de la puerta al ser abierta y se internó en el interior del edificio en dirección a los ascensores.

Cuando llegó a la planta elegida, se encontró con que la puerta de entrada a la vivienda se encontraba abierta de par en par. Supuso que el chico había dejado la puerta abierta y habría vuelto a cualquier actividad de tipo informática en la que estuviese ocupado. No falló en sus cavilaciones.

Entró cerrando la puerta detrás de sí mientras saludaba para demostrar su presencia y se encaminó hacia el salón donde había oído a su amigo murmurar algo que no había llegado a entender. Lo encontró sentado en el suelo rodeado de cables y totalmente afanado en descomponer en su integridad un aparato que ella no sabía quí era, pero parecía algo de suma importancia.

- ¿Puedo pasar, Izzy?- preguntó ella sin atreverse a pasar al salón por miedo a pisar algo y estropear su trabajo.

- Sí, pasa- dijo él sin levantar la cabeza de su cometido de desatornillar- dame un segundo que terminó de desmontar esto y ya estoy contigo.

- Como quieras- contestó ella internándose en la sala y sentándose en el sofá procurando molestarle lo menos posible.

El chico terminó de desatornillar la parte de aquel aparato tan extraño y lo dejó finalmente descompuesto y separado por partes dejándolo aún más irreconocible de lo que estaba cuando ella llegó. Después, se levantó y miró a la chica por primera vez desde que había entrado mientras preguntaba:

- ¿En qué puedo ayudarte?

- Nada, es sobre los billetes a Nueva York en junio- dijo ella- ya sé que aún es marzo, pero mis padres piensan que quizá haya una buena oferta en estos meses que pueda aprovechar y ya sabes que yo con estas cosas de compras por Internet no me aclaro…

- Sí, salen muy buenas ofertas en esta época para el verano- contestó Koushiro- ¿Quieres que miremos ahora por si hay algo?

- De acuerdo- contestó ella.

Sin decirle nada más, Koushiro encendió su ordenador y mientras esperaban a que terminara de iniciarse la sesión, él comenzó a recoger algunas piezas del aparato que había dejado reducido a piezas. Mimi no pudo evitar preguntar:

- ¿Qué es lo que estás haciendo, Izzy? Llevo un rato mirando eso y aún no sé lo que es…

- Era el televisor- contestó él señalando el espacio que había dejado en la mesa del salón del cual ella no se había percatado- la imagen desapareció y hemos estado dos días sólo escuchando cómo hablaban, pero sin ver nada y quiero ver qué le pasa.

- ¿Eso era la televisión?- preguntó alarmada señalando lo poco que quedaba para reconocerla.

- Sí…- contestó él- ¿tanto te sorprende?

- En fin, no me expliques nada, que no lo comprenderé- dijo ella finalizando la conversación al ver que el chico estaba dispuesto a explicarle el mecanismo completo de la televisión, de pronto oyó un sonido proveniente del ordenador y añadió- mira ya está.

Ambos se acercaron al ordenador. Koushiro se sentó y comenzó a teclear rápidamente buscando por todas partes dejando atónita a la americana. ¿Cómo podía hacer todo tan deprisa?

Sacudió la cabeza ligeramente. Ese era el mejor momento para comenzar a tantear el terreno que iba a pisar. Se sentó al lado del chico y mientras él seguía tecleando totalmente enfrascado en su tarea, ella empezó a hablar de forma despreocupada:

- Me ha dicho Taichi que has hecho muy buenas migas con mi amiga Miyako. ¿Al final sí decidió a pasarse los lunes por el club de informática a verte?

- - contestó él después de un rato sin despegar la vista de la pantalla- también ha estado aquí para que le instalara un nuevo antivirus actualizado, el nuevo procesador de textos que me he bajado y un par de juegos.

- ¡Vaya!- exclamó Mimi haciéndose la sorprendida- entonces ha estado aquí bastantes días, ¿no? ¡Qué calladito te lo tenías Izzy!

- Sí lo siento- contestó él- no había salido la conversación para contártelo. Creí que ella sí te lo habría dicho.

Ella se mordió el labio ante esa última respuesta y sintió un deseo irrefrenable de abrazar y estrujar a ese pequeño genio. Nunca había conocido a una persona tan sumamente inocente y adorable. ¿Acaso no se daba cuenta de nada de lo que había a su alrededor? Decidió probar con algo más directo a ver si con esas reaccionaba. 

- Es encantadora Miyako, ¿a qué sí? Después de presentártela, estuvo varios días preguntando por ti y se moría de ganas de que llegara el lunes para hablar contigo.- decía ella mientras sonreía de forma maliciosa al notar que el chico ya no iba tan deprisa tecleando y se había equivocado al pulsar una tecla después de decirle aquello.

- Sí, la verdad es que estaba muy interesada en este tema…- contestó él frunciendo el ceño por el error.

- ¿No crees que es una chica muy mona?- sentenció finalmente la americana sin ser capaz de retener aquellas palabras más en su boca.

Él de pronto paró en seco al oír esas últimas palabras y abrió los ojos con sorpresa. Tardó un rato en contestar. Por una vez se había quedado sin saber qué decir:

- Bu-bueno, está bien…- atinó a decir tartamudeando y de pronto dijo intentando cambiar de tema- mira Mimi, aquí tienes una nueva oferta.

Pero ella no le hizo caso. Acababa de encontrar mucha diversión en incomodar a su amigo y quería ir más allá. No cesaría de su empeño hasta descubrir los verdaderos sentimientos de Koushiro hacia su amiga.

- En serio, Izzy- seguía ella hablando- yo creo que le gustas. No deja de hablar de ti constantemente. ¿No has notado nada raro últimamente?

- Pues… no - contestó él de forma sincera- si sólo quiere saber sobre ordenadores, no sé de dónde sacas esa idea.

- Pues yo pienso que no voy tan mal encaminada- pinchó Mimi entre risas- ¿quién sabe? A lo mejor ese interés tan exacerbado no va tan encaminado a los ordenadores…

- Entonces, ¿a qué?- preguntó Koushiro mirándola interesado.

- No sé- contestó Mimi andándose por las ramas contenta de ser el centro de atención del chico- quizá el profesor le resulta mucho más interesante que las lecciones en sí…

Notó que el chico se había sonrojado violentamente al escucharla y se había puesto momentáneamente nervioso al no ser capaz de contestar nada coherente. Mimi sabía que estaba luchando con unos temas con los que no estaba familiarizado y se sentía nervioso por no saber hacerles frente.

- ¡Mira Mimi!- dijo él de repente señalando la pantalla con fuerza para que a la norteamericana le quedara claro que quería centrarse en ese tema- Vuelo directo del aeropuerto de Narita al aeropuerto Kennedy por sólo 56000 yenes.

Ella entonces decidió darle tregua y prestar atención al asunto por el que en teoría había ido a visitarle. En realidad no había sido una total mentira.

Aprovechó la necesidad de esos billetes a Nueva York para ir a ver a su amigo y que no sospechara nada raro después de haber necesitado su ayuda en otra ocasión.

Comenzó a fingir estar totalmente sorprendida por la increíble oferta que el chico había encontrado para ella, pero en realidad su mente divagaba en otros asuntos. Intentaba desentrañar lo que sentía su amigo analizando sus reacciones cada vez que ella abría la boca Realmente no sabía qué pensar. 

Sabía que descubrir los sentimientos de Koushiro no sería algo sencillo al no ser capaz ni él mismo de comprenderse en ese aspecto. Pero sin embargo, Koushiro le había demostrado que su amiga no le había sido indiferente del todo. Le conocía lo suficiente para saber que si ella no le interesase ni siquiera habría pestañeado cuando se lo hubiese comentado. Pero en lugar de ello, se había puesto nervioso y demasiado tartamudo para lo que solía ser.

Sabía que algo había entre ellos, pero también sabía que no podría encontrar ninguna iniciativa por parte de su amigo… pero quizá por parte de Miyako sí que conseguiría algún tipo de acercamiento.

Con una sonrisa, siguió maquinando la siguiente parte de su plan mientras caminaba por la calle en dirección a su casa después de dejar a Koushiro en casa convencido de que no pensaba seguir con el tema.

Cuando finalmente abrió la puerta de su casa, unas sonoras carcajadas le dieron la bienvenida al interior de la vivienda. En el salón se encontró con Hikari y Miyako sentadas en el sofá comiendo helado de chocolate a grandes cucharadas y viendo una película de risa que las tenía totalmente
absorbidas. Ninguna de las dos se había enterado de su llegada y se encontraban apoyadas la una sobre la otra haciendo comentarios sobre cualquier escena que hubiese y mirándose cada segundo para luego reírse cada vez que lo hacían.

Mimi sonrió. Al menos todo aquello estaba repercutiendo positivamente en Hikari y la podía animar y así no pensar más en Daisuke.

Por fin entró en la sala y las dos chicas la vieron entrar. La saludaron y Hikari se hizo a un lado en el sofá para dejar sitio a su compañera y se uniera al plan, cosa que Mimi aceptó enseguida.

- ¿Dónde has estado?- preguntó Hikari simplemente por preguntar.

- Bueno, estuve en casa de los chicos- le contestó Mimi- necesitaba que Izzy me ayudara con mis billetes de avión para cuando me vaya.

Notó que al mencionar el nombre del chico, su amiga la había mirado fijamente como interrogándole silenciosamente el motivo verdadero por el cual le había ido a ver, pero ella no pensaba decir nada, la haría sufrir un poco más. 

- ¿Y ya lo tienes todo?- preguntó Hikari ajena a todo lo que había alrededor y con una ligera mueca de disgusto en el rostro ante la idea de que la chica se marchase alguna vez.

- No aún no- contestó Mimi- aún queremos esperar a que salgan más ofertas y también tengo que hablar con Taichi.

- ¡Yo no quiero que te vayas!- dijo repentinamente Hikari abalanzándose sobre la americana abrazándola.

- Aún queda mucho, mujer- contestó ella sonriendo y correspondiendo el abrazo.

Mientras Hikari la abrazaba, miró a Miyako que seguía mirándola fijamente. Parecía como si intentara leerle la mente y descubrir por qué razón repentinamente había decidido ir a pedirle ayuda a Koushiro. Pero Mimi hizo como que no se había dado cuenta de su escrutinio y empezó a hablar sin mirar a ninguna de las dos mientras acariciaba el pelo de su compañera:

- Izzy me preguntó por ti, Yolei- al ver que ella había dado un respingo al oírse mencionada junto al nombre del chico, continuó hablando- me dijo que hacía varias semanas que no pasabas a verlo y que si estabas enferma o algo.

Mimi tenía que aguantarse las ganas de echarse a reír. Estaba mintiendo como una bellaca e inventándose la historia sobre la marcha. Y lo mejor de todo, le estaba saliendo bien y su amiga se lo estaba tragando todo.

Vio que Hikari se había levantado repentinamente al oír la conversación y ahora miraba a las dos chicas buscando una explicación a todo aquello que ella desconocía:

- ¿Tú conoces a Koushiro, Miyako?- preguntó Hikari interesada.

- Sí bueno, algo así- trató de explicarse la aludida incómoda- estoy en el mismo club de informática que él…

- … y está loquita por él- terminó por ella la frase Mimi riéndose con malicia mientras Miyako la miraba molesta.

- ¿Sí?- preguntó Hikari abriendo mucho la boca por la sorpresa- ¿Te gusta Koushiro? Pues ahora que lo pienso, al verdad es que haríais muy buena pareja…

- ¿Verdad que sí?- la apoyó Mimi animándose- pues veréis… me preguntó eso y claro, yo le dije que no sabía, pero que me suponía que no tendrías tiempo. Entonces no te puedes imaginar cómo se sonrojó cuando le contesté… Izzy desde que lo conozco nunca se ha sonrojado cuando se habla de una chica…

- Ni siquiera cuando íbamos al instituto…- atinó a decir Hikari sin terminar de creerse lo que estaba diciendo.

- Deberías volver a ir a verle, Yolei- dijo Mimi sonriendo- seguramente tú también tienes muchas ganas de verle…

De pronto, Miyako se levantó del sofá notoriamente alterada y nerviosa. Mimi sabía que estaba histérica y lo que haría en ese momento sería desaparecer de allí para sentirse libre de la presión a la que las dos la estaban sometiendo. No tardó en oírla tartamudear:

- Yo… ¡Uy! Mirad la hora que es… me tengo que marchar… ¡A-adiós!

Apenas ni dejó tiempo a que ninguna de las dos a levantarse porque cogió su abrigo y se marchó de allí cerrando la puerta detrás de sí y ya no volvieron a oírla.

Cuando al fin se quedaron las dos compañeras de piso solas, se echaron a reír por la reacción desmesurada de la chica.

- ¿Es verdad todo eso que has contado de Koushiro?- preguntó de pronto Hikari mirándola fijamente a los ojos.

- Bueno… en parte- contestó Mimi dejando por fin de reírse- pero lo de que se sonrojó cuando le di a entender que a ella podía interesarle es cierto del todo.

- ¡No me lo puedo creer!- exclamó Hikari emocionada- Nunca lo hubiera pensado de Koushiro… debe de gustarle realmente porque nunca le ha prestado mucha atención a ninguna chica…

- Yo pienso que sí le ha prestado atención a chicas- dijo Mimi- lo que pasa es que no sabe ni lo que siente… Pienso que sí le atrae Yolei, pero que él no lo sabe, ni lo ha notado y ni lo sospecha.

- Puede ser- dijo Hikari- ¿Cuánto crees que tardará Miyako en ir a verle?

- Pues… conociéndola seguro que no tardará más de una semana en presentarse en el club o llamando a su casa…

- ¿Quieres apostar?- preguntó Hikari- 3000 yenes a que ni dos días a que ella misma se le declara.

- ¡Cómo os gusta apostar a vosotros!- exclamó Mimi- yo pienso que una semana, ella tampoco está tan desesperada.

- Eso ya lo veremos…- contestó Hikari sonriente y adelantó el brazo derecho para estrecharlo con Mimi y añadió- ¡Trato hecho!

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